La comunidad ucraniana en Granada sigue en vilo seis meses después del inicio de la invasión rusa

Ucranianos residentes en la provincia hablan sobre las circunstancias que vive su país y afirman que ya no se presta la misma atención a la situación

Concentración a favor de Ucrania en Granada
Las banderas ucranianas siguen ondeando con fuerza en Granada | Foto: Antonio L. Juárez / Archivo GD
Sergio Rodríguez Acosta
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Este miércoles se cumplen seis meses del inicio de la invasión rusa de Ucrania. El 24 de febrero todo cambió para los ciudadanos de un país que vio cómo las bombas comenzaron a caer del cielo. La pesadilla cumple ya medio año y el conflicto sigue en pie. Ucranianos residentes en Granada hablan sobre la situación que vive su país, donde les quedan familiares y un futuro incierto por delante.

Nadia Zhuravel, Nina Chibrik y Oksana Komisarchuk viven en Granada, pero su corazón y su cabeza están en su país de origen. Oksana y Nadia afirman que el conflicto bélico ha caído en el olvido con el paso de los meses. Por su parte, Nina opina que la distancia afecta: “Cada uno piensa en sus cosas y no creen que les pueda perjudicar”.

Las tres residentes en la provincia granadina tienen familia que permanece en Ucrania. Los únicos familiares de Nadia que salieron del país, con destino España, fueron sus padres. El resto, incluido su hermano y su núcleo familiar, siguen firmes en casa. Nina tuvo que ver cómo su hijo se marchó de vuelta con intención de combatir. Finalmente no llegó a participar en la guerra, pero realiza labores de voluntario y cuida de sus abuelos, quienes necesitan ayuda.

A miles de kilómetros de distancia, ellas también aportan su grano de arena. Oksana trabaja como intérprete y mantiene un contacto constante con refugiados. "Cada cual con su historia particular”, según detalla. Nina ha sumado a través de su negocio: el Bar Casanova. Nadia acogió a tres mujeres en su casa durante dos meses cuando el conflicto empezó. Abuela, madre y nieta viven ahora en Valencia. Además, ella y su marido han contribuido de forma notable al envío de materiales y productos necesarios.

La vida diaria para la gente de a pie es cruda. “Millones de personas han perdido todo y psicológicamente es muy difícil empezar de cero porque no todo el mundo se puede adaptar a esa nueva realidad”, manifiesta Oksana. Nadia recalca complicaciones como el encarecimiento del precio de los alimentos y la circunstancia de vivir con miedo, pero valora la “unión” de su familia.

Nina expresa que “la guerra es muy dura". "No nos queda otra que ser fuertes y luchar día a día. Estamos defendiendo nuestra libertad, nuestro país democrático y no queremos que nuestros hijos vivan bajo una dictadura. Somos fuertes y cada uno hace lo que puede en cualquier lugar. Todos los ucranianos luchamos por la victoria. Estoy segura de que vamos a ganar, pero a un precio muy alto desgraciadamente”, asevera con contundencia.

Ostap, sacerdote ucraniano en la Parroquia del Santo Ángel Custodio de Granada, también tiene familiares en Ucrania "que no han querido abandonar el país y que siguen viviendo en sus casas o en centros de refugiados que hay en la zona oeste del país", cuenta. También tiene ocho familiares, sus tíos y primos, que están en el ejército. "La mayoría de ellos están en la zona de combate, donde hay continuos bombardeos. La situación es muy dura para toda la población ucraniana, pero están contentos por estar donde están, por poder defender a su patria", señala.

El sacerdote ucraniano también comenta que muchas ciudades y pueblos ucranianos "han sido despojados por los bárbaros rusos" y que "gracias a la valentía de muchos héroes, que han dado sus propias vidas por los demás, y a todo el movimiento voluntario del país, que supo reaccionar desde los primeros días de la intervención rusa, estos lugares de nuevo están empezando a retomar vida, color y alegría". "Muchos ucranianos han vuelto a sus casas, otros han vuelto para reconstruir y seguir ayudando a los demás", resalta Ostap, quien añade que sigue habiendo "bombardeos de ciudades, pueblos, campos e infraestructuras de todo el país". "El ejército ucraniano está consiguiendo proteger ciudades pacíficas impidiendo que los cohetes lleguen al destino y los destruyen en el aire con nuevas armas que llegan como ayuda de otros países solidarios, pero en el sur y en el este del país es donde hay más bombardeos, batallas, destrozos y sufrimiento. Así es el día a día de los ucranianos en Ucrania", apunta.

Ostap resalta que en Granada tanto instituciones públicas como privadas han acogido a refugiados ucranianos, como es el caso de la Diócesis de Granada, la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Cruz Roja y Provivienda, además de personas "que han abierto las puertas de sus casas a muchas familias que han tenido que dejar sus hogares a causa de la intervención rusa en Ucrania". "Aparte de acogerlos, mucha gente viene con sus necesidades concretas: alguna enfermedad que requiere un tratamiento, traducción de la documentación, diplomas universitarios, etc. Ahora, muchos ucranianos están intentando encontrar viviendas de alquiler, ya que están pasando a la segunda fase del programa de acogida, lo que está costando muchísimo debido a los requisitos de alquiler. También están todos aprendiendo el idioma y busca activamente algún empleo para poder sostener a su familia. En esta tarea les estamos ayudando entre todos", detalla el sacerdote.

Respecto al papel de la Unión Europea en el conflicto, Oksana valora la “rápida respuesta en la acogida y ayuda de los refugiados”, aunque afirma que una mayor rapidez en en el envío de armamento hubiera sido clave para “salvar muchas vidas de soldados ucranianos y civiles que han quedado en las zonas ocupadas por los rusos”. “Tardan mucho en tomar cualquier decisión y en este momento muere mucha gente, sobre todo, niños. Es indignante", declara Nina, quien sostiene que “Ucrania defiende Europa con su sangre”. “Europa sigue financiando esa guerra pagando muchos millones a rusos por negocio. Tiene que cortar todas las actividades, tanto políticas como de negocios”, concluye. Por último, Nadia califica como “muy buena” la labor de la UE, “pero como todo, se puede mejorar”.

Para el sacerdote ucraniano Ostap, "es difícil decir algo constructivo sobre la Unión Europea, haga lo que haga todo es poco". Esta situación le recuerda a "la típica pelea entre dos en la que el resto se queda mirando por miedo a que le salpique". "No puedo mencionar a los países europeos que han mostrado y siguen mostrando su gran humanidad y solidaridad, todos han abierto sus puertas a una gran avalancha de refugiados ucranianos y les están ayudando en función de sus posibilidades. Otros países, aunque no todos, están prestando una gran ayuda militar a Ucrania, lo que nos ayuda a defender lo nuestro y, lo más importante, a salvar vidas. Por eso quiero agradecer a todos y a cada uno por ayudar a Ucrania de una o de otra manera en estos tiempos difíciles. Juntos venceremos al enemigo", añade.

La comunidad ucraniana de Granada continuará muy pendiente de la situación en su país, que parece lejos de finalizar. Nadia, Oksana, Nina y Ostap cruzan los dedos para que la paz vuelva a reinar en Ucrania.

 







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