¿Se ha roto el deseo con mi pareja o ha evolucionado?
Candela Carrillo, psicóloga sexual, inaugura su sección con GranadaDigital tratando la evolución del deseo en la relación

Las relaciones sentimentales y sexuales con la pareja, por suerte o por desgracia, no son tan sencillas con la ficción nos hace creer. En la vida real, las parejas evolucionan con el paso de los años, al igual que el deseo sexual hacia la persona con la que mantenemos dicha relación. Candela Carrillo, psicóloga sexual granadina, inicia su sección con GranadaDigital tratando la evolución del deseo en la pareja, un aspecto que debe verse desde una perspectiva psicológica.
El deseo no es estático, va cambiando con el paso del tiempo. En el inicio de la relación el deseo se asocia con una mezcla de atracción física, emoción y deseo de exploración mutua. Sin embargo, conforme los años transcurren, la dinámica del deseo cambia, afectada por factores emocionales, psicológicos y físicos. Entender cómo y por qué evoluciona el deseo en una pareja es crucial para comprender la complejidad de las relaciones a largo plazo. Desde una perspectiva psicológica, la transformación de este deseo puede ser vista tanto como un desafío como una oportunidad para fortalecer la relación.
En la fase inicial de la relación, la química sexual está en su máxima expresión. La novedad por la otra persona y la constante necesidad de contacto físico marcan los primeros compases de una relación, momento en el que el cerebro experimenta unos niveles de dopamina muy elevados.
Con el paso del tiempo, el deseo sexual tiende a estabilizarse, lo que no quiere decir que el deseo desaparezca, simplemente cambia. La pasión disminuye con el paso de los años dando paso a un deseo más emocional, en lugar de estar vinculado directamente con el deseo físico o sexual. Se entra en una etapa en la que la conexión emocional y el apoyo entre los miembros de la pareja marcan la relación haciendo que el deseo ya no se traduzca solo en momentos de intimidad exclusivamente física.
El deseo no ha desaparecido, simplemente se necesitan nuevos incentivos. La rutina y factores externos como el trabajo o simplemente el estrés del día a día hacen que poco a poco los momentos de intimidad sexual pasen a un segundo plano. Esto no quiere decir que ya no se sienta deseo o atracción sexual por la pareja, sino que se requiere de un mayor "esfuerzo" para conseguir dichos momentos íntimos. Es decir, el sexo que anteriormente se desarrollaba en cualquier momento o circunstancia, ahora requiere de una mayor dedicación.
Buscar momentos especiales, crear situaciones que generen ese deseo en la pareja como una cena romántica, una escapada de fin de semana pasan a ser claves para que la rutina no se convierta en un detonador de la relación. En muchas parejas la disminución de la intimidad puede generar problemas.
A medida que las parejas se conocen más profundamente, pueden surgir también patrones de interacción que afectan al deseo. La familiaridad puede hacer que la sexualidad se vuelva más predecible, lo que disminuye el nivel de excitación. Pero, por otro lado, aquellos que logran mantener un espacio para la novedad emocional y la sorpresa, incluso en relaciones de muchos años, pueden experimentar un deseo más constante y renovado. Esta es una situación más común de lo que aparenta, es por ello clave tener una comunicación abierta y expresar con claridad a la otra persona qué ocurre en el interior de cada uno y, sobre todo, no tomarlo como una pérdida de la pasión o del deseo hacia la pareja.
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