Varios estudios demuestran las consecuencias del Covid en la fertilidad

Mientras que los asintomáticos apenas tienen efectos secundarios, los casos más graves derivan en una fertilidad más frágil en incierta

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Hombres y mujeres sufren las consecuencias | Foto: Archivo
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La pandemia de COVID-19 ha marcado un antes y un después en los tratamientos de fertilidad. Aunque los efectos de la pandemia sobre la fertilidad masculina y femenina aún no son conocidos completamente, queda claro que la situación ha cambiado muchas cosas.

En un artículo publicado en la revista Reproductive Biomedicine Online, el doctor Jan Tesarik, científico granadino y director de la clínica MARGen de Granada, subraya que los diagnósticos y los tratamientos de fertilidad después de la pandemia de COVID-19 serán utilizados de una manera diferente de la que conocíamos hasta ahora. En concreto, será necesario realizar un análisis profundo y personalizado de la condición de cada pareja para evaluar eventuales efectos de la pandemia sobre su fertilidad.

Efectos directos e indirectos

El impacto de la pandemia sobre la fertilidad puede ser directo o indirecto. El primero tiene que ver con sus efectos en  personas directamente afectadas por la enfermedad, mientras que el segundo  cubre un amplio abanico de consecuencias derivadas de restricciones y limitaciones durante la pandemia en personas no afectadas directamente por la COVID.

En el caso de los efectos directos, varios estudios científicos sugieren que las infecciones asintomáticas y sintomáticas leves no afectan la fertilidad femenina y masculina. Sin embargo, formas graves de la COVID pueden dejar secuelas, si bien aún queda mucho por saber sobre su alcance.  Tienen que ver, sobre todo con posibles daños en el sistema reproductor vinculados con la edad y diferentes condiciones clínicas de los pacientes afectados, incluyendo su salud reproductiva antes de la infección y la presencia de varias enfermedades crónicas.

Tampoco existen datos suficientes sobre los posibles efectos desiguales de diferentes variantes del virus sobre la fertilidad masculina y femenina y, menos, sobre posibles efectos de la infección a largo plazo, como un deterioro tardío de la espermatogénesis en el hombre o el inicio prematuro de la menopausia en la mujer. Para aportar nuevos datos sobres estas cuestiones, la revista Frontiers in Reproductive Health prepara un número especial dedicado al tema “COVID-19 y reproducción humana” que tiene como editor jefe al doctor Tesarik.

Según el científico granadino, la pandemia de la COVID puede tener efectos indirectos sobre la fertilidad humana. Sin contar el estrés causado por el miedo de enfermar y problemas económicos debidos a la limitación de actividad en ciertas profesiones, la pandemia, sobre todo en su inicio, fue responsable de retrasos de tratamientos por la reproducción asistida, debidos a restricciones del movimiento de personas y otras limitaciones. “Estos retrasos -señala el doctor Tesarik- impactaron sobre todo en parejas con problemas de fertilidad presentes antes de la pandemia, como por ejemplo las mujeres de edad avanzada o con una menopausia precoz”.

Fertilidad más frágil e incierta

Tras la COVID-19, la fertilidad de personas de ambos sexos será más frágil e incierta. En las personas directamente afectadas por el virus, las células somáticas de su sistema reproductor han podido sufrir daños que perturben su función. Se trata sobre todo de las células responsables de la nutrición y del soporte del desarrollo de los gametos (espermatozoides y óvulos) en los ovarios y los testículos. Estos daños podrían tener efectos tardíos, hoy en día aún difíciles a predecir y cuantificar.

Por su parte, el retraso de los tratamientos de reproducción asistida ha podido influir negativamente sobre la calidad de los espermatozoides y los óvulos en parejas que ya presentaban anomalías graves antes de la pandemia. Consecuentemente es preciso que los diagnósticos y tratamientos de infertilidad cambien el enfoque, las perspectivas y las prioridades de sus acciones para maximizar la efectividad y evitar daños irreversibles.

Estos cambios necesitan un análisis profundo y personalizado de la condición de cada pareja, con el fin de establecer el orden de prioridades, y deben servir para minimizar el coste de los tratamientos de infertilidad por niño nacido. “No se trata de una simple bajada de los precios”, comentan el doctor Jan Tesarik y la doctora Raquel Mendoza Tesarik, directores de la clínica MARGen de Granada. “Lo más importante es actuar utilizando para cada pareja un protocolo específico, hecho a su medida, para optimizar los resultados y para reducir al mínimo el número de tentativas realizadas antes de alcanzar el nacimiento del niño deseado”, concluyen los científicos granadinos.







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