Compromiso cívico

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Ciudadanos en una céntrica calle de Granada| Foto: Archivo
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Comienzo mi columna bajo el título “En la polis” con una declaración de mis propósitos en ella. “En la Polis” tiene para mi un doble significado, estar en la ciudad y estar en la política. Ambos, a mi entender, están estrechamente vinculados.

Estar en la ciudad tiene ese sentido de cercanía con todo aquello que sucede en nuestro entorno, pero también de conciencia activa y de compromiso con la ciudad que habitamos, en este caso con Granada. Toda ciudad está marcada por su ubicación, su urbanismo, su trayectoria histórica, su patrimonio. Y en Granada eso es mucho. Pero también es resultado de las acciones, comportamientos y valores cívicos de las personas que en ella habitamos, desde el alcalde y los concejales, como máximos responsables, hasta quienes desde nuestro barrio, trabajo, asociación, ámbito cultural o club deportivo vamos modelando una forma de ser de la ciudad.

No me cabe duda de que un buen liderazgo municipal, el acierto en los proyectos de presente y futuro, la gestión diaria de los temas cotidianos, la capacidad de escucha y de empatía con las dificultades, problemas y aspiraciones de la gente modelan la trayectoria de las ciudades. Pero también lo hacen nuestra forma de relacionarnos, los valores que defendemos, cómo nos cuidamos y la cuidamos colectivamente, la capacidad de iniciativa o la crítica constructiva. Estar en la ciudad es, pues, sentirnos concernidos por lo que acontece a nuestro alrededor y no mirar para otro lado, tanto para reconocer el trabajo bien hecho como para criticar lo que consideramos un error o una carencia. Hoy podríamos felicitar a nuestro alcalde y a nuestra Rectora por su apuesta por convertir Granada en la capital de la inteligencia artificial, un proyecto de gran calado para el futuro de nuestra ciudad. Pero es preciso, al mismo tiempo, poner todos los medios para que las personas que no entienden esos nuevos lenguajes, como ha puesto de relieve la campaña iniciada por las personas mayores, no se sientan marginadas, desplazadas y tengan serios problemas para gestionar su vida cotidiana.

El segundo significado de “En la polis” es el de estar en la política que, como habrán descubierto, depende directamente del anterior. Entiendo la política como algo que nos concierne a todas y todos, y no sólo a quienes elegimos cada cuatro años para que dirijan nuestra ciudad o nos representen en los Parlamentos. Sin duda, al lograr la confianza de la ciudadanía tienen la responsabilidad y la obligación de llevar a cabo los proyectos con los que se presentaron y rendir cuentas de ello. Pero todas y todos somos corresponsables en algún grado y hacemos política con nuestro hacer cotidiano: cuando apoyamos la vida cultural o reivindicamos mejores comunicaciones; cuando cuidamos nuestro patrimonio o nos manifestamos contra la violencia hacia las mujeres o para pedir mejor atención sanitaria; cuando mantenemos la limpieza de la ciudad o  celebramos un trabajo bien hecho. Me han preguntado muchas veces ¿ya no estás en política?, tras mis años como consejera de la Junta de Andalucía o diputada a Cortes. Suelo responder, yo sigo en política. ¿Pero dónde? En mi trabajo en la Universidad, comprometida con la investigación sobre las mujeres, con la vida universitaria, mis alumnas y alumnos, participando de la vida cultural y asociativa.

Me preocupa mucho, pues, la antipolítica que cercena y banaliza la necesaria vida en común, que fomenta el individualismo, el desprestigio de las instituciones democráticas, el populismo y la falta de reflexión, y que, frente a lo que supuestamente pregona, tiene claros objetivos políticos. Eso sí, de grupos reducidos, de ciertos tecnócratas, de los más poderosos.

Suelo decirles a mis estudiantes, en las clases que imparto sobre “El pensamiento político en la Antigüedad”, que la palabra era la herramienta política por excelencia para incardinarse en la vida democrática de la antigua polis griega. Palabra como base del debate necesario en toda democracia. Palabra frente al silencio y la violencia. Palabra como diálogo para resolver conflictos de forma pacífica. Palabra para lograr acuerdos entre los que pensamos de forma distinta. Desde ese compromiso cívico inicio esta columna.







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