¡Qué cruz!

¡Qué cruz! Esta expresión la habremos podido escuchar -o incluso pronunciar- unas decenas de veces durante este fin de semana tan señalado para los granadinos. Por el Albayzín, por el Realejo, por el centro o por algún pueblo del cinturón, pongamos Pinos Genil, por ejemplo.

También en el barrio del Zaidín. Pero allí no hicieron falta flores, fajaluza o pero alguno delante. Nos bastaron once camisolas rojiblancas, un tal Paco sentado en un banquillo y el sol pegando sin tregua por encima del alero de la tribuna.

El partido del domingo en el coliseo zaidinero fue para arrepentirse. Y con razón. Con todos los planes que había por toda la ciudad, unos casi 20.000 sufridores escogimos la 'Eterna Lucha' para ver a dos equipos que pelean por el ascenso a Primera... ¡Quién lo diría! Nos perdimos la música, las habas, las cañas fresquitas, los vestidos de flamenca, la orfebrería y cerámica granadinas. Quizá alguna cosa más, vaya usted a saber. Todas menos la cruz. Porque vaya partidito, Paco... ¡Qué cruz!