Campamentos de verano, un lugar en el que escapar del coronavirus

La pandemia ha dejado a los más jóvenes con ganas de disfrutar al aire libre tras el confinamiento y los campamentos han erigido como destino infalible

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Los más pequeños disfrutan al aire libre y se olvidan de la pandemia | Foto: Campamento Las Alpujarras
Jero Camero
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El confinamiento duro de antes del verano de 2020 terminó con los planes de muchos para el periodo estival. El miedo al contagio se notó a la hora de la elección de muchas familias, pero hubo un elemento que resistió desde la naturaleza, desde los parajes más tranquilos alejados de la sociedad.

Los campamentos de verano han sido una vía de escape tanto para los jóvenes como para sus familias en estos dos últimos veranos. Sobre todo en 2020, cuando los ciudadanos volvieron a ver la luz tras el confinamiento duro y obligatorio. El inicio de la desescalada permitía las actividades al aire libre y los tradicionales campamentos de verano, que no las tenían todas consigo, vieron el cielo abierto.

Las plazas salieron ofertadas al público, aunque reducidas en función del nivel del alerta en cada zona, y las familias respondieron muy bien desde el primer momento. "Tuvimos que empezar más tarde que otros años y claro que había preocupación", recuerda Carlos, responsable del Campamento de Verano Alpujarras.

La adaptación, según cuenta a GranadaDigital, ha sido más o menos sencilla al tratarse de un entorno al aire libre. Lo más complicado, quizás, fue la forma de organizar los grupos dentro de cada turno de campamento. En cada cabaña se permiten un máximo de 7 niños, que forman un 'grupo de pernocta'. Mientras, para las actividades diarias la normativa de la Junta permite la unión de dos grupos de pernocta, lo que se conoce como 'grupo de convivencia estable', en el que se pueden agrupar un máximo de 15 niños.

Según nos cuenta Carlos, ellos han decidido bajar incluso un poco más las plazas permitidas y tiene en torno la 40% del máximo posible. Esto ha supuesto que parte del equipo de trabajo que suelen usar se hayan tenido que quedar fuera. Hay un monitor por cada siete niños que, además de realizar las actividades correspondientes, se encarga de que los grupos de convivencia permanezcan estables.

Aun así, pese a toda la situación que se ha vivido, la demanda se ha mantenido estable este verano. "Algunos padres nos decían que tenían un poco de miedo por dejar a sus niños, es normal, pero finalmente pudimos cerrar el primer grupo en el mes de marzo, más o menos igual que en años anteriores. Además, hemos tenido muy pocas cancelaciones de última hora", explica el responsable del campamento.

En esto han tenido que ver mucho los propios niños, que tras un año muy complicado no quieren desaprovechar la oportunidad de ver a sus amigos estivales. "Se reúnen niños y niñas de todo el mundo que solo se ven en verano. Llegan aquí con muchas ganas e ilusión, salvando las distancias es un poco como un Verano Azul", se atreve a comparar.

Carlos asegura, además, que en este tiempo que lleva desde que comenzó la pandemia no ha tenido ningún positivo, por lo que este tipo de campamentos se establecen como un entorno seguro. "La gente tiene ganas de vivir. Todos sabemos que hay riesgo, pero siempre mantenemos un entorno controlado. Para sacar esto adelante hay que tener mucha ilusión y vocación", finaliza recordando que, con seguridad y respetando las medidas, cualquier actividad es posible.







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