La nueva moda que genera debate: ¿está bien grabarse en el gimnasio?
Plataformas como TikTok, Instagram o YouTube han impulsado este fenómeno, donde el entrenamiento ya no es solo un acto privado

Cada vez es más común ver a personas grabándose mientras entrenan en el gimnasio. Trípodes, móviles colocados en bancos o colchonetas y usuarios corrigiendo ángulos antes de hacer una serie se han convertido en parte del paisaje habitual de muchos centros deportivos. Lo que comenzó como una herramienta para observar la técnica o documentar el progreso físico se ha convertido en una tendencia asociada al auge de las redes sociales.
Plataformas como TikTok, Instagram o YouTube han impulsado este fenómeno, donde el entrenamiento ya no es solo un acto privado de superación personal, sino también una fuente de contenido. Mostrar rutinas, transformaciones corporales o incluso caídas y errores forma parte de una cultura digital que premia la exposición constante.
Sin embargo, esta práctica ha empezado a generar malestar entre otros usuarios. La presencia de cámaras en zonas comunes puede generar incomodidad, especialmente cuando alguien aparece en un vídeo sin su consentimiento o es interrumpido durante su sesión de entrenamiento. Algunos usuarios denuncian que han tenido que esperar a que otra persona terminara de grabar para poder usar una máquina o que han sido reprendidos por cruzarse frente al móvil de alguien que estaba grabando.
Ante esta situación, algunos centros deportivos han comenzado a tomar medidas. Mientras unos prohíben expresamente el uso de trípodes o la grabación en determinadas zonas, otros apelan al sentido común y piden que se evite molestar a terceros. Aun así, la regulación es desigual y en muchos casos se deja a criterio del personal del gimnasio.
El debate también gira en torno a las motivaciones. Para algunos, grabarse responde a razones legítimas: evaluar el progreso, corregir la técnica o mantener la motivación. Para otros, se trata más bien de una búsqueda de validación social o visibilidad en redes. En cualquier caso, el resultado es un cambio en la forma de relacionarse con el deporte y con el entorno de entrenamiento.
En un entorno compartido como el gimnasio, el desafío está en equilibrar el uso personal de la tecnología con el respeto por los demás usuarios. Grabarse puede ser una herramienta útil, siempre que no interfiera con el objetivo principal del espacio: entrenar. La convivencia dependerá de establecer normas claras, promover la educación digital y, sobre todo, recordar que el gimnasio es un espacio colectivo.
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