La maldición de los laterales en el Granada CF

Desde la marcha de Siqueira y Nyom, el club rojiblanco no ha logrado cubrir esas posiciones con las suficientes garantías que la categoría requiere

Granada CF - C.A Osasuna
Imagen de Tabanou en un encuentro del Granada CF | Foto: Antonio L. Juarez
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De sobra es conocida la importancia de los laterales en el fútbol actual, independientemente del sistema táctico que se utilice. El juego es una estrategia y los hombres de banda han ido cobrando una especial relevancia, cuando la lucha ya no se libra solo por la superioridad en el centro del campo, sino que se buscan nuevos espacios para penetrar en la defensa rival, encontrar conexiones alternativas, sorprender con incorporaciones de segunda e, incluso, tercera línea y romper al contrario con apariciones inesperadas, doblando por fuera o por dentro. A todo ello se suma la ayuda en la salida del balón y, por ende, ante esa necesaria calidad de laterales ofensivos -que ya los hay en muchos conjuntos- estos equipos necesitan también que los futbolistas que figuran en esa posición defiendan con orden e inteligencia, sepan leer el juego atrás y cierren espacios. Para ambas funciones, defensivas y ofensivas, se requiere que los laterales realicen un gran esfuerzo físico, con velocidad y resistencia, y posean una gran disciplina táctica que les permita rendir en ataque y en defensa.

Es por ello que el rol del lateral ha crecido como la espuma, y también su caché, por la importancia que han adquirido en su aportación al juego colectivo. El Granada CF tuvo la suerte de encontrar dos futbolistas que dieron un excelente rendimiento para esas posiciones: Nyom y Siqueira.

Ambos fueron claves en la temporada del ascenso a la máxima categoría y, hasta su marcha, fueron indiscutibles en las alineaciones que el equipo presentó en Primera División. Tanto que, desde que se fueron, el club no ha encontrado sustitutos de garantías, como una maldición que le ha caído encima que impida acertar en las contrataciones.

En la campaña del ascenso, entre Liga, Copa y fase de ascenso, Nyom llegó a disputar 45 partidos, mientras que Siqueira actuó en 35 ocasiones (33 como titular y dos saliendo de banquillo). El Granada tuvo en nómina también a Rubén Párraga (16+5) y Llamas, que no llegó a disputar ni un minuto de competición oficial.

El primer año en la máxima categoría, ambos siguieron siendo imprescindibles en Liga y Copa. Siqueira (36+1) aportó, además, seis goles y Nyom (33) fue creciendo poco a poco hasta resultar casi insuperable en el uno contra uno, hasta el punto de que el propio Cristiano Ronaldo comenzó a cambiar de banda en sus enfrentamientos con el Granada para no encontrárselo, hecho que sucedió en sucesivas temporadas. David Cortés (10+1) llegó para hacer sombra al francés, pero no lo consiguió. Y el brasileño llegó a aburrir al portugués Ribeiro (1)

Al año siguiente, la superioridad de ambos fue más evidente. Siqueira (35+1) y Nyom (36) no tuvieron rivales en Brayan Angulo (6+11) y Juanma Ortiz (7+17), quienes actuaron más veces en posiciones de interiores que en la línea defensiva. La temporada del brasileño fue especialmente importante, volvió a marcar goles y tuvo buenas ofertas, entre ellas del Valencia.

Antes de comenzar la temporada 2013-14, Siqueira se marchó cedido al Benfica, tras haber estado a punto de fichar por el Real Madrid, y su ausencia fue suplida por Brayan Angulo (34+1). El colombiano no aportó la brillantez del brasileño, pero cumplió. Nyom siguió siendo indiscutible (36), por lo que el recién llegado Foulquier (9+16) tuvo que actuar hasta en ocho ocasiones de interior para disfrutar de minutos, mientras que en la banda izquierda el chileno Campos Toro ni se estrenó.

La 2014-15 fue la campaña de la eclosión definitiva de Nyom (38), que incluso llegó a echarse el equipo a sus espaldas en momentos claves. Siqueira fue fichado por el Atlético de Madrid, por 10 millones de euros, y Brayan Angulo pidió un aumento de sueldo, a lo que club respondió con su traspaso por 1,5 millones de euros al Ludogorets búlgaro. Llegaron para jugar en esa posición Juan Carlos (17+7), Luis Martins (3+2), Insúa (12) y hasta Foulquier (17+7), pero ninguno de ellos logró hacer olvidar al colombiano y mucho menos al brasileño.

La cosa se agravó en la campaña siguiente, la anterior a la actual. Nyom aseguró que quería seguir creciendo y Pozzo se lo llevó al Watford. Las dos bandas se habían quedado huérfanas. Por la derecha, Miguel Lopes (26+3), Foulquier (17+7) y, en alguna ocasión Edgar Méndez y Lombán, trataron de suplirle sin éxito relevante. Por la izquierda, Biraghi (33) tuvo continuidad, pero un flojo rendimiento, ante Salva Ruiz (3+1) y Neuton, que solo actuó en los dos partidos de Copa, y el propio Foulquier, que jugó en dos ocasiones por la izquierda. Al menos Biraghi ponía unas tremendas ganas para suplir su falta de calidad y tosquedad.

En esta campaña se puede afirmar que el rendimiento ha ido, incluso, a peor. Hasta siete jugadores han llegado jugar en los laterales y lo cierto es que ninguno ha convencido, salvo un par de actuaciones aisladas de Foulquier (7). El lateral francés, Tito (12) y Cuenca, que actuó ahí con defensa de cinco, no han brillado ni rendido lo suficiente. En la izquierda ha sido aún peor, con Gabriel Silva (12) y Tabanou (6) repartiéndose partidos, minutos y errores. Ahí hubo fugaces apariciones del propio Foulquier, Tito, Gastón Silva y hasta de Luis Martins. Pero tampoco ninguno ha demostrado el nivel que se requiere para la categoría. Basta decir que Biraghi sería titular indiscutible y, desgraciadamente, hasta se le echa de menos.

Son muchos los factores que se pueden enumerar para tratar de justificar la mala temporada que está realizando el Granada, pero uno de los más importantes es la ausencia de calidad en estos dos puestos que resultan fundamentales para el fútbol actual. Y, como ejemplo, ahí queda la lamentable actuación de Tabanou ante el Espanyol el pasado fin de semana, circunstancia que obligó a Lucas Alcaraz a dejarlo en la caseta al descanso, desperdiciando así uno de los tres cambios. Una triste rúbrica a una primera vuelta deprimente.







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