La soledad no deseada, un reto que sólo se afronta con humanidad: "Cada vez hay más casos"

La frialdad de los números señala cada vez con más fuerza que España es un país envejecido, una tendencia que va en aumento. Una de las mayores problemáticas de la tercera edad es la soledad no deseada. El reto de afrontar esta dificultad se puede abordar únicamente desde la humanidad, un concepto muy valorado en Cruz Roja Granada. Más de 3.300 personas participaron en la provincia en su programa de personas mayores, que cuenta con un voluntariado concienciado de la importancia de cuidar de un colectivo que en ocasiones sufre en silencio el miedo de no tener compañía alguna.

"La soledad es muy mala. A mí me sienta mal, me pongo muy melancólica. A mí me gusta tener gente, tener conversación con las personas, y cuanto más jóvenes mejor". Son las palabras de María Luque Fernández, usuaria de Cruz Roja Granada desde hace "8 o 9 años". A sus 86 años asegura que está dispuesta a apuntarse a todo la primera, ya sea una actividad sencilla o un viaje a la localidad de Píñar. Tanto es así, que señala que si pudiera valerse por sí misma estaría todo el día en las instalaciones de la organización.

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María define como "maravillosos" a los voluntarios de la institución humanitaria. "Los conozco a casi todos. Aún todavía me llaman por teléfono. Se acuerdan de mi cumpleaños y me felicitan", detalla.  La relación entre usuarios y voluntarios es la mejor muestra de lo importante que es el sentimiento a la hora de relacionarse. En ocasiones, algunas personas mayores son reticentes a contar con este tipo de apoyos, pero María tiene más que clara su recomendación para todas sus amigas, que en algunas ocasiones tienen "envidia" y le dicen lo "bien acompañada que va".

"El proyecto más bonito"

La semilla de esta labor nace en el corazón de personas como Desirée Garzón, técnica del Área de Mayores de Cruz Roja Granada. Su implicación comenzó hace dos años, cuando comenzó "en el proyecto más bonito que podía haber en Cruz Roja, por lo menos para mí como técnica, que es en soledad no deseada para personas mayores". Desirée manifiesta que "nos preocupa muchísimo porque, al final, ya no son sólo personas mayores. El colectivo se está ampliando a diferentes rangos de edades". Cruz Roja acostumbra a trabajar con personas que se encuentran por encima de los 65 años o que tienen una autonomía reducida, pero la técnica expone que "cada vez nos derivan muchos más casos". "Vienen familiares y nos dicen que sus madres o sus padres están solos. Es una problemática social que estamos abordando y que es bastante compleja", añade.

Uno de los aspectos en los que más trabaja la organización es la brecha digital, que afecta a los mayores en puntos tan importantes de la rutina como su relación con los bancos o comunicarse con sus familiares y amigos. Las nuevas instalaciones de Cruz Roja Granada, situadas en la Carretera de la Sierra, han acogido esta semana un taller para ayudar a sus participantes a tener mejores nociones tecnológicas. "Para las personas mayores la brecha digital está causando un antes y un después", apunta Desirée. También realizan actividades más sencillas como acompañamientos a citas médicas, paseos saludables o visitas a lugares icónicos como el Carmen de los Mártires. Uno de los grandes beneficios de esta red de apoyo es el vínculo que se crea entre sus usuarios. "Ves como se conocen entre ellos y se intercambian los teléfonos. Es muy bonito", celebra Desirée.

"Uno de los retos que estamos trabajando es sensibilizar a la población. Una persona mayor es experiencia, conocimiento, lo mejor. Ellos no han visto crecer y sin ellos no sabríamos muchas de las cosas que hoy día hay en el mundo", declara la técnica del Área de Mayores. En cifras, señala que, en 2024, "más de 3.300 personas participaron en la provincia en nuestro programa de personas mayores". Alcanzar esas cotas requiere del tesón de muchos voluntarios, a los que agradece su labor. Con una sonrisa, agrega que "nuestros usuarios los tienen ya como hijos".

La comprensión del acompañamiento

El acompañamiento es una labor que requiere de empatía, pero también de entereza. Un gran ejemplo de ello es Blanca Alcalá, voluntaria de Cruz Roja Granada que inició esta tarea en 2020, cuando la pandemia puso el mundo bocabajo. En la Sierra de Baza, en cortijos que se encontraban más que aislados, compartió los sentimientos de angustia o tristeza que pudieron sentir muchas personas. "Fue una experiencia dura, pero personalmente también me sirvió muchísimo", asevera.

La comprensión de Blanca llega también a través del teléfono. Así lo hace actualmente desde la Carretera de la Sierra. Su experiencia desde el otro lado de un dispositivo le ha llevado a escuchar, acompañar silencios e incluso "escuchar lágrimas". Además, también hace "una visita en el barrio donde vivo", donde comparte enriquecedoras conversaciones con una vecina a la que incluso a ayudado a utilizar Alexa, un dispositivo que de cierta forma también aporta compañía a las personas que viven solas. Blanca opina que esta labor contribuye a que las personas se sientan "acompañadas, importantes, queridas y escuchadas". Una de sus reflexiones es que las personas acompañadas también aportan esa "palabra de ánimo y esperanza" a quienes las ayudan.

El círculo de esta encomiable actividad es tan grande que abarca historias como las de Conchi, que durante mucho tiempo pensó en ser voluntaria sin llegar a conseguirlo. Su idea cristalizó cuando pasó antes por el rol de usuaria en uno de los cursos de Cruz Roja Granada. Aquello fue el primer paso para que sus buenas intenciones beneficiasen a los demás. La soledad no deseada es mucho más que un apuro, pero la humanidad y los buenos valores pueden lograr que el sol salga cada día.

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