“La vida con los cortes de luz ha dejado de serlo, se ha convertido en supervivencia”

Los vecinos de la zona Norte cuentan una vez el auténtico infierno en el que viven: "Mi padre sufrió un infarto por tener que subir nueve pisos andando"

Los cortes de luz pueden durar de cuatro a diez horas | Foto: Carlos Gijón / Archivo GD
Ainoa Morano
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Los medios de comunicación copan sus titulares con informaciones sobre la guerra entre Ucrania y Rusia, el hecho no merece menos, pero los vecinos de la zona Norte están viviendo su particular batalla que dura ya demasiados meses. Una guerra silenciosa, que pasa desapercibida, pero que está haciendo que cientos de personas pasen por un auténtico infierno. 

Este martes los vecinos de este barrio de Granada han vuelto a ponerse en contacto con este medio para contar, una vez, las condiciones tan infrahumanas en las que tienen que vivir, o más bien, sobrevivir.

Uno de los casos es el de un matrimonio de personas mayores, de 66 y 67 años para ser más concretos. Ambos son sordomudos, viven en un noveno piso y, además, el hombre sufre cáncer. Las pasadas navidades, este señor sufrió un ataque al corazón al verse obligado a subir a pie los nueve pisos ya que por los cortes de luz el ascensor no funcionaba. Su hija ha escrito una carta en un grito desesperado de ayuda donde asegura que “ansiedad, depresión y nervios” son sensaciones que sus padres experimentan todos los días desde hace meses. “La vida ha dejado de ser vida y se ha convertido en supervivencia. Hemos tenido que esperar durante horas en el coche porque no podían subir a casa al no tener luz. Ellos ya no hacen planes por el miedo a no poder regresar a casa, se sienten un estorbo, no quiero que vivan sus últimos años así”. 

Otro de los vecinos afectados por estos cortes de luz, pide a un juez mediante una carta que “interfiera en esta situación sin escuchar las argucias de los empleados de Endesa”. “Nos mandan a que denunciemos con el protocolo que ya tienen preparado para estos casos y que no sirven de nada, la empresa tiene que cumplir con sus obligaciones”. Este hombre vive en un octavo piso, tiene una prótesis de cadera y requiere del uso de una máquina para poder extraerse la orina, aparato que evidentemente no puede usar si hay un corte en el suministro eléctrico. 

Las palabras se quedan cortas para contar todas las injusticias que tienen que vivir estas personas que, como ellos mismos aseguran, pagan sus recibos religiosamente. Lo peor de la situación es que la compañía eléctrica no les proporciona ninguna solución como bien explica otra de las vecinas. “He tratado de cambiar mi plan contratado muchas veces y siempre me dicen que no pueden, que lo tienen todo correcto y que no hay ningún problema en el servicio”. 

Esta mujer denuncia que se tiene que marchar de la casa por la que tanto ha luchado por tener, ya que cuando la luz se va tiene que coger la botella de oxígeno de su marido y marcharse a otro lugar. “Lo único que queríamos era disfrutar de nuestra jubilación en nuestro piso que tanto nos ha costado pagar. ¿Qué esperan que tenga que pasar para escucharnos y ayudarnos?”.







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