Una organización comienza a morir cuando vive de los mediocres leales y prescinde de los brillantes críticos

mediocridad mediocre
La escasez de sitio para el talento es ahora mucho mayor que antes | Foto: Archivo
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Se dice que España ha sido en muchos momentos y sigue siéndolo en algunos aspectos, tierra de mediocres. Y el problema está no solo en ello, sino en que se prescinde de brillantes críticos. Por tanto, una organización comienza a morir cuando vive de los mediocres leales y prescinde de los brillantes críticos: Así lo decía Virginio Gallardo en un tweet.

Siempre he defendido la importancia de cuestionar las maneras de hacer proponiendo nuevas formas. Me gusta la gente desobediente inteligente.

El problema es que somos en parte un país de mediocres donde llevamos décadas con algunos directivos y algunos políticos dirigiendo las organizaciones que son auténticos mediocres, que ni quieren ni han querido que el talento salga de entre sus miembros. Estoy convencido que básicamente porque ni saben lo que es y, si lo intuyen, le tienen miedo.

También es verdad que hemos tenido organizaciones donde lo que se ha ido haciendo ha sido “resolver” los problemas con la táctica de ‘patada a seguir’, con la idea de que lo que se esconde ni da problemas ni preocupa. Y nada de sembrar nada para el día de mañana. Es la historia de directivos sobre estrategia, sin futuro, sin saber hacia dónde van, porque además desprecian de dónde venimos.

En este país casi nunca el talento ha estado premiado ni promocionado, es más, creo que incluso ha estado penalizado en la mayoría de nuestras organizaciones. Y lo sé a ciencia cierta, por lo que me toca: directivos mediocres y chapuceros, sin estrategia ni nada que se le parezca y con lucha contra el talento existente para que no destaque.

Siempre hemos vivido épocas de ‘meritocracia’ que responde a valores como el color político, …, esos valores tan poco vinculados con el talento. Lo peor es que esta casta tan poco talentosa es la que dirige muchas de nuestras organizaciones y no quiere ni acepta el cambio. Y no es tan triste ver como se mueren en nuestras organizaciones la gente talentosa, sino el hecho de que esto se disculpe como si fuese lo más cotidiano. El talento queda en muchos momentos para la autosatisfacción personal del que lo posee, pero nunca para el reconocimiento de terceros.

Si alguien talentoso no es reconocido en su organización siempre hay quien lo reconoce. Pero ahora la escasez de sitio para el talento es ahora mucho mayor que antes. Los mediocres que están enganchados a la teta se aferran a ella con más fuerza e intentan llevarse con ellos a amigos y familiares.

En gestiopolis leo que cando surge un genio, inmediatamente es detectado por los individuos imbéciles y toda una inmensa masa cae sobre él despiadadamente hasta destruirlo. Para ello, emplean todos los medios a su alcance, aunque sean laberínticos, con tal de lograr su objetivo. Las personas inteligentes constituyen un estorbo para sus fines malévolos; por eso, los atacan sin piedad y con sadismo.

Y Carmen Posadas, escribía alrededor de los mediocres: A diferencia de los brillantes, que inevitablemente levantan envidias y recelo, los mediocres vuelan bajo el radar y poco a poco procuran hacerse imprescindibles. Incansables pelotas, los mediocres son tenaces, y cuentan con otra poderosa arma, su propio resentimiento, motor tanto o más útil que el entusiasmo, el idealismo, la inteligencia incluso. Los mediocres no serían tan peligrosos si, una vez alcanzada su meta, dejaran de pensar como mediocres. Pero no, cuando tienen éxito, y para proteger la situación que tanto les ha costado alcanzar y que tan grande les queda, se vuelven despóticos, dan órdenes absurdas, caprichosas, injustas. ¿De quién se rodea un mediocre cuando está arriba? Obviamente no de personas que puedan hacerle sombra. Por eso en su corte celestial abundan los necios, los tontos útiles y, por supuesto, más mediocres. Otra de sus tácticas es, puesto que no pueden hacerse admirar, hacerse temer. Y bien que lo logran practicando el “divide y vencerás”, la arbitrariedad y hasta la crueldad más refinada.

Y Xavier Marcet, gran pensador y estratega, que cuenta algunas de sus ideas para entender mejor cómo esquivar la mediocridad:

· Una organización es mediocre cuando es incapaz de deleitar a sus clientes
· Una organización es mediocre cuando la inercias pesan más que la ilusión por adaptarse a lo contextos cambiantes
· Huir de la mediocridad no es huir de la complejidad, sino ensayar ágilmente nuevas síntesis que nos permitan explorar sin parar
· Una organización es mediocre cuando sus líderes son mediocres
· Debemos escoger entre dos espirales en nuestra vida profesional o empresarial: la espiral del talento que atrae talento o la de mediocridad que atrae mediocridad
· Se imponen las organizaciones ambidiestras que exploran (innovan) y explotan.
· La innovación no está en la tecnología está en la mirada
· No hay comunicación sin capacidad de síntesis. Capacidad de decidir sin toda la información
· La autocomplacencia vive en y del pasado. La humildad nos prepara mejor para el futuro
· Los directivos que saben delegar multiplican, el resto suman
· Aprender es algo que no se puede delegar, porque aprender es establecer las bases de nuevas miradas, de nuevos proyectos, de riesgos afrontados con mayor consistencia.
· Las organizaciones crecen cuando saben ser plataformas para hacer crecer a las personas
· La innovación es poner el futuro en la agenda del presente
· El mejor directivo es el que sabe equilibrar los resultados positivos de hoy, con una orientación de su organización al futuro
· Me pregunto qué concepción estratégica de la agenda tienen esos directivos que no tienen ni un día al año para explorar lo que su gente imagina para el futuro de la empresa.
· La innovación no va de tener ideas, va de llevarlas a cabo
· La diferencia entre fracaso y error es que del fracaso se aprende y del error se insiste
· La innovación empieza por uno mismo: No hay organizaciones innovadoras sin innovadores que se aplican el cuento personalmente.
· La innovación con transcendencia funciona mejor
· El sentido último de la innovación es aportar valor a los clientes mediante fórmulas de clara diferenciación.
· Los enemigos de la innovación son: el cortoplacismo, la arrogancia, la imposibilidad de fracaso, el happy flower, la rutinización de la innovación, la innovación por subvención y no por convicción, la discontinuidad, la memoria (que impide volver a probar iniciativas que fracasaron en otra coyuntura), la falta de decisión, la estrategia de portfolio equivocada.
· Somos nuestras agendas: el único modo de cambiar la cultura de la empresa es generar agendas personales de cambio desde la alta dirección a la base de la organización.
· Las organizaciones necesitan lideres que asuman los riesgos estratégicos en primera persona y que se preparen ellos y a sus organizaciones para la complejidad
· Las organizaciones auténticas son aquellas en las que las cosas tienden a ser verdad. En cambio, aquellas organizaciones donde las propuestas de valor y las convicciones sean a medias no podrán esquivar la mediocridad
· Las paredes de las organizaciones ya son transparentes y lo que las hace transparentes son la gente que esta dentro, mucho más que la gente de fuera.
· Las comunidades crean un tipo de transversalidad compatible con las jerarquías muy domadas por la proximidad.
· El respeto es nuestra forma primera y natural de responsabilidad social

En definitiva, la mediocridad está a la orden del día y el siglo XXI milita en la mediocridad. La brillantez se penaliza. Así sabemos que un líder es exponencial sólo si su pensamiento es exponencial.

¿Cómo podemos reconocer, pues, a una persona que va de líder pero que no lo es?
• Vive más en el pasado que en el futuro.
• No se cuestiona ni genera alternativas con pensamiento disruptivo de la realidad.
• No ayuda a otros a desplegar su talento, no cataliza voluntades, no genera inteligencia colectiva entre los miembros de su equipo.
• No maneja el poder de la conversación.

Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan, porque son de los nuestros.

Sabemos por tanto que es mediocre un país donde la brillantez del otro, provoca recelo, donde la creatividad es marginada y la independencia sancionada.

En definitiva, la mediocridad de algunas personas, es la oposición al cambio y la evolución. Cambiemos por favor.







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