La salud mental, la gran batalla de una sociedad cada vez más tendente a los psicofármacos

La atención psicológica es el talón de Aquiles de una sanidad pública que algo "está fallando cuando los pacientes reciben antes una caja de pastillas que una sesión de terapia"

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Es necesario un doble abordaje: preventivo y de tratamiento | Foto: Archivo GD
Diana Ioana
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¿Conoce a alguien que tenga algún problema de salud mental? La respuesta, seguramente, será afirmativa. Desde amigos, conocidos o familiares, a menudo el lector puede encontrarse escuchando y apoyando a personas cercanas que estén pasando por una enfermedad mental, sea del tipo que sea. O, incluso, el lector mismo puede estar en medio del huracán.

Ocho meses quedan para que el 10 de octubre, día de la salud mental, arribe. Sin embargo, la salud mental tiene prisa, y mucha. No es necesario esperar a que esa fecha señalada llegue para reivindicar su importancia. Bartolomé Marín Romero, vocal de Neuropsicología del Colegio de Psicólogos de Granada ha alzado la voz y ha otorgado respuesta a algunas preguntas que flotan en el aire estos últimos tiempo. El panorama actual granadino, al igual que en el resto del país, "ha presenciado un incremento de la prevalencia de distintos trastornos mentales -relacionados con el estado de ánimo, depresión, trastornos de ansiedad...-, sobre todo desde la pandemia", comenta.

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"Mens sana in corpore sano" es la máxima que parece seguirse, a menudo enfocada exclusivamente en lo físico y estético, dejando de lado y olvidando, incluso, el papel crucial de la salud mental en este juego. Y es que, a menudo se habla de la importancia de cuidar la salud física y estética, incluso de ser productivos y conseguir tiempo para todo: trabajo, familia, amigos, estudios, hobbies... Unos estándares poco realistas en la sociedad actual, pero que marcan las pautas del comportamiento ciudadano. Sin embargo, sin una mente sana no hay cuerpo sano que valga.

"La intervención psicológica debe de ser la de primera elección" 

Problemas como la ansiedad, depresión, estrés post-traumático (TEPT), trastorno de la conducta alimentaria (TCA), y una larga lista más predominan la sociedad actual y preocupan cada vez más a la población y a los expertos. Son muchos los factores que intervienen en la estabilidad mental, como la precariedad económica y laboral, el ámbito académico, los ideales inalcanzables de belleza de las redes sociales que ocasionan problemas de autoestima y disforia corporal, la soledad y el individualismo creciente cada año... Por nombrar unos pocos. El estilo de vida frenético, sin pausa para la reflexión y el descanso, ocasiona una sobrecarga emocional y mental que resulta en un desgaste psicológico agravado por otros factores como los ya mencionados. Es importante recalcar algunas diferencias. "Muchas veces se habla de lo que son los códigos Z, que son situaciones que conllevan una lógica alteración del funcionamiento cotidiano del individuo. Por ejemplo, una pérdida laboral, una crisis económica, una pérdida por fallecimiento de seres queridos... Son determinadas condiciones de vida en las que cualquier ser humano estaría mal. Y luego, por otro lado, está el verdadero cuadro psicopatológico", explica Bartolomé que, vuelve a recalcar que "muchas veces, hay que distinguir lo que es una verdadera patología mental de lo que es una situación vital y estresante". 

La sanidad pública es uno de los grandes derechos conseguidos en España y un pilar fundamental para toda democracia que se precie. Sin embargo, sin olvidar lo bueno, es necesario también recordar sus carencias. Pese al gran avance en materia de derechos que supone este modelo de sanidad, hay determinados aspectos que siguen estando excluidos: las gafas y lentillas, odontología avanzada (como los brackets), podología o la gestión eficiente del sistema de salud mental. Con largas listas de espera, las consultas se producen con una media de dos meses. "La atención psicológica del sistema nacional de salud en general ha sido siempre muy pobre, pero ahora se ha visto todavía más mermada por el incremento de patologías mentales", rememora Bartolomé. Una consulta de una hora cada dos meses (en el mejor de los casos) no es preocupación por la salud psicológica. No hay un seguimiento real de cada individuo y constituye un peligro para los pacientes verse en esa soledad sin ninguna salida clara ni cercana. La única opción para una atención continuada y consistente es optar por lo privado. Sin embargo, el nivel socioeconómico de gran parte de la población coloca en una injusta balanza la opción de ir al psicólogo o comer y pagar las facturas.

El nivel socioeconómico es un factor determinante

El Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos lanzó, en 2023, el dato de la cantidad de psicólogos por cada 100.000 habitantes que hay en la península, dando la escalofriante media de cinco frente a los 18 del resto de Europa. Para un país de 47,42 millones de habitantes, hay entorno unos 38.000 psicólogos. Las cuentas no salen y Granada no escapa a esto. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), Granada cuenta con 656 psicólogos para los más de 200.000 granadinos que la habitan. Pese a las iniciativas para apostar por una mejora de la atención psicológica, estas parecen no haber visto florecer sus frutos. Según el INE, Granada ha visto crecer la tasa de suicidios en un 35%, siendo la quinta tasa más alta del país y primera de Andalucía. Un dato aterrador.

El especialista señala la importancia de "incrementar psicólogos y psicólogas clínicas en el sistema nacional de salud, tanto en atención especializada como en atención primaria", que considera que debe reforzarse con la prevención: "Igual que se hace prevención del tabaquismo o de drogas, yo creo que habría que abordar el tema de prevención de trastornos mentales. Por lo cual, sería muy positivo el incremento de la presencia de psicólogos generales sanitarios con funciones de prevención y promoción de la salud". Romero apuesta por una doble perspectiva: "un abordaje preventivo y un abordaje de tratamiento".

A esta problemática de escasez de profesionales va relacionado el consumo de psicofármacos. Algo está fallando cuando los pacientes reciben antes una caja de pastillas que una sesión de terapia: "En España, tradicionalmente, los trastornos mentales han sido abordados exclusivamente desde un punto de vista farmacológico. Ahora nos encontramos con que España es uno de los principales consumidores de psicofármacos a nivel mundial, con todas las consecuencias que ello conlleva a largo plazo", recalca el psicólogo. A menudo, los psicofármacos son recetados sin un gran criterio detrás, sin ir acompañados de un tratamiento psicológico que respalde y ayude realmente a gestionar las emociones y conductas. Hay vida más allá del entumecimiento emocional. Son un mero placebo que adormece la mente y que, una vez arrebatado, el cerebro vuelve a encontrarse ante la incertidumbre y falta de gestión de todas esas emociones anestesiadas hasta el momento. ¿Realmente el bienestar está en una pastilla de menos de cinco euros?  

Bartolomé destaca además que la intervención psicológica debe de ser "la de primera elección, recomendada por las principales guías de tratamiento". Sin embargo, el problema encauza en la falta de profesionales: "Lógicamente, los profesionales de la medicina tienen que intentar dar una respuesta al paciente que está sufriendo, pero probablemente esa respuesta no sea la adecuada", señala, recalcando que esto se debe a que "muchas veces, la prescripción de fármacos está recomendada para un tiempo breve, a lo mejor de seis meses o un año. Al final lo que ocurre es que persisten en el tiempo, con las consecuencias que ello conlleva". Ejemplifica con el uso de benzodiazepinas, "cuyo uso repercute en el rendimiento cognitivo de las personas".

España es uno de los principales consumidores de psicofármacos a nivel mundial

Bartolomé no demoniza la parte más medicinal de la psicología, sino que cree que debería ir acompañada de esa intervención psicológica y no hacer un abuso de psicótropos. Las pastillas no pueden funcionar como sustituto de la ayuda y calidez humana, sino como complemento en caso de ser estrictamente necesario. Las pastillas no pueden hacer sentir comprendido, arropado y escuchado al paciente. 

Recalca además la diferencia de género en cuanto a la repercusión de trastornos mentales, sufriendo el mayor golpe la población femenina. Sin embargo, cree que las estadísticas indican esto debido a que los hombres, a menudo, "quieren ocultar el dolor o la expresividad de emociones negativas, aunque afortunadamente esto está cambiando". No hay que perder la esperanza -dicen que es lo último que se pierde-, como el especialista cuenta "afortunadamente, somos más conscientes y se le está empezando a dar un valor muy importante a la salud mental". 

Sin embargo, se tiene la estampa, en el imaginario colectivo, de que las personas con trastornos mentales pasan sus días llorando, sin salir de casa, sin comer o socializar y, mucho menos, reírse. Y, aunque hay casos en que esto puede verse así, en muchos de ellos no encaja esta definición. La salud mental comienza a decaer cuando la ansiedad es un plato que se sirve cada día, cuando impide dormir, cuando no se puede descansar sin sentir culpabilidad por no estar siendo productivo, cuando se anteponen las necesidades de trabajo o académicas ante la salud mental y física, cuando la excoriación -quitarse los pellejitos de piel de manos, labios...- se convierte en el mecanismo de defensa ante la ansiedad, y un largo etcétera. Todo esto puede representar el día a día de una persona que se ríe y que sigue su vida con aparente normalidad. No es necesario que el malestar sea siempre visible o que opaque otros aspectos de la vida, ya que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un trastorno mental se caracteriza como tal en tanto que constituya una disrupción del funcionamiento cognitivo, en la regulación de las emociones y/o comportamiento de un individuo. No es necesario estar muy mal para pedir ayuda, recuperando las palabras de Bartolomé, es necesaria la prevención.

Atención psicológica gratuita

Retomando el importante factor económico que, a menudo, imposibilita optar a una atención psicológica de calidad, en casos de urgencia el lector puede contar con algunas opciones que, aunque no sustituyan ni mucho menos al profesional de la salud -ni es esa su intención-, pueden quizá ayudar y salvar vidas. Por un lado, tenemos la línea 024, nacional y gratuita, de atención a la conducta suicida que el Ministerio de Sanidad pone a disposición de los ciudadanos con pensamientos suicidas, así como familiares y amigos de estas personas o fallecidos por ello. Se ofrece una escucha activa presente las 24 horas de los 365 días del año, pudiendo derivar al 112 en caso de emergencia.

Otro número de teléfono lo ofrece Cruz Roja Te Escucha: 900 107 917, hija de la pandemia y que, aunque comenzó por las pérdidas y duelos de esa oscura época, ha derivado en una línea donde se otorga atención psicosocial para problemas de cualquier índole, desde familiares, laborales, de soledad... En definitiva, cualquier carga emocional que pueda tener un apoyo en este número. Atienden de lunes a viernes, de 10:00 a 14:00 horas, y de 16:00 a 20:00 horas.

Por otro lado, está el Teléfono de la Esperanza, que funciona las 24 horas del día durante todo el año: 717 003 717. La sede en Granada ofrece, además, cursos sobre salud emocional y formación de voluntariado.

En Granada se encuentra el Hospital de Día, un servicio de tercer nivel dentro de la cuarta planta del Edificio de Consultas Externas del HUVN que ofrece su servicio de 8:00 a 15:00 horas a personas diagnosticadas con Trastornos Mentales Graves, Trastornos de Personalidad y Neurosis altamente incapacitantes.

En el Centro Periférico de Especialidades de Cartuja se encuentran varias unidades, como la de Salud Mental Comunitaria, teniendo otra unidad en el Centro de Salud de Santa Fe y en Atarfe. Asimismo, está la Unidad de Hospitalización de Salud Mental en la segunda planta del Hospital General, la de Salud Mental y Hospital de Dia Infanto-Juvenil en la tercera planta del Edificio de Consultas Externas del Hospital Materno Infantil y, por último, la Comunidad Terapéutica Norte de Salud Mental en la Avenida de Andalucía, nº 116.

El calor humano, chispa que enciende el fuego del cambio

Un papel fundamental en este campo es el ocupado por amigos y familiares. Y es que es necesario un hombro donde llorar, unos brazos que apretujen cuando el mundo se desmorona, una boca que pronuncie palabras de apoyo y cariño y un tímpano que escuche con comprensión y empatía cuando el alma se quiere desahogar. El cambio puede empezar desde el entorno más cercano, puesto que la soledad e incomprensión constituyen dos de las palabras más usadas por los afectados cuando se trata de este tema. A menudo son también factores decisivos en el modo de actuación y desarrollo del problema. Es casi una responsabilidad escuchar y aconsejar la visita al profesional de la salud en los casos necesarios.

El lector puede estar en el papel de la persona con problemas de salud mental o en el de hombro donde llorar, sea cual sea, es necesario que sepa que no está solo y que cualquier apoyo que de o reciba de su entorno tan solo suma en clave positiva. Es necesario saber dar, pero también recibir sin culpabilidad. La salud mental no es ninguna broma ni algo que tomarse a la ligera, es una cuestión de vida o muerte en muchos casos, un elemento que impide vivir con plenitud y un derecho que cualquier persona debe tener cubierto. Aunque se cuente con apoyo familiar o de amistades, es importante tener una mano experta que ayude a guiar a las personas afectadas hacia la luz al final del túnel.