Vivir con Asperger: "Me sentía el bicho más raro del circo"

La niñez es la etapa más difícil de sobrellevar, ya que los primeros síntomas comienzan a aparecer a partir de los siete años

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Jerónimo López Reina, estudiante granadino universitario | Foto: Remitida
Natalia López
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El Asperger es un trastorno del espectro autista que afecta gravemente a la comunicación e interacción social. Las personas con esta condición tienden a mantener comportamientos repetitivos, intereses limitados, dificultades motrices e inconvenientes en el desarrollo del aprendizaje. El día internacional de las Personas con Discapacidad fue declarado por la Asamblea de Naciones Unidas en 1992. Una cita con el objetivo de visibilizar y mejorar la situación del 15% de la población mundial. Se estima que el 80% de las discapacidades son invisibles. Esto hace referencia a lesiones cerebrales y discapacidades auditivas y psicosociales, entre las cuales se encuentra el Síndrome de Asperger.

“Las personas con Asperger no somos raros, nuestra condición es otra forma de ser distinta”, afirma Manuel Romero Mateos, quién convive con Asperger de tipo TEA1. Para los psicólogos es imprescindible un diagnóstico precoz, ya que este conlleva una mejora en la inserción del paciente. La mayoría de personas con Asperger asisten a terapias centradas en enseñar aspectos de la comunicación no verbal y otros tipos de principios del lenguaje.

El Asperger se caracteriza por no ser una discapacidad intelectual, por lo tanto, es mucho más difícil de diagnosticar. Muchos médicos consideran que el espectro autista no se diferencia del Asperger, siendo este un síntoma de menor intensidad.

La niñez es la etapa más difícil de sobrellevar, ya que los primeros síntomas comienzan a aparecer a partir de los siete años, aunque muchos padres observan problemas antes de los 24 meses. Jerónimo López Reina, estudiante granadino universitario, confirma que se sentía totalmente "desplazado" durante sus primeros años de vida. La discriminación se convierte en una rutina para aquellos que conviven con Asperger, pues durante toda su vida deben socializar en un mundo que no comprende su situación. Muchas personas desvalorizan este trastorno, determinando erróneamente que carecen de una discapacidad.

Un estudio elaborado por el Centro de Psicología Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid en colaboración con otras instituciones académicas afirma que estudiar en la universidad o tener acceso a estudios superiores es complicado para muchos diagnosticados, ya que la autonomía e independencia depende del grado de Asperger. También sostiene que la vida universitaria conlleva una relación social demasiado alta para ellos. Según Manuel Romero Mateos, las instituciones públicas deberían adaptar la educación dependiendo de las dificultades de cada estudiante, pues cada caso es diferente y merece atención, una atención alejada del paternalismo.

No se debe olvidar que las personas con discapacidad son personas con condiciones distintas. No son héroes ni supervivientes. Eliminar estereotipos y erradicar comportamientos de discriminación deberían ser los principales objetivos de la población porque no son inadaptados, es el mundo el que no se encuentra adaptado para ellos.







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