Granada Sound, en el foco del boicot cultural por su posible vínculo con KKR
El festival granadino figura entre los eventos señalados por su relación con Superstruct Entertainment, participada por el fondo de inversión vinculado a intereses militares e israelíes

La industria musical española vive una ola de cancelaciones y protestas por parte de decenas de artistas y colectivos que acusan a grandes festivales de estar financiados por capitales vinculados al conflicto en Gaza y a la industria armamentística. En el centro de la polémica se encuentra KKR (Kohlberg Kravis Roberts & Co.), un fondo de inversión estadounidense con presencia global, que participa en compañías como Superstruct Entertainment, promotora internacional que gestiona o controla parte de la estructura de varios festivales españoles, entre ellos el Granada Sound.
La campaña de boicot, impulsada por colectivos culturales y el movimiento internacional BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), denuncia que KKR tiene inversiones en empresas tecnológicas y de defensa que colaboran con el ejército israelí, y acusa a estos festivales de lavar con cultura los beneficios de la guerra. El rechazo ha comenzado a traducirse en cancelaciones de actuaciones, comunicados de protesta y presión social creciente.
Estos son los festivales señalados por su vínculo con Superstruct Entertainment y, por tanto, afectados por el boicot:
- Arenal Sound
- Bahía Sound
- Brava Madrid
- Brunch Electronik,
- Caudal Fest
- Elrow Town
- Festival de Les Arts
- FIB Benicàssim
- Granada Sound
- I Love Reggaeton
- Ibiza Elrow Amnesia,
- Interestelar
- Love the Twenties
- Love The 90s, Madrid Salvaje
- Monegros Desert
- Morriña Fest
- OFF-Sónar
- O Son do Camiño
- Resurrection Fest
- Sónar Barcelona
- Sonórica, Sónica
- Tsunami Xixón
- Viña Rock
¿Qué es KKR y por qué está en el punto de mira?
KKR es una firma global de capital riesgo con sede en Nueva York, fundada en 1976. Con inversiones por valor de más de 500.000 millones de dólares en sectores que van desde la sanidad o el transporte hasta las telecomunicaciones, el entretenimiento y la industria militar, KKR se ha convertido en símbolo del capitalismo financiero más agresivo.
El fondo ha adquirido participaciones significativas en empresas relacionadas con la música —como BMG, una de las mayores editoras musicales del mundo— y con promotoras de eventos culturales. En Europa, su presencia se ha ido expandiendo a través de acuerdos con compañías como Last Tour, responsable de algunos de los festivales más importantes de España.
Pero lo que ha encendido la mecha del boicot no ha sido solo su dimensión empresarial. KKR ha sido vinculado a inversiones en empresas de tecnología militar empleadas por el ejército israelí y a compañías con fuerte presencia en el complejo industrial de defensa. Esta relación, en el contexto del conflicto en Palestina, ha sido señalada por colectivos pro derechos humanos como una forma de complicidad estructural con crímenes de guerra.

Festival Granada Sound 2024
Una protesta con impacto en España: ¿Quiénes están siendo señalados?
El impacto del boicot se deja sentir con fuerza en la industria musical española. Afecta tanto a artistas que se ven obligados a posicionarse, como a festivales y promotoras que ven cuestionada su financiación y sus vínculos empresariales.
Entre los festivales en el punto de mira destacan:
- Granada Sound (Granada)
- FIB – Festival Internacional de Benicàssim
- Sónar (Barcelona)
- Viña Rock (Villarrobledo)
- Kalorama (Madrid y Lisboa)
- Madrid Salvaje
- Riverland (Asturias)
- BBK Live, BIME y Azkena Rock Festival (organizados por Last Tour)
Algunas de estas citas, como BBK Live o BIME, están directamente promovidas por Last Tour, empresa que según los colectivos activistas mantiene acuerdos comerciales o financieros con KKR, mientras que otras forman parte de circuitos musicales o redes logísticas que comparten proveedores, inversores o patrocinadores con compañías vinculadas al fondo estadounidense.
Bandas que dicen "NO"
Grupos y solistas del ámbito del rock, el indie o la música urbana han comenzado a cancelar su participación en estos festivales como acto de protesta política y gesto de solidaridad con Palestina. En muchos casos, las cancelaciones se acompañan de comunicados en los que se denuncia lo que consideran un intento de “lavado cultural” por parte de grandes fondos de inversión que usan la música como escaparate amable mientras mantienen lazos con industrias armamentísticas.
La campaña se enmarca en el movimiento internacional BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), que promueve cortar lazos económicos y culturales con entidades que colaboren con el Estado de Israel hasta que se respeten los derechos del pueblo palestino.
Una industria cultural en debate
Más allá de la coyuntura política, este boicot ha abierto un debate más amplio sobre el papel del capital privado en la cultura, la dependencia de grandes festivales respecto a fondos de inversión y la pérdida de control creativo y ético en la industria musical. Para algunos, se trata de una reacción necesaria frente a la mercantilización extrema del arte; para otros, una deriva ideológica que pone en peligro espacios de encuentro cultural.
Lo cierto es que, por primera vez en mucho tiempo, el mapa festivalero español se enfrenta no solo a retos logísticos o económicos, sino a una interpelación ética y política directa. Y tanto los promotores como los artistas se ven empujados a tomar partido.
El caso del Granada Sound, uno de los festivales de referencia del sur peninsular, ha generado especial atención en Andalucía. Diversos artistas ya han mostrado su incomodidad por verse programados en eventos relacionados con Superstruct, y se espera que en las próximas semanas puedan producirse nuevas cancelaciones o comunicados públicos.
Más allá del caso concreto, el conflicto abre un debate sobre quién financia la cultura, cómo operan los grandes fondos de inversión en la industria musical y qué papel juega el compromiso ético en los festivales contemporáneos.
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