El rescate de Jérez del Marquesado: el avión americano que sí se estrelló en Sierra Nevada

El municipio acometió en marzo de 1960 un milagro con la salvación de los 24 pasajeros del ejército estadounidense

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Imagen original del avión del ejercito estadounidense accidentado expuesta en la Casa de la Cultura de Jérez del Marquesado | Foto y vídeo: Raquel Ochoa
Sergio Rodríguez Acosta
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Sierra Nevada ha entrado en millones de hogares de todo el mundo desde el 4 de enero. El estreno de 'La sociedad de nieve' en Netflix ha tenido un gran éxito tras su llegada a la gran pantalla en diciembre. La película ya se encuentra entre las diez más vistas de habla no inglesa en la plataforma de contenidos. El público ha podido incluso conocer como se recreó la historia con maquetas del Farichild FH-227FD de la Fuerza Aérea Uruguaya. Las montañas de Sierra Nevada han vivido la ficción, pero ya eran conocedoras de realidades desde hace décadas. El accidente de un avión del ejercito estadounidense en marzo de 1960 en Jérez del Marquesado no se ha plasmado en una superproducción, pero en el municipio velan por la protección de una impresionante historia que siempre se relata con sencillez pese a que podría ser calificada como un milagro.

Todo comenzó pasadas las 12:00 horas del 8 de marzo de 1960. Un estruendo con origen en Chorreras Negras, en la cara norte de Sierra Nevada, sacudió a Jérez del Marquesado. Una de las personas que más fuerte escuchó aquel impacto fue Juan Valenzuela, quien se encontraba cerca de la zona alimentando a sus animales. Pasaron más de tres horas y entonces Juan, acompañado por otro paisano, vio "a dos personas vestidos de blanco con un gorro blanco". La sorpresa de ver a aquellos extraños bajar el barranco les llevó a preguntarse con incredulidad si aquel sonido previo era la caída del avión.

La llegada de dos "mantequeros" al 'Posterillo'

La intuición de Juan, que no se enteró de todo hasta que bajó al pueblo bien entrada la noche, iba por el camino correcto. Aquellos dos hombres continuaron su camino hasta llegar al 'Posterillo', la casa del guarda forestal. Allí se encontraba Bernarda Carrillo, una niña de 8 años que jugaba con sus hermanos después de comer cuando descubrió que dos personas desconocidas llegaban a las puertas de su hogar. Su primera reacción fue pensar que eran "mantequeros", unos parientes lejanos del hombre del saco que su madre empleaba para las clásicas advertencias parentales.

Su familia recibió a los dos varones con el calor de una lumbre y algo de comida. Además, emplearon un pizarrín de los niños para tratar de explicar lo ocurrido salvando la barrera del idioma. El padre de Bernarda decidió entonces avisar a un trabajador del vivero para que los acompañase al cuartel de la Guardia Civil.

Aquella niña no podía entender entonces lo que estaba sucediendo, pero llegó la madrugada y en su casa apareció la Guardia Civil. "Mi madre cuenta que se asustaron muchísimo porque pensaba que habían hecho algo mal y venían a pedirles cuentas", rememora Bernarda. Lo que había ocurrido es que aquellos dos extraños eran los pilotos de un DC-4 con 24 pasajeros que se estrelló a casi 3.000 metros de altura en su travesía de Nápoles hasta la base militar de Rota. Su explicación fue tan sencilla como emplear un periódico para recrear los hechos con un avión de papel.

El riesgo de un rescate sin medios

La lluvia caía en Jérez del Marquesado y la nieve arreciaba en la montaña. Con todo, el pueblo decidió echarse a la Sierra para acometer un rescate muy peligroso sin contar ni mucho menos con los mejores medios. Llegar hasta el avión fue más que una odisea. Así lo puede constatar Antonio Lorente, uno de los jerezanos que logró ascender en plena noche hasta el punto de Chorreras Negras donde se encontraban los 22 pasajeros restantes del avión.

"Había sitios donde había hasta cinco o seis metros de nieve. A veces piensa uno que nuestra salvación fue llegar al avión porque ya íbamos en unas condiciones lamentables", declara Antonio, que actualmente reside en Barcelona y visita con frecuencia su pueblo. La expedición descubrió el avión a las 03:00 horas y cuando amaneció una parte del grupo acompañó a once soldados hasta el Posterillo y otros tres se quedaron con el resto en el avión. "Teníamos que salir porque aquello se tapaba en nieve y no nos encontraban hasta primavera", asegura. Asimismo, sostiene que la gran cantidad de nieve que había fue fundamental para "amortiguar" el impacto del avión. La alegría de los soldados fue mayúscula cuando los hallaron.

Rescate de uno de los integrantes del avión | Foto: Raquel Ochoa

Antonio es la mejor muestra de la sencillez con la que Jérez del Marquesado ha vivido siempre este hito. La determinación de aquel chico de 18 años para subir la montaña tuvo que tener un punto de inconsciencia, pero casi 64 años después él sigue sin darle excesiva importancia. "En el 50 aniversario mis hijos se enteraron de aquello", detalla.

Un éxito y mucho agradecimiento

Durante 3 jornadas, 9, 10 y 11 de marzo, el Posterillo, último punto hasta donde podían llegar los coches, se convirtió en el centro de operaciones del rescate. Bernarda Carrillo recuerda como su madre embarazada de seis meses se pasó tres días completos preparando café y caldo. Por allí pasaron militares de España y Estados Unidos, la Benemérita e incluso vecinos de Lanteira que también arrimaron el hombro. Los heridos fueron atendidos por el practicante del pueblo, quien posteriormente fue reconocido por su fundamental labor en el salvamento de los soldados.

Los 24 pasajeros sobrevivieron gracias a esta gesta histórica. Uno de ellos quedó parapléjico debido a la gravedad de sus lesiones. Además, Benito Burgos, vecino jerezano, perdió un ojo debido a un disparo accidental de un Guardia Civil durante la subida de la madrugada del 9 de marzo.

Apenas tres meses después, en junio de 1960, el embajador de Estados Unidos, John Davis Lodge, visitó Jérez del Marquesado en una jornada que Bernarda Carrillo recuerda con la ilusión de aquella pequeña de 8 años. "Nosotros estábamos asombrados de ver el helicóptero. Trajeron unas bolsas de agradecimiento para los niños con unas campanas y huevos de chocolate. Algo que no habíamos visto nunca", recuerda. Aquel día tuvo también la oportunidad de probar unos chicles distintos a los Bazookas.

Helicóptero del ejercito estadounidense en Jérez del Marquesado | Foto: Raquel Ochoa

Estados Unidos agradeció la salvación de aquellas vidas donando el avión al pueblo. La venta de más de 20 toneladas de chatarra por un valor de 1.400.000 pesetas hizo posible que sus vecinos pudiesen disfrutar de agua potable. Además, las generaciones posteriores disfrutaron de leche en polvo estadounidense en sus jornadas escolares. En aquellas colas para disfrutar de aquella leche estuvo José Ángel Pereda, alcalde de Jérez del Marquesado.

La importancia del legado

En la Casa de la Cultura de la localidad se pueden ver recortes de periódico e imágenes originales de aquellos días históricos. La intención ahora del Consistorio es conservar todo el legado de la mejor forma posible a través de un museo. "Tenemos conocimiento de que hay mucha gente que tiene en sus casas alguna parte del avión. Queremos recuperarlas para que estén expuestas y nuestra historia sea visible para quien nos visite", explica José Ángel Pereda.

El peso de aquel rescate sigue muy presente en las tradiciones del municipio. Cada año, el primer domingo de septiembre, se celebra la 'Ruta solidaria del avión', cuyo exigente recorrido se ve recompensando con una paella al final como broche a la caminata. Además, el número del avión, el 56.521, es el número de la lotería que se juega en el pueblo.

"Siempre digo que fue un gesto de humanidad, sencillez y solidaridad. El pueblo se echó a la Sierra porque sabían que iban a salvar vidas. Es muy bonito que los niños nunca dejen de conocer nuestra historia porque es lo que nos identifica", incide el regidor jerezano. Sierra Nevada ha sido el escenario cinematográfico para que muchas personas conozcan la historia real de 'La sociedad de la nieve', pero en Jérez del Marquesado cuidan con mimo la memoria del avión que sí se estrelló en Sierra Nevada.

Picón de Jérez | Foto: Raquel Ochoa







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