Urnas calientes

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (1i), se reúne con el secretario general de Unidas Podemos, Pablo Iglesias (2i), de cara a la sesión de investidura que comienza el 22 de julio.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones, y Pablo Iglesias, líder de Podemos, en julio en el Congreso de Diputados | Foto: GD
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Todo apunta a la repetición electoral, pero si hubiera acuerdo de última hora, la resultante sería un gobierno en extrema debilidad parlamentaria que en muy poco tiempo evidenciaría su orfandad de apoyos en el Congreso y abocaría a la cita con las urnas. Cita con las urnas que arrojaría un resultado tan parecido en cuanto a bloques que consumaría el bucle maldito en que se ha metido la política en España.

Un día tras otro día, el calendario ha ido arrancando sus hojas y septiembre asomó un año más. Solo que este 2019 tiene una componente de cuenta atrás que marca una fecha de caducidad el próximo día 20, viernes para más señas. En esa fecha, cuando las agujas del reloj marquen la hora se habrá consumado la maldición que pesa sobre la política española y ya sin más entraremos en otra cuenta atrás, entonces la que conduce al 10 de noviembre en que abrirán otra vez las urnas...

Ha llegado septiembre y, como escribíamos aquí, se ha cumplido el enunciado tan inconsciente como subconsciente de sus señorías, que en la última ocasión en que se reunieron en el Congreso de los Diputados -era julio- dieron por perdido el mes de agosto, sin decirlo pero pensándolo, sencillamente por inacción, que las vacaciones son sacrosantas a derecha, centro e izquierda y, así, estamos consumiendo las últimas posibilidades de negociación y acuerdo que evite una nueva cita con las urnas. Que sería la cuarta en menos de dos años...

En la abulia a la que han llevado a la política precisamente quienes más interesados deberían estar en prestigiarla, decíamos hace ahora más de un mes que si de alguna forma existiese dentro de la normativa electoral una regla que inhabilitase la inclusión en las candidaturas de quienes han demostrado de forma inequívoca su incapacidad para negociar acuerdos y enhebrar apoyos, esta misma tarde se desbloqueaba la actual parálisis.

Naturalmente, este escrito de hoy viernes desconoce lo que ocurrirá de aquí al día 20, aunque las quinielas que hoy por hoy se hacen apuntan a posturas inamovibles que en nada auguran el acuerdo que permita formar gobierno y evitar una nueva cita electoral. Este debate de la investidura es un artículo ideado en positivo en los años del consenso, cuando se elaboró la Constitución y aquellos políticos de primera hora, con bastante más sentido de Estado y de la responsabilidad, no podían anticipar que cuarenta años después una nueva generación de 'profesionales' de la política harían del obstruccionismo -por una parte- y la inmovilidad -por el otro- el eje central de sus actuaciones.

Y así, estamos en las fechas que estamos, cuando el mensaje que se traslada es el mismo que hemos venido sintiendo desde el mismo domingo de abril que se saldó con el escrutinio que ahora envenena las mentes políticas. Pero no hay que desanimar, que con estos políticos que tenemos todo es susceptible de empeorar: de haber acuerdo, ya sea con Podemos en el Gobierno o con apoyos externos en el Congreso, el Ejecutivo nombrado vivirá en una situación de extraordinaria debilidad, sin mayoría suficiente para sacar adelante sus iniciativas y proyectos, el primero de todos los Presupuestos Generales del Estado. Y si finalmente, como todo parece indicarlo, se repiten las elecciones, el resultado será -escaño arriba, escaño abajo- muy parecido al que padecemos y -en todos los casos- imposible para la ruptura del actual 'bibloquismo'. Sobre todo, si Albert Rivera mantiene su actual y suicida estrategia de disputarle el terreno político no solo al PP sino también a Vox.

Es por eso que en los cuatro meses transcurridos las posturas a las que hemos asistido por parte de nuestros representantes políticos han estado más enfocado a la estrategia electoral que se avecina que a la necesaria ceremonia de convicción que se supone debe presidir los momentos de negociación y diálogo preparatorios de acuerdos para la gobernabilidad del Estado. Todos, en precampaña...







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