La seducción o tratar de hacerse con un lugar en la sociedad

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"¿Por qué el poder de la seducción es malo y el poder del dinero no lo es?!, pregunta Joan Carles March en su nuevo artículo | Foto: Archivo GD
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Leía el otro día una entrevista a la actriz Belén Rueda en El País Semanal en la que Borja Hermoso, periodista titulaba: La seducción no tiene que ver solo con el sexo, sino con tratar de hacerse con un lugar en la sociedad.

En la entrevista, Belén dice que a veces el capital erótico se malinterpreta porque se asocia sólo con el sexo.

Añade a ello que también tiene que ver con saber conseguir lo que quieres a través de una palabra, de un comportamiento…, de cómo conseguir algo haciendo que a los demás les parezca algo maravilloso.

Y sigue diciendo que cree que todas lo tenemos, lo que pasa es que lo tapamos porque si no, no se nos va a tomar en serio.

Y se pregunta: ¿por qué el poder de la seducción es malo y el poder del dinero no lo es?

Pero no todo el mundo tiene una misma visión de la seducción. Leyendo y releyendo, veo que para algunos la seducción consiste en atraer un apoyo automático de la gente, tanto en el amor como en otros ámbitos; es algo que se tiene y se potencia con el fin de conseguir aquello que deseamos. Para otros, sin embargo, la seducción es sinónimo de venta, de convencer a alguien de que tenemos algo que en realidad no tenemos, una mera técnica social. Por otra parte leía en psicología y mente que la seducción es un proceso individual en el que debemos analizar e intervenir en función de cada situación. Mientras que la gente de la mente es maravillosa comentaba que seducir consiste en convencer, en persuadir a una persona o conjunto de personas para que nos elijan en un determinado contexto o bien elijan una opción que nos interese. Otros profesionales hablan de la seducción como de un juego psicológico orientado a fascinar, una forma de comunicación persuasiva en la que entra en juego la personalidad de cada uno y en la que apenas interviene la apariencia física y que busca atraer desde otras perspectivas para asombrar al resto de manera constante. Otros comentan que es una cualidad que se desarrolla en la infancia y que está íntimamente ligada con la manera en que el niño se identifique e interactúe con sus progenitores.

Para unos seducir es un juego muy complejo; a veces placentero, a veces divertido, a veces injusto, a veces doloroso, a veces frustrante… Cada persona tiene una visión distinta del mundo y tiene gustos diferentes y no es posible seducir a todas las personas por igual. Y allí hablaba de Autoconfianza y seguridad; ser realista; centrarse en el cerebro; tomarse su tiempo; trabajar la vida social; trabajar en uno mismo; detectar las necesidades de la otra persona; generar sentimientos positivos en la otra persona; usar el sentido del humor; crear la propia marca o utilizar el poder del misterio.

Para la seducción como arte de tratar de hacerse con un lugar en la sociedad, es necesario trabajar la aceptación de uno mismo, fijar unas expectativas realistas es una forma de prevenir situaciones incómodas y de evitar sufrimiento, tener la atención adecuada que permita discriminar entre aquello que es importante y aquello que no, tener claro que la percepción nos permite procesarlos e interpretarlos y así elegir la mejor opción para interactuar, retener la información del otro/a en nuestra memoria y trabajar con ella, obtener la motivación que representa el grado de interés que se tiene en hacer algo y las emociones como la esencia del juego, que nos emocione.

El deseo también es una variable a tener en cuenta en la seducción. El truco infalible para seducir a una persona es observar y fichar la emoción favorita de esa persona, engordarla y mostrársela así al sujeto a seducir.

Todo pasa por la inteligencia. Sin seres inteligentes no hay seducción. La hermosura que se puede encontrar en un cuerpo tiene que ver con una forma de percibirlo, y eso ya es pensamiento.

Y hay que tener claro, que seducir no solo es útil para ligar. Se puede seducir para provocar el interés de los demás hacia nosotros. También para despertar curiosidad, generar ganas de conocernos en los demás, hacer que los demás se sientan a gusto en nuestra compañía, que nos busquen y nos quieran…Seducir se trata de causar interés y transformarlo en deseo.

En definitiva, el proceso de seducción siempre pasa por cinco etapas: una primera de provocación, que atraiga; eso unido siempre a un halo de misterio, de algo que no se acaba de conocer; la elegancia, que los distingue del resto, la corrección y la contención acompañan siempre este proceso.

Por tanto, la seducción se ejerce casi de manera constante en planos muy diferentes de la vida: el profesional, el social o el familiar, ya que se trata de una forma de comunicación con unos fines muy determinados y una estrategia psicológica específica. Siempre proveen placer, pero no solo sexual, aunque a veces sí, pero está más enfocado a conseguir que la persona que tenemos delante se sienta importante, útil y valiosa frente a uno/a.

Y hay que recordar que las personas más valoradas son sinceras, honestas, comprensivas, leales y dignas de confianza. Mientras, las menos valoradas son mentirosas, mezquinas, falsas, crueles y deshonestas. Y todo ello parte de la confianza que tengamos en nosotros mismos, ya que no se conseguirá nada si uno/a no aprende también a conocerse a sí mismo.