Madrid, el espejo al que debe mirar Granada ante el reto de la Zona de Bajas Emisiones

La experiencia vivida por la capital del país ofrece una oportunidad valiosa para anticiparse a posibles contratiempos tras la implantación

La Zona de Bajas Emisiones en Madrid
La Madrid de la ZBE | Foto: EP
Toni Nogueras
0

El Carmen de los Mártires de Granada será, en la mañana de este miércoles, escenario de un encuentro clave para el futuro urbano de la ciudad. Bajo el título “Cuidamos una Granada para vivir”, las jornadas abordarán los retos que plantea la sostenibilidad en el entorno urbano, y en especial, el papel que jugarán las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) en la transformación de ciudades como Málaga, Almería y la ciudad de la Alhambra. Uno de los nombres destacados del programa será el de Francisco de Borja Carabante, segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid, quien compartirá de primera mano la experiencia de la capital española en la implantación de este modelo.

Granada, como el resto de municipios españoles con más de 50.000 habitantes, está obligada por ley a establecer una ZBE en su término municipal. No se trata de una opción política ni de un proyecto puntual: es un compromiso normativo derivado de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética que responde, además, a una realidad incontestable: las ciudades deben actuar con decisión frente a los altos niveles de contaminación, el cambio climático y los problemas de salud pública que afectan directamente a sus ciudadanos.

Madrid, un caso que anticipa los desafíos

La intervención de Carabante no será una lección teórica. Hablará con la experiencia que da haber estado al frente de uno de los procesos más complejos y mediáticos en materia de movilidad urbana en nuestro país. Madrid ha sido, en los últimos años, un campo de batalla política, social y judicial en torno a su ZBE. Desde la implantación del primer gran proyecto de restricción al tráfico, Madrid Central, en 2018, hasta su evolución hacia el modelo actual de Madrid 360, la capital ha vivido una transición marcada por la confrontación, los vaivenes políticos, el escepticismo ciudadano y, también, por resultados tangibles en la mejora de la calidad del aire.

Madrid ha demostrado que implantar una Zona de Bajas Emisiones es tanto un ejercicio técnico como un desafío comunicativo y social. Las restricciones al tráfico no solo implican cambios en la movilidad, sino que afectan de forma directa a sectores económicos, a la vida cotidiana de los residentes y a la percepción ciudadana sobre el derecho a circular libremente por su ciudad.

Lo que Granada debe anticipar

A medida que Granada se acerca a la aplicación efectiva de su propia ZBE, el caso de Madrid ofrece una oportunidad valiosa para anticipar tensiones y resolverlas antes de que estallen. Porque si algo dejó claro la experiencia madrileña es que no basta con anunciar una ZBE: hay que explicarla, planificarla bien y acompañarla de medidas que ofrezcan alternativas reales a los ciudadanos.

Durante los últimos meses hemos visto como en Granada han surgido voces críticas. Algo que ya ocurrió en la capital y que debe ser una línea que seguir: pequeños empresarios preocupados por la pérdida de clientela, vecinos que cuestionen la utilidad de las restricciones, y dudas legítimas sobre el impacto económico y la equidad de las medidas. ¿Qué pasará con los residentes del centro que no puedan cambiar su coche? ¿Cómo se garantizará el acceso a servicios esenciales? ¿Está el transporte público preparado para asumir un aumento de usuarios?

Todas esas preguntas están sobre la mesa. Y es mejor responderlas antes de que se conviertan en un problema. Para ello, jornadas como la del 28 de mayo en el Carmen de los Mártires serán fundamentales. Escuchar lo que ocurrió en Madrid no es mirar al pasado, sino abrir una ventana a nuestro propio futuro inmediato.

Granada, más allá del coche

Lo que está en juego no es solo quién puede o no circular por determinadas calles. Lo que se discute, en el fondo, es qué modelo de ciudad quieren los granadinos. Una ciudad más limpia, con menos ruido, más saludable y con espacios públicos de mayor calidad requiere decisiones valientes. Y sí, también sacrificios.

Francisco de Borja Carabante compartirá cómo Madrid logró reducir los niveles de dióxido de nitrógeno (NO₂) en sus zonas más críticas, cómo se reordenaron los flujos de tráfico y cómo la percepción ciudadana evolucionó con el tiempo. Porque, pese a las resistencias iniciales, las encuestas más recientes reflejan un respaldo creciente a las ZBE una vez que sus efectos se hacen visibles.

Granada comparte muchas de las condiciones que justificaron la ZBE madrileña. La contaminación atmosférica, agravada por la orografía de la ciudad, los altos índices de tráfico privado en determinadas franjas horarias y la creciente preocupación por el cambio climático hacen ineludible el debate. La pregunta ya no es si Granada tendrá ZBE, sino cómo será, cuándo se aplicará y si la ciudad estará preparada para asumirla con madurez y consenso.

La mañana de este miércoles es una buena ocasión para empezar a dar respuestas. Pero también para escuchar. La voz de quienes ya han recorrido ese camino puede ser la mejor guía para evitar errores, sumar apoyos y diseñar una ZBE que, en lugar de dividir, una a la ciudadanía en torno a un objetivo común: hacer de Granada un lugar más habitable.







Se el primero en comentar

Deja un comentario