De patrulla por el ferial con los hombres de Paco

GranadaDigital acompaña a la Policía Local durante el desarrollo de su dispositivo especial ininterrumpido en el recinto de Almanjáyar

Patrulla policia local en el corpus - celiaperez-22
Patrulla de la Policía Local en el Corpus de Granada | Foto y vídeo Celia Pérez
Chema Ruiz España
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El subinspector Paco Padilla se pone la gorra y asoma por la calle Zambra ojo avizor. Son las cinco de la tarde y el sol cae sobre la piel como la llama de un mechero; quedan bastantes horas para los momentos críticos del viernes en el recinto de Almanjáyar, pero no ha lugar a la relajación. Camina sin despegarse del walkie-talkie, pero con el sosiego de quien carga con el bagaje acumulado en 27 fiestas así, con la mirada achinada para no perder detalle de lo que ocurre a su alrededor. Sus hombres, apostados en cada esquina dentro y fuera del ferial, patrullan a pie y a caballo. Junto a él, el agente Natalio Moreno, su guía y fiel acompañante en esta jornada aunque normalmente pertenece a la unidad GOAD, cuyo currículum refleja 20 de estos eventos. "Llevamos más ferias que el Litri", bromean. En total, son 30 los efectivos que en ese momento conforman el dispositivo de protección y seguridad de la Policía Local, pero el penúltimo día del Corpus apenas ha comenzado. Al caer la noche, son 40 policías.

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"Nosotros estamos desde las seis de la mañana hasta las seis de la mañana", esboza una sonrisa el subinspector Padilla. "Nuestro dispositivo no cesa en ningún momento. Nosotros estamos 24 horas al día, todos los días que dura el ferial. En diferentes turnos, que se van intercalando y van compaginando, para que en ningún momento haya ausencia de agentes", abunda. El despliegue, detalla durante la ronda, comprende dos unidades fijas en las entradas. El resto son itinerantes: dos en la zona de atracciones, tres en el interior de las casetas, tres en el exterior del recinto encargadas del control tanto de la circulación como de los estacionamientos, otra que viste de paisano y la de caballería. Todas ellas, bajo la coordinación del mando granadino, prestas para cubrir un amplio abanico de servicios.

De repente, el subinspector se detiene y se echa el walkie al oído. "Vamos", decreta, al tiempo que acelera el paso. En mitad de la calle Zambra, la vía principal del ferial, un turismo estacionado que los agentes Rojas y Rodríguez abordan de inmediato. "Han llegado a una zona habilitada para los caballos y, evidentemente, aquí no pueden estar para descargar los materiales que tienen que utilizar en sus labores de vendedores ambulantes. Les hemos dicho que descarguen lo antes posible y se lleven el coche, que aquí no pueden estar. Esto es una zona habilitada solamente para los caballos y para feriantes", definen la actuación policial. "A esta hora, lo que más se suele reclamar a la gente es eso. Viene con los vehículos, tiene que descargar… Ellos colaboran, sacan los materiales y se van lo antes posible", ahondan. 

La unidad de caballería

Por allí, el núcleo de la feria granadina, trotan mansos los cuatro equinos que, con sus correspondientes jinetes, conforman la unidad de caballería, cuya misión atañe específicamente tanto a los caballistas como a las calesas. "Controlamos que todo el mundo vaya con la vestimenta tradicional o lo más arreglado posible, que no invadan los espacios peatonales, que cumplan con las normas según la ordenanza del ferial y que todo transcurra con normalidad y tranquilidad para que no haya incidentes y la gente pueda disfrutar de la feria", sintetiza Gabriel, a lomos de uno de los caballos. No son habituales los percances, señala, aunque alguno hay. "No hemos tenido, hasta el viernes, ningún tipo de incidente, excepto uno intrascendente, un pequeño golpecillo, una herida leve", precisa Padilla, al tiempo que solicita la intervención de operarios de Inagra para retirar algunos excrementos. No se le escapa una.

"Cuanto más proactivo seas y más prevengas, menos reactivo tienes que ser; menos intervenciones son necesarias", argumenta su afán de que la institución se convierta en un cuerpo más "comunitario". Las manecillas del reloj marcan las seis. El subinspector y su guía regresan a la caseta de la Policía Local, donde, afirma, se siente "más útil". Desde allí, coordina todo el operativo a la vez que recibe los avisos de manera directa. En el camino, es el agente Moreno quien se echa el aparato receptor a la oreja: "Una persona mayor se ha desvanecido en Top Gun", avisa a su superior.

Objetos perdidos, mareos y un coche sin permiso

"Felipe, ¿cómo tenemos los objetos perdidos?", entra Padilla en la garita que sirve de puesto de mando policial en el Corpus. El agente administrativo Ortega saca una caja llena de cosas, acumuladas en varios días. "Ha llamado una mujer para preguntar por esto -responde-. Los móviles ya se han entregado todos", se congratula. "Aquí se reciben todas las llamadas de las unidades que están en el recinto ferial", apunta. Él se encarga, entre otros asuntos, de anotar "todo lo que sucede en el recinto ferial". "Ahora mismo, por ejemplo, una unidad nuestra ha solicitado la actuación de Cruz Roja en la zona de los columpios porque una mujer con 75 años se ha mareado -¿recuerdan el aviso que recibió el agente Moreno unas líneas más atrás?-. Allí se personan ellos y hacen el trabajo que tengan que hacer", ejemplifica.

Irrumpe en la caseta de manera repentina Antonio Estévez, policía de la sección de Tráfico, con varios papeles en la mano. "Los compañeros de una unidad estaban en su punto y han visto a un vehículo hacer una maniobra extraña. Han revisado su documentación y han comprobado que el titular tenía una pérdida de puntos, el coche estaba sin seguro, sin ITV... Han procedido a inmovilizarlo, a retirarlo al depósito y a abrir diligencias y su denuncia administrativa al conductor", relata la actuación, fruto de la vigilancia del perímetro en el exterior. "Hemos retirado ya varios turismos por estar estacionados en zona de minusválidos, en zona peatonal y demás", puntualiza, a lo que agrega entre sus quehaceres diarios en el Corpus "vigilar alcoholemias y conducciones negligentes o temerarias". 

Un sospechoso habitual y venta ambulante ilegal

A las 19:45 horas, buena parte de los policías que componen el dispositivo están citados en la plaza principal del ferial, prevenidos ante otro de los momentos cruciales de la jornada. Unos minutos antes, a todos los hombres de Paco les vibra el móvil. Un mensaje del subinspector. "Nos han comunicado a través de unos señores de vigilancia privada que había una persona en actitud sospechosa y que ellos son conscientes de que en otras ocasiones ha habido hurtos, siendo él el sujeto activo del delito. Nos han pasado una foto en la que se ven algunas características físicas de él y se la he pasado a los agentes para que estén precavidos por si lo ven, procedan a su identificación y, en este caso, vean si tiene algún objeto que haya sido sustraído de alguna persona", explica Padilla, quien, al levantar la mirada, ve algo extraño frente a una caseta. El subinspector y el agente Moreno salen echando chispas.

Sorprenden a una mujer que ha tendido en el suelo una manta sobre la que reposan decenas de sombreros y gorras. De inmediato, recogen la sábana y todo el material, lo meten en una caja y se lo llevan. "Entre otras funciones que tenemos, está el control de la venta ambulante no autorizada. Aquí, hay puestos de algodón, de patatas... Pero todo el mundo tiene su permiso. Por respeto a ellos, sobre todo, tenemos que actuar contra esa venta ilegal. Hemos procedido a incautar una mercancía que estaba siendo vendida al lado justamente de otro puesto y hemos denunciado", explica Padilla. Natalio Moreno, entretanto, trata de tomar los datos de la mujer, pero el nombre de la calle en la que asegura vivir no coincide con ninguna del mapa granadino. "¡Es que no me puedo creer que no sepa dónde vive!", exclama.

Desalojo de caballos

No hay tiempo suficiente como para dedicar más a este asunto. Dan las ocho de la tarde y tanto los caballistas como los carruajes comienzan a desfilar hacia las salidas. "Ya está el desalojo activo", advierte el subinspector, que, dada la complejidad del momento, ha solicitado el apoyo de un vehículo con mampara, por si surge algún percance. En siete minutos, todos los animales están fuera. "Acabamos de ver el desalojo de caballos y de coches de caballos que se produce todos los días a las 20:00 horas. La dinámica es que nuestra unidad de caballería, con el apoyo de Policía Nacional y todos los indicativos que estamos prestando servicio en el recinto ferial, procedemos a indicar los dos lugares de salida de evacuación, que son la puerta principal y la secundaria indistintamente. Los van enfocando a las salidas. Nosotros colaboramos con ellos evitando que ninguno se dé la vuelta y reinicie el recorrido", esclarece. "Vale, señores, gracias por la actuación. Vuelvan a sus lugares".

Es entonces cuando se abre un paréntesis de tranquilidad. "Es un momento de relativa calma", sostiene Padilla, quien precisa que se cruzan quienes han estirado la tarde desde el mediodía y aquellos que llegan para alargar la noche, el tramo más delicado. "El alcohol es lo que lo complica todo, seamos sinceros", se encoge el subinspector, que se retira de nuevo a la caseta policial. Desde allí, aguarda a que el sol desaparezca del todo y la cosa se agite, siempre pendiente por si ocurre algo.

"La noche requiere muchísima atención, precisamente por las grandes competencias que nos otorgamos en la noche. El cierre de las casetas es competencia completa nuestra. El consumo de alcohol fuera de lugares habilitados, el típico y recurrente botellón, lo tenemos controlado nosotros. No solamente en la zona del recinto ferial, sino también en la zona exterior", enumera Padilla, quien incide también en la atención al consumo de alcohol en niños y adolescentes. "Este jueves, se denunció una caseta por tener a dos menores consumiendo, apercibiéndoles de cierre", recuerda. Los farolillos se encienden en el ferial y la jornada se acerca a su fin. "Está siendo una feria muy tranquila", asevera. "En el servicio, hemos asistido a tres personas por diferentes mareos, por el calor. Los desalojos han sido normales. Ha habido incautaciones de mercancía y 22 denuncias por coches mal estacionados que obstaculizaban la salida de otros vehículos. También la retirada de dos en zonas de emergencia, aparte de una denuncia por conducir con el permiso caducado", resume. Suficiente para que sus hombres permanezcan alerta, al menos, hasta este sábado.