La humildad como fuerza interior

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"La humildad no es falta de autoestima" | Foto: Remitida
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Somos cósmicamente insignificantes. Un “pálido punto azul” en el espacio, como nos definió Carl Sagan a partir de la imagen de la Tierra que tomó el primer Voyager desde los confines del sistema solar.

Vernos como una mota de polvo puede ser una perspectiva alentadora. Aunque no lo parezca, nos quita un peso de encima: el de los otros. Nos ayuda a dejar de vivir tan pendientes de lo que los demás piensan de nosotros y, más aún, a aceptar nuestra humanidad, nuestras fortalezas y limitaciones.

La humildad no es falta de autoestima. Es simplemente darle el valor justo a lo que somos: ni más ni menos que nadie. Y entenderlo, finalmente, nos libera de la ansiedad de la existencia.

Practicar la humildad, más allá de ser en sí mismo un ejercicio enriquecedor, es, tal vez, una de las mejores herramientas contra la ansiedad.

Para la psicología positiva, la humildad es una fortaleza de carácter ligada a la virtud de la templanza. La templanza comprende las fortalezas que nos ayudan a gestionar nuestros hábitos y protegernos del exceso en todos los sentidos, materiales y emocionales. Las otras fortalezas de la templanza son el perdón, la prudencia y la autorregulación.

Según los estoicos, la templanza es sinónimo de autocontrol y de armonía. El autocontrol nos centra. Nos pone en eje. Nos permite reducir el juicio, pensar con mayor serenidad y ver el panorama completo. Ni el mundo está en contra nuestra ni esperando que lo salvemos.

¿Cómo elevar el sentido de la humildad?

  • Ve más despacio por la vida. Literalmente. Un movimiento más lento propicia mejores pensamientos y también reduce las posibilidades de caer en el modo reactivo y automático.
  • Habla menos y escucha más. Si estás conversando con alguien refrénate y trata de concentrarte en la conversación en lugar de preocuparte por lo que quieres decir o lo que piensan de ti. No significa ponerte por debajo del otro, pero sí te permitirá evaluar el valor que podrían aportar tus palabras. Muchas veces creemos que lo que vamos a decir es fundamental, pero si esperamos unos segundos y tomamos distancia nos damos cuenta de que daba un poco igual.
  • Expresa gratitud en mente y cuerpo. Ponte la mano en el pecho o arrodíllate mientras sientes profundamente la emoción de la gratitud o el valor de algo. Esta actitud reforzará tus intenciones.

Como dijo C.S. Lewis: “La humildad no es pensar menos de ti mismo, sino pensar en ti mismo menos”.







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