¿Cómo vivieron los granadinos el gran apagón?
Muchos salieron a la calle a pasear, otros decidieron ir a comprar por temor y algunos llevaron la situación desde sus hogares

El apagón eléctrico que sacudió este lunes a todo el país dejó a miles de personas sin electricidad durante horas, generando una situación inédita y caótica. En Granada, la interrupción del suministro duró más de 12 horas y afectó no solo a hogares y comercios, sino también a las principales vías de comunicación.
Durante buena parte del día, los granadinos se vieron incomunicados no solo por la falta de luz, sino también por la caída de las redes de telefonía móvil e internet, que imposibilitó el uso de servicios de mensajería o llamadas. La desconexión tecnológica fue total en algunos puntos de la provincia, generando una sensación de aislamiento que muchos vecinos comparan con situaciones de emergencia vividas en el pasado durante el aislamiento por el coronavirus.
Los problemas se extendieron también al transporte. La estación de tren de Granada y el aeropuerto Federico García Lorca registraron retrasos y cancelaciones. Muchos desplazamientos fueron suspendidos o pospuestos, afectando a viajeros, trabajadores y turistas que se encontraban en tránsito por la ciudad.
La falta de información y la incertidumbre marcaron buena parte de la jornada. Aún las causas sobre qué ocurrió no terminan de quedar esclarecidas. Comercios sin datáfonos, cajeros inutilizables, ascensores parados, semáforos apagados y sistemas de refrigeración fuera de servicio fueron solo algunos de los efectos visibles del apagón. Ante este escenario, muchos granadinos optaron por salir a la calle en busca de información, reunirse con los suyos o alejarse de una situación que traía los recuerdos sobre la etapa de confinamiento. En el escenario de caos y cierto temor, muchos optaron por abastecerse por si la situación pudiera llegar a haberse alargado más de lo que se esperaba. En este sentido, comercios locales y supermercados fueron clave para suministrar bienes de primera necesidad a los ciudadanos.
Con el objetivo de recoger cómo vivió la ciudadanía esta situación, hemos realizado una encuesta en la que han participado decenas de personas de distintos puntos de Granada. Las respuestas reflejan la confusión, los temores y también las soluciones improvisadas que marcaron una jornada que, para muchos, quedará grabada como un ejemplo de la fragilidad de nuestra vida hiperconectada.
¿Qué vivió la ciudad de Granada el día del apagón?
Los efectos del apagón nacional se vivieron de forma muy dispar entre los granadinos. Algunos apenas notaron el impacto, mientras que otros se vieron directamente afectados en su vida diaria, sus desplazamientos o su trabajo.
Virginia, estudiante de la Universidad de Granada, relata que vivió la jornada con cierta tranquilidad, aunque sorprendida por lo que ocurría a su alrededor. “En mi calle vi a gente jugando al fútbol, a peluqueros que sacaban las sillas a la calle y cortaban el pelo al aire libre. Fue como volver por un momento a otra época”, comenta.
Más abrupto fue el corte de electricidad para un estudiante que andaba paseando este martes por Paseíllos Universitarios, al que el apagón le interrumpió una colada: “La lavadora se paró a la mitad, y cuando por la noche volvió la luz, se reanudó sola y me despertó. Fue muy raro todo”.
Otro joven estudiante explica cómo el apagón le afectó en varios frentes. Primero en la universidad, donde pensó que se trataba de una avería puntual. Más tarde, ya en su trabajo como camarero fue consciente de la magnitud del corte. “La gente seguía viniendo, pero nosotros no podíamos ofrecer el servicio habitual. Fue muy complicado manejar la situación sin medios”, asegura.
En el sector turístico, las experiencias también fueron opuestas. Una mujer que había viajado a Granada para asistir a una charla en un hotel vivió la jornada con normalidad gracias al suministro propio del establecimiento: “No notamos diferencia alguna. Estábamos totalmente abastecidos”. No corrió la misma suerte otra visitante que había acudido a una boda y tenía previsto regresar el lunes. Con los trenes paralizados, se encontró atrapada en la ciudad. “Estábamos desamparados. Fuimos de hotel en hotel buscando una habitación. Tuvimos miedo de tener que dormir en la calle”, denuncia. Añade además que en su pueblo se habilitaron albergues para los afectados, y critica la falta de respuesta en una ciudad como Granada.
Estos testimonios reflejan una experiencia colectiva heterogénea, marcada por la incertidumbre, la solidaridad espontánea ante una crisis inesperada.
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