Reinas de Los Cármenes (4-2)
El Granada Femenino se planta en cuartos de final de la Copa tras golear al Sevilla, con un doblete de Laura Pérez y los tantos de Isa Álvarez y Edna
Los Cármenes tiene sus propias reinas y bajo su regencia todo es ilusión. Existe una conexión mágica entre el Granada Femenino y el palacio zaidinero, donde hasta este sábado no habían podido jugar este curso. La ocasión pareció escogida a propósito para la coronación de las rojiblancas, que continúan exultantes en una campaña en la que parecen poder hacer realidad todos sus sueños. El Sevilla arribó con aires de grandeza, dispuesto a derrocar a las granadinistas, pero el conjunto de Arturo Ruiz ni se inmutó. En un despliegue de fútbol total, se comió a las hispalenses. Isa Álvarez abrió la veda con un misil de falta y Alba Cerrato igualó con una bella parábola a la escuadra que no hizo más que desatar el vendaval. Edna, antes del descanso, acudió puntual a su cita con el gol y Laura Pérez I de la ciudad de la Alhambra se sentó en el trono con un doblete, vehemente el primero e hipnótico el segundo. Lucía Moral, en un último estertor, maquilló el resultado, pero la monarquía nazarí ya estaba instaurada y las de casa, en cuartos de final de la Copa.
Al conjunto rojiblanco le envuelve un aura que cuestiona sus límites y lleva la imaginación a lo terrenal este curso. Tiene una identidad clara que manifiesta en cada encuentro y no se arruga desde hace semanas, con independencia del rival que se le ponga delante. Ya no es casual, ni consecuencia de una buena racha. Es algo serio. Tiene ambición y juega con armonía, impulsado por una ola de entusiasmo difícil de contener. Despide 2024 en la cresta, convencido de que en 2025 puede soñar, y lo cierto es que hasta el momento no hay muchos argumentos que puedan bajarlo de la nube.
En Los Cármenes todo fue electrizante desde el comienzo, sin tregua casi ni para el saludo entre compañeras. Apenas concluyeron los abrazos, las contendientes cogieron el florete y comenzaron a esgrimir por la corona. El Sevilla pretendió dar un golpe autoritario, con Alba Cerrato como cabecilla de la rebelión, pero las rojiblancas habían levantado en su terreno una de las murallas de la Alhambra. Cercaban la salida hispalense desde los cimientos para robar hasta las ideas, agobiantes en la presión, y seguidamente salir disparadas tras forzar el colapso. Edna tenía hambre y trató de sacar provecho en un jaleo en el área. Después se deslizó Alexia en una carrera endiablada que concluyó con un pase a Lauri, que le pegó arriba, forzada por el pegajoso marcaje de Pamela.
La capitana cayó después en la frontal, tras cazar un rechace, y a Isa Álvarez le brillaron los ojos con malicia. Colocó la pelota con todo el mimo y la delicadeza que le faltó después para descoserla. Obús a la escuadra, inalcanzable para Sullastres, que igual habría perdido una mano si hubiera llegado a tocarla. Un golazo que alimentó la irreverencia granadinista, incapaz de asumir esta campaña el rol de un aspirante a la salvación. El Sevilla quedó sonado, deambulante sobre el césped del Zaidín, en lo que el Granada seguía desplegándose por las alas, aunque con menos filo.
El paso de los minutos forzó la carburación del cuadro hispalense, que pretendió proponer para sacudirse de encima la presión nazarí. Alba Cerrato perfundir ánimos a sus compañeras en una carrera que concluyó con inocencia. Lo siguiente que hizo fue mandar la bola donde duermen las arañas. En un ida y vuelta, recibió escorada y se perfiló frente a Laura Pérez. Se vio con hueco y acarició el balón con el interior para trazar la rosca. Juego nuevo, con el Sevilla creciendo, pero a Edna le sonó la alarma. Ornella envolvió una pelota sin dueño y la regaló a la delantera, que se enfundó el disfraz del Correcaminos. En un acelerón dejó en la cuneta a Eva Llamas y Alba López para plantarse ante Sullastres, que miró temblorosa la estampida. A la goleadora del Granada no le tembló el pulso. Ya lleva diez muescas.
La moral sevillista se rompió en mil pedazos en lo que las rojiblancas enfurecían. Regresaron del entreacto ansiosas e insaciables. Apenas se hubo reanudado el juego, Edna cabeceó a gol un centro de Isa Álvarez, anulado por falta en el salto. Después Laura Pérez conectó con Lauri desde la línea de fondo, desviado el remate de la capitana. Invirtieron los papeles más adelante y la granadina buscó el palo largo, escupido por Eva Llamas. El Granada se movía con soltura, al son que marcaba Ari Mingueza, y el Sevilla se veía desbordado.
Las nazaríes soplaron y soplaron hasta que se llevaron por delante al conjunto hispalense. Profundizó Edna hasta el confín del terreno de juego y descargó a la frontal, donde llegó Laura Pérez como un tren desbocado. Armó la pierna y soltó un proyectil directo a la puerta de la Selección Española. Imposible que Montse Tomé no lo escuchara. La granadina tiene un idilio con Los Cármenes y los momentos históricos. Pero todavía guardaba un truco para poner el broche a la función. Wingardium leviosa, pareció pronunciar al tiempo que agitaba la varita, y el balón levitó para llegar flotando hasta la intersección de los dos postes. Un gol para enmarcar.
Arturo Ruiz aprovechó lo holgado del resultado para gestionar cargas y retiró a futbolistas fatigadas, sin renunciar a ataques relámpago que pudieron hacer del resultado un escándalo. Edna perdonó la manita y Lucía Moral replicó con el segundo sevillista. Anecdótico. El tren de la Copa ya había partido de Los Cármenes con las rojiblancas a bordo. Próxima parada: los cuartos.