Necesitamos estar implicados para poder disfrutar

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El sentimiento de pertenencia a un grupo, a una organización, a una institución es importante | Foto: Remitida
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La implicación influye en el rendimiento. La gente se siente más satisfecha cuando está implicada. La implicación significa poner el corazón y la mente en las cosas y disfrutarlas. Los tres fundamentos de la implicación son: el compromiso, el disfrute y la conexión.

En mi implicación influye, naturalmente, si el proyecto me hace vibrar. Si eso pasa, soy capaz de trasmitir esa energía e inspiración a otras personas. Sin duda alguna, no hay nada como percibir una mirada de pasión. Este tipo de emociones, como la pasión y el entusiasmo, nos permiten crear vínculos profundos con la gente que nos rodea.

1.EL COMPROMISO

El compromiso es lo que transforma una promesa en realidad. Es la palabra que habla con valentía de nuestras intenciones. Es la acción que habla más alto que las palabras. Es cumplir con lo prometido cuando las circunstancias se ponen adversas. Es el material con el que se forja el carácter para poder cambiar las cosas. Es el triunfo diario de la integridad sobre el escepticismo.

Comprometerse y mantener los compromisos son la esencia. Así, las personas con compromiso son críticas. Cuando uno sabe bien lo que quiere, lo que es digno y cuáles son sus valores, no duda en mantener una actitud crítica ante lo que considera que no es justo. Son perfiles que hacen uso de una elevada franqueza.

El buen compromiso empieza también por uno mismo. La autoestima fuerte es de gran ayuda para comprometernos con nosotros mismos y los demás. Así, a mayor compromiso con uno mismo, mayor es la sensibilidad con el entorno y con la sociedad. Tarde o temprano uno entiende que no somos islas separadas en medio del océano, que para convivir hay que respetar y favorecer también el bienestar ajeno y el de nuestro entorno para que todos salgamos ganando.

Y ello supone un esfuerzo permanente hacia la consecución del objetivo establecido. Cuando nos comprometemos es porque conocemos las condiciones que estamos aceptando y las obligaciones que éstas conllevan.

2.DISFRUTAR

Disfrutar lo que uno hace es básico. Está claro que cuando hay placer, los resultados son muy superiores. Es algo que no debemos perder de vista, no sólo por nosotros mismos, sino también por los que trabajan con nosotros.

Si me implico plenamente en las cosas que hago, me hace disfrutarlas. Cuando me fusiono con mi tarea, cuando me olvido de que el tiempo pasa o cuando lo que hago me llena de energía, significa mi implicación, mi disfrute.

Disfrutar es una sensación de la implicación total, en la que aparte de ello, existe una conexión emocional. Y en ello, sin duda afecta la sonrisa, el reírme con mi gente, irradiando emociones positivas, porque las emociones son contagiosas.

Influir en el estado emocional de otra persona, para bien o para mal, es algo natural. Lo hacemos con frecuencia. El intercambio emocional forma parte de la interacción humana. Así, contagiarse de emociones positivas lleva a una mejor colaboración, a un descenso de los conflictos y a una mejor percepción de las cosas. Ocurre todo lo contario cuando experimentamos el contagio de emociones negativas.

Y es que los estados emocionales gobiernan nuestras vidas, incluyendo nuestra manera de pensar, de soñar, de actuar, de recordar, de…. Todos los comportamientos que tenemos proceden de un estado emocional, que suele ser temporal y está claro que las emociones nos definen como personas.

3.CONEXIÓN

Es evidente que la implicación viene de mi entorno, de mi equipo, de los valores que compartimos, de seguir una misma dirección al remar todo el mundo hacia el mismo lugar, siendo más fácil tomar decisiones. Y los valores no son sólo palabras, sino que nos dicen cómo vivimos, cómo orientamos las causas que defendemos. Y es que la inspiración y los valores son dos de los ingredientes más importantes de la implicación.

Facilitar que las personas piensen, actúen y tomen decisiones de manera autónoma, las ayuda a asentirse dueñas de su destino. Y para ello, la participación es clave. Y ello influye de forma directa en los resultados. Para ello, la libertad y capacidad de elección, la confianza en mi responsabilidad y en mis contribuciones al éxito, son fundamentales. Y ello se construye desde la idea de un entorno favorable, frente a un entorno tóxico. Para ello, es básico reducir las amenazas. Todo ello porque la implicación tiene un impacto biológico real.

Es evidente que en ello, es necesario tener claro RECONOCER LA SINGULARIDAD. Sabemos que todos tenemos preferencias. Pero es necesario superar la distancia, porque la diversidad manda. De todas formas, más allá de las diferencias, hay impulsos comunes para todas las personas, independientemente de la edad, el sexo, la profesión... Está claro que IMPLICA estar con gente con experiencia, que me trata de igual a igual, cuando siento que me respetan, cuando me siento fácilmente integrado.

Además es importante reconocer que la flexibilidad fomenta la implicación. Y para ello, es ideal apoyarse en la fortaleza de las otras personas.

El respeto y la confianza son importantes para todos e incrementan la productividad. Por tanto, el sentimiento de pertenencia a un grupo, a una organización, a una institución es importante. Las personas somos seres sociales y pertenecer a un grupo, es una necesidad social, donde el cerebro responde positivamente a ello. Junto a ello, las personas actuamos de manera distinta si estamos en un entorno social o estamos solos. Cuando nuestras necesidades son satisfechas, respondemos como si obtuviéramos una gratificación.

Por tanto, estar en sintonía es fantástico. Y es necesario profundizar en el vínculo.







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