Granada, cuna del arte femenino: las grandes artistas olvidadas por la historia

Aurelia Navarro, Isabel García Lorca, la Tortajada o María Victoria Mir de Miguel, entre las mujeres que encumbran la cultura

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Blanca Li, una de las mujeres que representan el arte granadino | Foto: Archivo GD
Diana Ioana
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Granada es la cuna del arte, durmiendo en ella las bellas construcciones arquitectónicas que albergan la vida de la ciudad, calles ambientadas con el clásico sonido de la guitarra española acompañada de la voz flamenca y el taconeo, los apaisados cuadros que forman parte de la cultura, las esculturas que dan vida e inmortalizan generaciones pasadas o el cine, la considerada cúspide de las siete artes -por englobar todas ellas en una-, que tiene la capacidad de captar el movimiento y darle una vida eterna.

Como motivo del 8M, el lector hará un recorrido histórico por las siete patas que conforman las bellas artes, pero desde una perspectiva borrada e ignorada a lo largo de la historia: las mujeres artistas. Las mujeres han sido silenciadas en todos los ámbitos posibles, pero si hay uno cuya importancia es vital para una democracia sana y el desarrollo colectivo de la sociedad es la cultura, donde las mujeres gritan por ser escuchadas. GranadaDigital las ha oído.

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Literatura. El talento femenino tras las letras

Granada es la ciudad de las letras, con calles adornadas de profundas y poéticas frases y una larga tradición de escritores y, aunque no se las haya visibilizado, escritoras. Porque la cultura y las historias no las escriben sólo los hombres.

Hermana de Federico García Lorca, Isabel García Lorca además de ser profesora también fue escritora, con sus estudios cursados en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada. Exiliada en Nueva York, desarrolló su docencia en varios centros, como el New Jersey College for Women, Hunter College o Sarah Lawrence College. En la ciudad de la libertad, Isabel se amistó con Marguerite Yourcenar, quien posteriormente sería una de las primeras investigadoras de la muerte de Lorca en el mismo lugar de los hechos. Vuelta del exilio, se instaló en Madrid pero en una visita a la Vega de Granada, pueblo de su infancia, sucedió algo mágico: Isabel paseaba por las calles del pueblo en absoluto silencio, mientras que los habitantes salían de sus casas para besarla o tocarla, también en silencio. Se había quedado sin voz de la impresión. Con tres obras autobiográficas, Isabel nos deja plasmada su memoria y recuerdos, un tesoro documental.

Siguiendo esta línea de versatilidad, Rogelia León -1828-1870- abarcó los campos de la escritura, poesía, ensayo y dramaturgia, desarrolló una pasión por la poesía gracias a las clases sobre literatura del Liceo granadino. Comenzó publicando poesía en diversas revistas de la provincia y, posteriormente, de la comunidad autónoma y a nivel nacional. Poco después, en 1857 publicó una colección de poemas, Autos de la Alhambra, en donde a veces se podía notar cierta crítica feminista, como la lamentación por la predilección de los hombres por ver tan sólo la belleza femenina y no su talento. También defendió la abolición de la esclavitud, e impartió clases como académica en el Liceo de Granada, teniendo presencia además en el Círculo malagueño de ciencia, literatura y arte, y siendo socia de mérito en la madrileña Academia Científico-Literaria.

Arquitectura. La mano femenina tras la ciudad de granada

Los cimientos sobre los que se levanta la ciudad de la Alhambra no están diseñados y edificados sólo por manos masculinas, sino que la presencia femenina es algo que, aunque se intente, no se puede borrar.

María Victoria Mir de Miguel destaca en este campo. Nacida en la provincia en 1957, se licenció en la Escuela de Arquitectura de Sevilla. Su figura es clave para el mantenimiento y conocimiento de monumentos como la Alhambra, el Generalife o Sierra Nevada, además de ser autora y partícipe de abundantes proyectos en Granada capital, como en La Caleta (redistribuyendo las plantas 6, 7 y 8 del edificio), Carrera del Darro, Albaicín, y los alrededores como Maracena o Purchil.

Un considerable número de viviendas de protección oficial de Granada y sus pueblos han sido edificados por ella, así como ha dirigido la construcción de viviendas unifamiliares y edificios de viviendas en el Albaicín, ha redactado el proyecto de polideportivo para Centro de Tecnificación de Lucha en Maracena, y la restauración de las cubiertas de la Casa de los Girones y de los torreones de la Real Chancillería. Allá por donde el lector pase, es probable que vea alguna construcción donde María Victoria ha tenido algo que ver.

Pintura. El desnudo que costó la libertad

El arte plástico no recae exclusivamente sobre nombres masculinos aunque históricamente haya estado dominado por hombres y las normas hayan sido impuestas por los mismos. A lo largo de su historia, han habido mujeres que han ido contra la norma y han pincelado los pilares de los futuros derechos de las artistas, aunque en el camino hayan sido borradas de un plumazo de la historia.

Aurelia Navarro es una destacada pintora granadina, una de las primeras socias de la Asociación Española de Pintores y Escultores y una de las seis mujeres que fundaron la institución, donde los hombres representaban un número de 180. Nacida en Pulianas en 1882, y se formó con el pintor José Larrocha en la Escuela de Artes y Oficios de Granada, aunque culminó sus estudios con el pintor Tomás Muñoz Lucena. Con tan solo 22 años, participó por primera vez en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes -en la que solo el 14% de los participantes eran mujeres-, donde recibió una mención honorífica por su cuadro Sueño tranquilo, y dos medallas de bronce por sus obras Retrato de Señorita y Desnudo femenino.

Sus inquietudes artísticas tienen como raíz su infancia, gracias al aprendizaje en pintura y dibujo que sus padres, como toda familia burguesa, le ofrecieron. Sin embargo, esta educación no tenía como objetivo formar artistas, sino todo lo contrario: se buscaba que este aprendizaje estético y artístico lo aplicaran a la esfera privada, al cuidado del hogar. Las mujeres no tenían cabida en la esfera cultural e intelectual, aunque algunas se abrieron paso como Moisés entre las aguas del mar de hombres que dominaban la sociedad.

El impacto de ser mujer, dedicarse al arte y además representar un tema tabú, como lo era el desnudo femenino, fue una hazaña en el siglo XX. Su estilo destaca por centrarse en representar a la figura femenina de manera íntima, desafiando los preceptos de lo que se consideraba 'arte femenino' -pintar flores y bodegones-. Pese a pintar más de cien obras, una parte de su obra se ha perdido debido a la calidad de los materiales empleados. Aunque otra parte está en posesión de familiares y descendientes de su hermano, la Diputación de Granada cuenta con el Desnudo femenino y la Casa Ajsaris con Pensativa.

Aurelia Navarro, Desnudo de mujer, 1908. Diputación Provincial de Granada.

Desnudo femenino es un autorretrato, que ha sido expuesto temporalmente también en el Museo del Prado de Madrid, un cuadro atrevido y transgresor para la época, puesto que durante mucho tiempo las academias de arte no permitía que las mujeres pudieran acceder a las clases de desnudos, era considerado algo impúdico. Ya no era simplemente pintar desnudos, era pintarse a sí misma, tomar el control de su cuerpo y su arte, convertirse en su propio sujeto y objeto con autonomía propia, algo totalmente impensable. 

Logró destacar en un campo dominando por la masculinidad, desafiando desde dentro las normas impuestas a las pocas mujeres que había, transgrediendo lo que era considerado apropiado o no para las artistas femeninas y batallando con esa censura patriarcal.  

Su profesor, Tomás Muñoz, intentó que la familia de Aurelia aceptara una beca de la Diputación para estudiar en Roma, pero fue rechazada. Con la oposición de su familia tras el éxito de Desnudo femenino -que mostraba el rostro y cuerpo de la artista en plena naturalidad, hecho que indignó sobremanera a su familia- su actividad se vio reducida a la esfera granadina, aunque esto le duró poco. Querer dedicarse al arte le costó su libertad, puesto que se vio casi obligada a ingresar en la Orden de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento como monja en Córdoba, donde falleció tras más de 40 años de estancia. Aunque en el convento siguió pintando, sus obras ya no consistían en desnudos, sino que se dedicó a retratar monjas. Toda su obra pasó a tener un tinte religioso, nunca antes visto en sus obras anteriores, que versaban sobre la libertad e independencia de las mujeres.

En pleno cénit de su carrera, como otras artistas, sus sueños se vieron disipados tras su ingreso en la congregación y su nombre fue injustamente borrado de la memoria y cultura popular. 

Escultura. Una mano tocada por Dios

Un ámbito más complicado, a nivel histórico, de encontrar nombres femeninos ha sido el de escultura. Afortunadamente, en el nuevo siglo XXI, esto está cambiando y las mujeres cada vez esculpen más el arte moderno que empapa la sociedad.

Ingresando a los doce años en la Escuela de Arte de Granada, María Ángeles Lázaro Guil -nacida en 1959- es una escultora que ha expuesto su obra a nivel no sólo nacional, sino también internacional: Canadá, Estados Unidos, Japón, México, Italia, Alemania, Marruecos, Gran Bretaña, Portal, Francia o Catar, por nombrar unos pocos.

La Piedad de Guadix, restaurada por María Ángeles Lázaro Guil. Fuente: Catedral de Guadix

Destaca su restauración de la Piedad de Miguel Ángel en la Catedral de Guadix, restauración que le devolvió la vida a la escultura tras ser perjudicada durante la Guerra Civil y ser medio destrozada a martillazos. Autorizada, la artista pudo viajar innumerables veces a Roma para tomar las medidas, fotografiar al original, dibujar escorzos... para recrear la obra lo más fielmente posible, usando incluso todos los restos conservados del destrozo en los años 30 en Guadix. Resalta también el uso que hace de la luz, con la que intenta crear un efecto dinámico jugando con las sombras y luces. Sin nada que envidiarle al original, la escultora ha devuelto a Granada esa parte de cultura italiana que había sido damnificada.

Música. De Santa Fe al mundo

Las voces femeninas han tenido un mayor reconocimiento y valoración, aunque esto depende de la época. Ya son conocidas estrellas actuales como Lola Índigo, Estrella Morente, Soleá Morente o Rosa López. Sin embargo, también hay otras artistas del pasado que no han corrido la suerte de alcanzar el reconocimiento posterior. 

“La Tortajada” en una foto de 1904 publicada en Navy and Army Illustrated

Nacida en la Vega de Granada -Santa Fe- en 1867, el nombre de La Tortajada resonaba las calles no sólo granadinas, sino internacionales. Una especie de estrella que traspasa fronteras, su nombre real era Consuelo Tamayo Hernández y fue una bailarina y cantante del género de revista -un subgénero de la comedia que combina música, baile y escenas teatrales en tono humorístico-.

Viendo su rostro en postales, fotografías y noticias de todo el mundo, su vida consistió en numerosas giras por el globo terráqueo, llevando el arte granadino a otros países y dando lugar incluso a historias ficticias en prensa londinense o parisina para aumentar las tiradas de sus periódicos. Su imagen tuvo alcance global en manos de prestigiosos fotógrafos.

Fue condecorada por el Kaiser Guillermo, el Zar Nicolás y recibida en audiencia privada por el Papa Pio X, logros que no cualquiera podía conseguir. Sin embargo, su carrera artística se vio truncada cuando su madre, en el lecho de muerte, le pide que abandone esa vida que asociaba al pecado. La artista cumple con la voluntad de su progenitora, instalándose en Granada para vivir la vida tradicional de familia. Su nombre, poco a poco, dejó de resonar en el imaginario colectivo y poca gente conoce ya quién es la mujer detrás de ese nombre.

Con una calle dedicada a su nombre -Calle Consuelo Tamayo la Tortajada- Santa Fe fue también el lugar que la vio cerrar los ojos, en 1957, por última vez.

Danza. Más que una 'bailaora'

Danza y guerra son, a priori, dos palabras que no parecen poder encajar en la misma frase. Sin embargo, María 'La Bailaora' consigue que se aúnen en un mismo sintagma.

Situada en el siglo XVI, su hazaña cobra un mayor valor por su transgresión en la época. Además de ser una bailarina, María tomo una decisión casi política: hacerse pasar por un hombre para participar en la batalla de Lepanto. Las mujeres no tenían permitido participar en las guerras, teniendo que quedarse al cuidado de las casas, hijos y familias en ausencia de los varones. Sin embargo, mujeres como 'La Bailaora' decidieron desafiar los roles tradicionales y arriesgar su vida en el campo de batalla.

Vestida de arcabucera, la artista recibió congratulaciones de Don Juan de Austria por su participación, desempeño y méritos en la batalla, aunque tras esto no hubo más noticias sobre el paradero de María, dejando en el aire la incógnita de saber qué fue de su vida.

Su figura abre un interesante interrogante sobre la historia y la visión que se tiene sobre el papel de las mujeres, una visión sesgada por el pensamiento retrógrado y que muchas veces da por supuesto cuestiones que, quizá, no sean tan evidentes. La mujer en la historia no ha estado relegada a la esfera íntima y familiar sino que, en ocasiones, convertida en una especie de Barbie multifacética, ha sido tanto artista como guerrera.

Cine. Las mujeres no son solo actrices

Blanca Li también constituye un versátil currículum que engloba tanto ser coreógrafa, bailarina, realizadora y cineasta. La granadina toca muchos estilos, desde flamenco, hip-hop, el ballet más clásico o la danza barroca. No es hija única, su hermana Chus Gutiérrez es también una directora granadina que se ha hecho hueco en el panorama.

Blanca Li, cineasta, bailarina, coreógrafa y realizadora granadina. Fuente: Fundación Rodríguez Acosta

Además de contar con su propia compañía de baile, Compañía de danza Blanca Li -de más de 20 años de edad-, también produce proyectos fuera de ella. Tanto dirigir como coreografiar óperas, se ha visto envuelta en multitud de proyectos, entre los cuales destaca crear un ballet basado en el cuento de Sheherazade para la Ópera de París, una prestigiosa compañía francesa.

Con una trayectoria internacional, la artista ha desplegado su talento también en el audiovisual, siendo la coreógrafa de películas como Los amantes pasajeros, de Pedro Almodóvar, Felpudo Maldito, de Josiane Balasko, La espuma de los días de Michel Gondry e incluso para anuncios de prestigiosas marcas como Jean-Paul Gaultier, Prada, Lancôme, Kenzo... o más económicas, como H&M. Ha trabajado en la realización de vídeos musicales para artistas como Beyoncé, Coldplay, Paul McCartney o Daft Punk.

Incursionó también en el mundo del cine, con su primer cortometraje llamado Angoisse -angustia, en francés-, ganador de cuatro premios en los festivales de Brest, Grenoble y Créteil. Además de dirigir otros proyectos audiovisuales y cortometrajes cómicos, una adaptación de su coreografía Al-Andalus y varios largometrajes, haciendo también un papel como actriz en Cambio de planes, de Danièle Thompson.

Parte de la historia, parte del mundo

Es difícil ignorar a la mitad de la población que constituye el género femenino. Sin embargo, durante siglos, se han borrado sus nombres de la historia, de la cultura y el arte como si no hubiesen existido. Pero esto ya no es ni va a ser así. Es cuestión indispensable darles el lugar que se merecen y el lugar que ocupan, un lugar que a menudo se ha convertido en un no-lugar, en un extrarradio inhabitado y no turisteado.

Desde científicas, artistas, políticas, médicas, hasta amas de casa, cocineras o profesoras, las mujeres han escrito también los libros de historia y han hecho posible que la historia, tal cual la conocemos, haya sucedido. Por ello, no deben caer en el olvido y honrar su memoria y legado pasa por darles el lugar que ocupan y que se merecen. Porque ser mujer ya no tiene por qué ser sinónimo de desaparecer.