Las mujeres rurales, luchadoras con un trabajo crucial "a la sombra"
Ana Valenzuela, de Montefrío, y Guadalupe Fernández, de Murtas, decidieron trabajar en el campo y son dos ejemplos para visibilizar la labor de las féminas en el sector agrario
Las mujeres han tenido y tienen un papel crucial en el mundo rural. Su aportación en la estructura económica familiar a través de labores agrarias o ganaderas ha sido siempre esencial, aunque su papel ha sido invisible en muchas ocasiones, pues han estado a la sombra del hombre. Para reconocer la contribución de la mujer rural en el desarrollo agrícola se celebra cada 15 de octubre el Día Internacional de las Mujeres Rurales. En la provincia de Granada, son muchas las mujeres que tienen una historia de lucha, esfuerzo y superación, pues además de desarrollar su trabajo en el campo, también lo hacen en su hogar, al cuidado de la familia. Ana Isabel Valenzuela es un ejemplo de ello. Esta mujer de Montefrío ha estado toda su vida trabajando en el campo con su padre, pero decidió dedicarse profesionalmente a la agricultura en 2019. “Trabajaba como auxiliar de ayuda a domicilio, y compaginaba mi trabajo con el campo, pero me gustó más el campo y por eso decidí dedicarme, porque tenía más tiempo para estar con los niños y me podía organizar mejor”, explica.
“Tareas propias de la gestión de la finca y, según la época, la recogida de la aceituna o del espárrago” son las labores que Ana Valenzuela hace en el campo. Su jornada de trabajo comienza bien temprano: “Me levanto a las cinco de la mañana para organizar las cosas, dejar la comida preparada y preparar a los niños. A las siete y media los dejo en el aula matinal y yo empiezo la jornada en el campo. Normalmente estamos en la finca hasta las dos y media o así. Volvemos y recogemos a los niños. Comemos y, por la tarde, ya depende, unos días me dedico a estar con ellos, a llevarlos a sus actividades, y otros días volvemos al campo hasta por la tarde noche”, explica. Cuando están en plena campaña de recogida de la aceituna, la jornada es más intensa en el campo y también tiene que compatibilizar con el cuidado de sus hijos y las labores en casa, además de “gestionar el tema de los documentos, el registro de los trabajadores, las altas y las bajas”.
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Ana Valenzuela asegura que no ha encontrado dificultades para trabajar en el campo porque ella es su propia jefa, pero que si no lo fuera, “seguramente sí hubiera tenido dificultades” porque “al hacer según qué cosas” siempre tiene que “demostrar” que sabe hacerlo. “Por ejemplo, un hombre llega a la cooperativa y nadie está mirando a ver cómo lo va a hacer. Yo llego y tengo que intentar hacerlo muy bien porque hay muchas personas mirando. No es dificultad, pero sí que es como una presión que lleva añadida”, explica. “Es mucha la importancia que tiene la mujer rural, lo que pasa es que está a la sombra. Pero la mujer es mucho más organizativa. Además, los hombres normalmente tienen su trabajo en el campo y colaboran en la casa, pero no llevan la responsabilidad de la casa. Las mujeres que nos dedicamos a la gestión de la finca, además de la casa, tenemos que llevar mucho más que eso”, indica esta mujer rural montefrieña.
También ha sido agricultora en la provincia de Granada durante muchos años Guadalupe Fernández, que además fue presidenta de la Asociación de agricultores ecológicos de Murtas. Actualmente, una incapacidad le impide trabajar en el campo, pero sigue muy en contacto, aunque reconoce que durante mucho tiempo trabajó “a la sombra” de su marido. “Desde que era pequeña estaba trabajando en el campo. Nací en un cortijo. Lo he vivido de mis padres, pero tuve la oportunidad de poder haberme ido a estudiar, pero no me llamó la atención. Me gustaba el campo y aún me sigue gustando”, explica.
Guadalupe Fernández se ha dedicado a muchas tareas agrícolas. “He recogido en la Vega habichuelas, tomates cherry, pimientos… Todo lo relativo a un invernadero que también tuvimos. Después, el mayor tiempo he estado con el cultivo del almendro”, comenta. “He cogido el tractor alguna vez, para llevarlo de allá para acá, pero no para arar. Yo me encargaba más bien de quemar la rama si podaban. Y de la recogida de las almendras. Me tiraba tres o cuatro meses en el campo recogiendo almendras, todos los días menos el domingo”, detalla. “Creamos la asociación de agricultores ecológicos, fui la presidenta, y fue una idea genial. La almendra ecológica subió un montón después. Ha estado el doble más cara que la convencional. Y ha sido un gran empuje dentro de la sequía que tenemos”, apunta.
Prácticamente todas las mujeres de la zona de la Alpujarra Granadina trabajan en el campo, en la recogida de las almendras, indica Guadalupe, quien asegura que no ha encontrado dificultades para desempeñar su labor en el entorno rural por ser mujer más que “a nivel físico, porque el hombre tiene más fuerza”. Para Guadalupe, el papel de la mujer rural es “muy importante”. Remarca que es la que “sale al campo con el hombre” y la que “vuelve y hace todas las tareas de la casa”. “Sin la mujer rural habría sido otra cosa”, señala.
Las mujeres rurales tienen un papel fundamental en este entorno para evitar el fenómeno de la despoblación y para conseguir un desarrollo pleno y sostenible. Además de las que se dedican a trabajar en el campo, son muchas las mujeres que viven en municipios del entorno rural y se lanzan cada vez más a emprender. En la provincia granadina, un 54% de las personas que deciden emprender un negocio en el entorno rural son mujeres, según datos recogidos por la Diputación de Granada. Y casi ocho de cada diez empresarias rurales son autónomas, lo que supone un 79%. La mayoría de ellas apuesta por poner en marcha iniciativas empresariales que ofertan productos o servicios que no hay en el entorno rural.
Las mujeres rurales “son esenciales para asentar la población, evitar la masculinización y envejecimiento del medio rural, e impulsar la diversificación económica”, destacaba la Diputación de Granada en el último manifiesto por el Día de la Mujer Rural. Sin embargo, todavía sufren muchas desigualdades. “Las condiciones específicas del propio medio, la masculinización de las actividades, las mayores dificultades para acceder a un empleo, la escasez de servicios y recursos, en particular los relacionados con las nuevas tecnologías y la conciliación, la falta de formación para el uso y manejo de herramientas digitales, o la escasa representatividad de las mujeres rurales en puestos de responsabilidad y toma de decisiones, hacen que éstas tengan dificultades añadidas precisamente por vivir en el medio rural”, resaltan desde la institución provincial.
Las mujeres rurales son “el alma de los pueblos” y su trabajo “mantiene vivo el corazón del mundo rural”, como remarcan desde la Confederación Nacional de Federación y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer), que trata de visibilizar el trabajo de estas y que apuesta por ellas ofreciendo formación a miles de mujeres rurales como “principal herramienta para alcanzar la igualdad” en el entorno rural.