Consejos para no lesionarte durante el Camino de Santiago

El Colegio Oficial de Podólogos del País Vasco ha aportado una serie de consejos con el objetivo de concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de cuidar los pies, la parte que más se ve afectada durante el Camino de Santiago.

Camino de Santiago
Por creencias religiosas o por hobby, el Camino de Santiago tiene cada vez más afluencia
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Cada año miles de personas realizan el Camino de Santiago por creencias religiosas o por hacer un turismo alternativo, saludable y económico. Un recorrido que no entiende de edad ni de sexo, pero que requiere de una preparación antes, durante y después del trayecto para no sufrir lesiones.

 

PREPARACIÓN PREVIA

1. Tendremos que ser conscientes de nuestro peso corporal, y si es excesivo es recomendable perder peso antes de emprender el camino reajustando nuestra dieta.

2. Los pies van a ser los grandes protagonistas de este camino, con lo que lo más recomendable es acudir al podólogo, ya que es el más capacitado para detectar alteraciones funcionales y estructurales, que puedan dificultar la marcha y pueda ofrecernos el mejor tratamiento posible en caso de necesitarlo.

3. Entrenar meses antes, con etapas cortas al principio de unos 5 km al día que nos ayuden a comprobar nuestro estado físico. Aumentaremos las distancias progresivamente de semana en semana o cada dos, en base a nuestra capacidad de respuesta, dejando periodos de descanso. Es aconsejable realizar este trabajo con el mismo calzado que vayamos a usar, para detectar puntos dolorosos o de fricción.

4. Nunca usar calzado nuevo, ni muy desgastado ni deformado, ya que este último disminuye la estabilidad del pie y al caminar tantas horas seguidas aumentará el riesgo de lesiones.

5. El tipo de calzado dependerá del terreno y del clima. Elegiremos botas para terrenos irregulares y climas adversos, ya que la caña de la bota estabiliza el tobillo y la membrana impermeabilizante mantiene el pie seco. Para climas cálidos y perfiles regulares sin muchos desniveles es más recomendable el uso de zapatilla tipo 'trekking', ya que permiten mayor libertad de movimiento del tobillo.

DURANTE EL CAMINO

1. Lo más importante es mantener los pies limpios y secos.

2. Antes de empezar la marcha no conviene ducharse con agua muy caliente ni durante mucho tiempo, puesto que así maceramos la piel y queda más expuesta a posibles lesiones.

3. Tras el aseo del pie hacer un minucioso secado interdigital, dorsal y plantar.

4. Revisar las uñas, si están muy largas recortar, pero nunca en exceso y en la medida de lo posible, en recto.

5. Para evitar ampollas se puede aplicar una fina capa de vaselina pura a modo de segunda piel o cremas antirrozaduras, antes de ponerse los calcetines.

6. Siempre vestir los pies con calcetines apropiados, sea la época del año que sea. Actualmente existen en el mercado calcetines sin costuras, transpirables que no retienen la humedad y de secado rápido, que se adaptan perfectamente a la superficie del pie para evitar arrugas.

DESPUÉS DE CADA ETAPA

1. Revisar los pies al descalzarse.

2. Tras la ducha o aseo personal: minucioso secado e hidratar los pies.

3. Realizar las curas de las lesiones detectadas: la lesión estrella es la ampolla o flictena. Si es asintomática, podremos aplicar povidona yodada y taparla con un apósito. Si es dolorosa, está sobreelevada o inflamada habría que drenar el líquido seroso mediante una punción con aguja estéril, nunca cortar la piel sobreelevada. Rellenar la lesión con la povidona yodada y cubrir con un apósito. También se puede recurrir a los apósitos hidrocoloides que hacen el efecto de segunda piel. Otra lesión muy típica es la aparición de hongos, que evitaremos manteniendo a raya la humedad.

4. Es altamente recomendable cambiar el calzado después de cada etapa. Un calzado más liviano que deje al pie airearse después de tantas horas encerrado. Las sandalias tipo trekking, con sujeción en el talón son las más adecuadas.







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