La historia de Hugo, el niño granadino de seis años que ha donado su hucha de ahorros a Ucrania

"Cuando le expliqué lo que estaba pasando allí me dijo: '¿Y por qué no se lo damos a ellos?'", cuenta Alejandro, su padre

Hugo niño seis años Granada dona su hucha de ahorros a Ucrania
Hugo, a la izquierda del todo en brazos de su padre Alberto, junto al resto de niños | Fotos: GD
A. Morano / M. López
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Dicen que el mundo se cambia con la suma de pequeñas acciones de carácter altruista. Nadie tiene la varita mágica, no al menos las personas terrenales, pero sí la capacidad de transformar sus circunstancias y tratar de modelar la realidad a su alrededor.

En un momento de la historia en el que los gobernantes retuercen la realidad y el lenguaje para justificar guerras que solo encuentran explicación en el dinero, Hugo –un niño granadino de tan solo seis años– ha lanzado un ejemplo al mundo con un gesto que ha emocionado a todo el mundo a su alrededor.

El pequeño llevaba ahorrando desde hace bastante tiempo todo lo que recolectaba de sus padres o familiares más cercanos. Ya saben: la vuelta del pan, el dinero para el verano, el de los columpios, los 'centimillos' para comprar chuches y cromos o lo que pudiera pillar por su cumpleaños. Y es que quien con esa edad no se haya sentido rico al escuchar de sus padres ese cómplice "me vas a tener que hacer un préstamo" que tire la primera piedra.

Como en la de tantos niños, en la cabeza de Hugo seguro que estaba construir su pequeño gran emporio infantil basado en videoconsolas o juguetes varios con los que pasar las tardes. Pero una buena mañana le 'atropelló' la realidad: "Viendo las noticias, estaba el tema de la guerra y me preguntó que por qué se estaban peleando. No se lo conté tan crudo como realmente es, pero le dije que había dos personas que se estaban peleando entre ellas y que eso le estaba afectando a muchos niños que no tenían ni casa ni juguetes ni comida. Se fue a su cuarto, me trajo la hucha y me dijo: 'Papá, ¿y por qué no se lo damos a ellos?'", relata Alejandro, su padre, mientras comienza a trabarse fruto de la emoción.

El padre de Hugo decidió contarle la idea a José, un joven que colabora con la comunidad ucraniana de Granada y que, de casualidad, le llamó dos o tres días después para ver si les sobraban ropa o alimentos que pudieran enviarse a Ucrania a través de su parroquia.

"Como ha venido también la pandemia, pues tenía bastante ahorrado. Al final, por su propia iniciativa, decidió entregarlo a los niños de Ucrania. Al contarle la idea de mi hijo, me llamaron para agradecerme su gesto", agrega. Con esa tercera persona viene a referirse a los miembros de dicha comunidad, que este sábado decidieron homenajear al pequeño como se merece en el aula especial para niños refugiados de Ucrania que han puesto en marcha en la Basílica de la Virgen de las Angustias.

En el tren de Hugo

Al frente de esta improvisada escuela está Oksana Bobin, una profesora ucraniana residente en Granada. Aunque aún no se sabe cuánto dinero hay en la hucha, lo cierto es que por mucho que haya nunca será suficiente para paliar la miseria que le ha tocado a los niños ucranianos. Sin embargo, el gesto de Hugo vale mucho más valor cualitativo que cuantitativo. Pero, ¿qué harán con ese dinero?

"Lo primero que hemos pensado es coger el tren turístico de Granada y darle a todos los niños de esta escuela un paseo por la ciudad para enseñársela", explica Oksana, quien confirma que tienen 29 niños apuntados a esta actividad que se realiza cada sábado: "Todos están repartidos por colegios de la provincia y hay días que vienen más y otros que vienen menos". "Pasamos unas dos horas con los niños. Ellos hacen aquí amistades, pintan, hablan en su idioma, cantan, bailan y aprenden muchas cosas", agrega la profesora.

Ahora también conocen a Hugo, que el sábado se reunió con ellos. Es valiente y solidario, pero tímido, y apenas podía articular palabra abrumado por el olor de multitudes que le recibió. En el acto ha contado, además de con la presencia de su padre –del que era incapaz de soltarse– y la comunidad de niños y adultos de Ucrania, con algunos de sus familiares.

Allí, Hugo les entregó la hucha donde iban sus sueños más inmediatos para que ellos los puedan transformar en esperanza a medio y corto plazo. A cambio, recibió camisetas de Ucrania, un balón y todo el cariño de sus iguales. Después, un desayuno y, para siempre, una amistad.

"Una gran satisfacción"

Oksana Bobin cuenta que el aula de la Basílica de la Virgen de las Angustias se abrió por primera vez hace un mes. "Llegaron muchos niños de Ucrania con sus mamás huyendo de la guerra. Como soy profesora y trabajaba en un colegio antes de llegar aquí, se nos ocurrió esta idea. Hablé con el párroco ucraniano de la Iglesia del Ángel Custodio del Zaidín, y con su hijo Ostap. Ellos organizan casi todo para ayudar a Ucrania. En dos o tres días me llamó Ostap para comunicarme que el párroco de la Virgen de las Angustias nos había dado habitaciones para que vinieran los niños. Fue una gran satisfacción para nosotros", desarrolla.

El gran problema que afrontan a la hora del aprendizaje es que hay pequeños de todas las edades. "No se puede trabajar a la vez con niños de tres que de diez años, y por eso lo que hacemos es hablarles sobre Ucrania, sus símbolos o su historia. Tengo dos chicas que me ayudan y tenemos muchos y buenos planes", agrega la profesora.

Oksana se despide agradeciendo "una vez más" a los españoles y a los granadinos "todo lo que han hecho por el pueblo ucraniano". "Gracias a cada uno de vosotros. No me puedo olvidar de aquellos días cuando toda Granada se volcó para ayudarnos con ayuda humanitaria en la parroquia del Zaidín. No es posible imaginar lo que hemos pasado allí", explica con emoción.

Y abunda: "La gente venía desde primera hasta última hora. Las personas mayores se subían a las escaleras para ayudar más a Ucrania. Los niños haciendo dibujos y dando sus juguetes favoritos para los niños ucranianos. Eso no se puede olvidar nunca. Se te caen las lágrimas cuando, por ejemplo, vas a Extranjería y te habla la Policía en tu idioma. Cuando en el médico te hablan en ucraniano. No tiene precio. Quiero agradecer a todos los españoles y a los granadinos porque que tenéis un corazón muy grande. Y aquí tenemos un ejemplo más con un niño que se llama Hugo. Os lo agradezco de corazón".

Hugo es un nombre germánico cuya morfología lingüística está asociada a términos como 'inteligencia', 'pensamiento', 'perspicacia', 'brillantez' o 'cordura'. Todo lo que le falta a algunos de los que detentan el poder y le sobra al protagonista de esta historia.







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