Ser resiliente para poder amortiguar duras situaciones vividas en esta pandemia

Las personas dotadas de resiliencia saben que los momentos de crisis, cómo los que vivimos, no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen ante ello

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Todos y todas podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias - fomentar la autoestima, ser proactivos, aprender de los errores, ser optimistas, ser flexibles, ser asertivos, ser bondadosos...-. De hecho, las personas resilientes han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas y, al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentarse a los diferentes retos de la vida. Un ejemplo claro: esta pandemia tan dura y tan compleja.

La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en los genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia la podemos desarrollar a lo largo de la vida y nos ayuda a reestructurar nuestros recursos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. Las personas resilientes no solo podemos ser capaces de sobreponernos a las adversidades como las de esta pandemia que nos ha tocado vivir, sino que podemos ir un paso más allá y utilizar estas situaciones para crecer y desarrollar al máximo nuestro potencial.

Las personas dotadas de resiliencia saben que los momentos de crisis, cómo los que vivimos, no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen ante ello.

Las personas resilientes, cuando se enfrentan a una adversidad o necesitan superar la tristeza de una pérdida y transitar por un duelo emocional, se trabajan cualidades como relativizar, ya que si no somos capaces de tomar distancia, nos desbordaremos. Por tanto, aceptar que las cosas no van a ser siempre como nos gustaría que fuesen, ni como se supone que deberían ser, es fundamental. Lo que sucede es lo que sucede, no podemos cambiar lo ocurrido, pero, a partir de ahí, somos nosotros los que damos el significado a eso, y ante ello podemos magnificar o reducir, podemos verlo como una injusticia o como un reto. Es evidente que cuanto más relativicemos las cosas, mejor gestionaremos nuestras emociones. Junto a ello, es fundamental mejorar la autoestima ya que las personas resilientes confían en sí mismas, no pierden mucho tiempo lamentándose, no tienen tanto miedo a las críticas o al qué dirán, son personas que se centran en sus objetivos y los persiguen con determinación para volver a resurgir. Y esa autoestima les permite pedir ayuda si lo consideran necesario y convertir los problemas en lecciones. Las personas resilientes comprenden que las crisis van y vienen, y cada una puede aportarnos una lección de vida, por lo que hay que aprender de ellas para crecer y superarse, y dar el lugar que se merece a la perseverancia.

Por tanto, para fortalecer nuestra resiliencia, hay que poner autoconocimiento, autoestima, empatía, autonomía, afrontamiento positivo de la adversidad, conciencia del momento, optimismo, flexibilidad, perseverancia, sociabilidad, además de tolerancia a la frustración y a la incertidumbre.

Ejemplos resilientes tenemos muchos, como por ejemplo:

1. Nelson Mandela superó la discriminación y 27 años de cárcel

Nelson Mandela tuvo la suficiente fortaleza interior y entereza para no rendirse durante su larguísimo cautiverio, y salir con fuerzas para acabar con la discriminación étnica.

2. María Belón y su familia sobrevivieron a un tsunami y lograron reencontrarse

La historia de la familia de María Belón y Enrique Álvarez, que sobrevivió junto a sus tres hijos al tsunami del Índico en 2004, se tuvo que enfrentar a la devastación por separado hasta que lograron encontrarse.

3. Los refugiados

Un refugiado es ya de por sí una persona resiliente, capaz de dejar atrás todo ante el peligro que corre su vida en su país por causas raciales, religiosas, de orientación sexual o de guerra.

Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles, una manera diferente y más optimista de ver el mundo, ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma.

Para practicar mejor la resiliencia, es necesario ser conscientes de potencialidades y limitaciones, ser creativas, confiar en las capacidades, asumir las dificultades como una oportunidad para aprender, practicar la conciencia plena, ver la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista, rodearse de personas que tienen una actitud positiva, no intentar controlar las situaciones, sino las emociones, ser flexibles ante los cambios, ser tenaces en los propósitos, afrontar la adversidad con humor o buscar la ayuda de los demás y el apoyo social.

Muchas cosas son necesarias para ello. Pero situaciones vividas en esta pandemia nos hacen necesitar de ellas para conseguir superarlas y sobrevivir a esas difíciles situaciones que nos alteran el día a día.







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