Ochando y Morente ponen en pie al público de Granada

El espectáculo comenzó con una proyección de parte de un documental en el que Enrique Morente hablaba de la guitarr

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Miguel Ochando y el cantaor Kiki Morente en el III Festival de la Guitarra de Granada | Foto: Gabinete
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Al término de la actuación que ofrecieron el guitarrista Miguel Ochando y el cantaor Kiki Morente en el III Festival de la Guitarra de Granada, el público saltó de sus asientos, como si tuvieran un resorte, y ovacionó con entusiasmo y prolongadamente a los dos artistas. El Teatro Municipal Isabel la Católica estaba lleno de aficionados cabales y exigentes que reconocieron así a un talento asentado y maduro, el de Ochando, y a otro que se forja con lo mejor de nuestro flamenco, Morente.

Comenzó el espectáculo con una proyección de parte de un documental en el que Enrique Morente hablaba de la guitarra, incluso se atrevía con algunos rasgueos. Era el punto de partida desde el que comenzaba a sonar a la música de Miguel Ochando. Al poco aparecía sobre el escenario Kiki Morente, mirando la imagen gigante de un instrumento con un excepcional trabajo de marquetería, de espaldas al público y en pie, arrancándose con unos cantes repletos ecos morentianos. Una bellísima rondeña servía para iniciar un diálogo entre la guitarra y la voz, que se prolongó por espacio de más de una hora, y en el que también hubo momento para la percusión flamenca de Cheyenne, que incluso se marcó un solo de jondo y profundo sentido rítmico.

Un genio rotundo y otro poderoso

En ocasiones, Ochando aparecía solo, en otras junto a la percusión o acompañando a Kiki Morente. Por momentos, los tres reunidos, como sucedió al final. La guitarra de Ochando está repleta de sutilizas. No precisa de grandes alardes sonoros para mostrar un abanico de sonidos que van del bordón más certero, a las melodías con trémolos repletas de elegancia. “Es como un piano” gritó alguien desde el público.
Kiki Morente tiene una voz poderosa, fresca, hábil en el fraseo, dominadora de muchos palos. Es el suyo un cante eficaz y emocionante, repleto de recursos, muy afinado. No hizo uso de la palabra hablada más que en una ocasión, para referirse al guitarrero Rafael Moreno, presente en el patio de butacas y a quien estaba dedicado el recital, bajo el epígrafe de Honores. También destacó la figura de Vicente Coves, el Director del Festival, que fue su maestro cuando se inició el mundo del toque. Probablemente habremos perdido a un gran guitarrista, pero sin duda, hemos ganado un gran cantaor, al que le quedan por escribir muchas páginas.

El alcalde, Luis Salvador, estuvo entre los asistentes a un concierto memorable, marcado por la complicidad de Miguel y Kiki, repleto de emociones como el ver de nuevo al Maestro Enrique Morente, gracias a los medios técnicos a nuestro alcance, en el mismo escenario donde se le veló cuando se marchó de este mundo. Quienes tuvieron la suerte de asistir a esta sesión del Festival de la Guitarra, difícilmente olvidarán todo lo que sucedió.







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