Dedicado a los que creen que nunca se equivocan, altivos, mediocres, ostentosos e intolerantes que gestionan la pandemia

CIUDADANIA FRIO NAVIDAD COVID GRANADA - Dani B
Avatar for Joan Carles March
0

El otro día pasó una anécdota en la que un responsable hablando de un científico lo criticaba sin argumentos solo por el hecho de que en algunos momentos ha discrepado de las políticas de su partido en el gobierno de una CCAA sobre la pandemia. Así va la empatía de algunos responsables. Y como digo siempre, el odio es la cólera de los débiles.

Vivimos en tiempos de pandemia con un grado alto de toxicidad como demostraba este responsable. La toxicidad puede hacer perder de vista la percepción que uno tiene de la realidad y de sí mismo. Estás personas son las que se comportan como narcisistas conversacionales, personas que hablan mucho y constantemente de sí mismas, pero que no muestran ningún interés en escuchar y aprender de los demás como este responsable.

La realidad es que creo y pienso que es buena y necesaria la discrepancia y el confrontar ideas siempre desde el respeto. El problema es que a veces la falta de humildad de algunos, junto a cierto ego les hace encumbrarse en una posición de prepotencia. Y claro el ego de algunos y la falta de respeto no les permite pensar que quien está delante a veces no concuerda con sus ideas. Son esos que consideramos responsables tóxicos.

Es típico de estas personas como decíamos antes, el no escuchar a los demás y además, colgarse medallas que no son suyas, incumplir lo prometido o no reconocer un buen trabajo. No hay nada más decepcionante que un jefe o un responsable en este caso, que no sabe estar a la altura de las circunstancias en un momento delicado como el que estamos viviendo.

Hablar de humildad y de ego y unirlas nos permite trabajar desde la humildad para combatir el ego. Y es que la humildad es una forma de sabiduría. La humildad es un modo de estar y de relacionarse que tiende a dejar espacio a los demás. La humildad es la que nos permite valorar los éxitos de los demás y los propios con un rasero similar. Cuanta humildad falta en algunos de estos responsables, que creen que nunca se equivocan, además de ser altivos, bastante mediocres, muy ostentosos y claramente intolerantes que gestionan la pandemia!

Personalmente prefiero esas personas que mantienen la empatía (cuanta falta hace en esta covid-19), esas que no se olvidan de cuando empezaron y se acuerdan de lo que entonces ellos pensaban de los de arriba. Me gustan esas personas que saben el esfuerzo que exigen porqué antes lo han experimentado desde abajo. También me gustan esos responsables que contienen sus egos y ceden el paso. Los que respetan sin escalafón. Los que lo piden todo por favor y dan las gracias.

Las instituciones, y más hoy en día, necesitan responsables que las protejan de la autocomplacencia y la arrogancia, que sean un ejemplo de cercanía, que escuchen, hagan preguntas y vuelvan a escuchar. No hay humildad que no escuche.

Los responsables humildes saben que lo importante es que la gente pueda crecer. Y la gente se siente crecer cuando aprende y cuando asume más responsabilidad. Aprender y respetarse son lo mejor que hay. Y desde una humildad militante que falta nos hace, puedan gestionar proporcionadamente el no–talento y contundentemente a los que se creen más que los demás y faltan al respeto. Sin respeto no hay comunidad. Drucker decía que es necesario ser intolerante contra la intolerancia. Necesitamos responsables humildes que también sean intolerantes contra la altivez que ofende, como la del responsable que hemos apuntado.

Y es que se pierde el respeto a esta gente altiva e intolerante porque se deja de confiar en su capacidad o en su manera de ser. Alcanzar ese punto, es la crónica de una muerte anunciada. Y es que el 49% de los”la ciudadanía denuncia las “faltas de respeto” como la principal lacra procedente de los mandos. “Prepotencia”, escogida por un 37%, “incompetencia” (29%), “falta de apoyo” (28%) o “ausencia de trato humano” (25%) completan este cuadro de los horrores, algunas de las cuales están presentes en este caso que hemos contado.

La humildad no es compatible con la ostentación. No hay nada más mediocre que un responsable ostentoso. Y es que la desmedida ambición de algunos es un problema.

Los que triunfan saben que fuera de su organización hay talento y se empeñan en crear instituciones abiertas. Creen que fuera hay quién puede innovar. Por qué se afanan por entender cómo cambia el mundo y cuales son las tecnologías que les pueden cambiar la partitura a sus productos o servicios. Los humildes aprenden y desaprenden.

En un mundo como el actual que la pandemia ha girado del revés, se requieren responsables que con humildad sepan modificar el rumbo, que no se aferren a sus pronósticos y que sepan leer antes que otros los cambios necesarios. La flexibilidad requiere humildad, saber regresar sobre las propias decisiones y los propios sermones. Solamente dudan los humildes, por eso son confiables. Los grandes desafíos requieren grandes compromisos y la altivez nunca fue la madre de compromisos consistentes.

Un consejo en tiempos de pandemia:

El perdón libera muchas energías positivas y es conveniente practicarlo. Pedir perdón es un paso imprescindible para restablecer la relación de un responsable con la sociedad. Es un gesto de humildad que nos hace ganar. Todos cometemos errores y nos equivocamos. A veces cuando esto sucede nos damos cuenta rápidamente: alguna gente cuenta con un mecanismo de evaluación que pone en marcha casi de manera automática y que nos insta a pedir perdón. A veces, nuestros fallos perjudican a las personas que queremos, por contradictorio que pueda parecer. Pedir perdón tiene mucho valor y es un paso necesario para reconstruir la confianza perdida. Aunque pedir perdón, sin más, no vale mucho. Es un alivio para la persona que lo expresa e incluso puede tener un efecto paliativo para quien lo recibe, pero no repara el daño; lo importante es corregir y revertir el error, y si se ha perjudicado a personas, compensarlas.

Y junto a ello, un nuevo consejo: El poder curativo del apoyo emocional que reduce miedos y ansiedades, fomenta la expresión emocional y ayuda en la adaptación al problema creado. Mucho apoyo emocional necesitamos en estos tiempos donde la salud mental de mucha gente está afectada.

Apoyemos emocionalmente. Pidamos perdón cuando nos equivoquemos. Reparemos el daño hecho. Compensemos los perjuicios generados. Todo ello imprescindible en esta pandemia.







Se el primero en comentar

Deja un comentario