"Nunca te rindas", la emotiva carta que Javier Imbroda dirigió a todos los enfermos de cáncer

El que fuera seleccionador nacional de baloncesto y consejero de Educación y Deporte escribió sus vivencias en un texto cargado de esperanza

Javier Imbroda visita el nuevo colegio de educacion infantil y primaria San Isidro Labrador en Albolote
Javier Imbroda, en una alocución | Foto: Archivo / Antonio L. Juárez
Miguel López Rivera
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Javier Imbroda nunca se rindió. Luchó contra el cáncer de próstata desde que le fue diagnosticado en agosto de 2016. En esa batalla siempre ha mantenido el brazo en alto, blandiendo la espada de la esperanza no solo para él, sino también para muchas otras personas que han padecido la enfermedad en este tiempo.

Algunos médicos y amigos del exseleccionador y exconsejero le pidieron entonces que escribiera sus vivencias en una carta que pudiera servir de ayuda a todos los pacientes de cáncer que pudieran leerla. No lo dudó. El resultado, un gesto de fraternidad y empatía en un momento particularmente complicado.

"Mi mujer me decía que este era el partido que me faltaba por ganar, y en ello estoy. Y esa esperanza es la que quiero trasladar a todos esos enfermos como yo de cáncer, diciéndoles: Nunca te rindas", arengaba desde las teclas como tantas veces lo hizo desde los banquillos y, posteriormente, también como gestor y responsable del deporte andaluz


Puedes leer aquí la carta completa:

Luchar contra el cáncer es luchar por la vida.

Hace algo más de un año me diagnosticaron un cáncer de próstata. Al principio no lo parecía, y uno que jamás había visitado un hospital, no se lo creía. Pruebas y más pruebas diagnósticas, convirtieron mi estado anímico en una especie de montaña rusa emocional: ahora parece que no es tanto, ahora parece que sí. Hasta que en la segunda biopsia, se confirmó lo peor. Cáncer de próstata de grado 10, el más agresivo y con metástasis en esa zona que no voy a detallar, para qué.

Con el diagnóstico comienza un calvario, sobre todo porque sientes que la muerte te viene a visitar y con intención de quedarse. La vida y su final te recorre la cabeza multitud de veces. Desconoces qué sucederá. Te empiezan a hablar de supervivencia, de retrasar lo que parece inevitable, de nuevas técnicas, tratamientos varios, nuevos fármacos, escuchas y escuchas, y uno pasa automáticamente a pertenecer al mundo de los indefensos pacientes, inconscientes del tiempo que les queda.

Un montón de pruebas diagnósticas sin dar en la tecla al principio, dos biopsias, dos cirugías (una laparoscopia y otra cirugía abierta) de entre cuatro y cinco horas cada una batallando en el quirófano. Postoperatorios durísimos con grave infección incluida, tratamientos de hormonoterapia, seis ciclos de quimioterapia, más pruebas, más análisis, siempre con el pellizco de no saber si te estás curando, si todo lo sufrido llevará a los resultados deseados o no. Actualmente pasada la segunda revisión, todas las pruebas y análisis salen normales. Desconozco como cualquiera qué pasará en el futuro, pero ahora sigo aquí.

Dicho esto, no quisiera con estas líneas reflejar solamente el abatimiento que inevitablemente sufres al saber qué te pasa y qué horizonte vas a tener, si es que vas a tener horizonte. Sino transmitir con un lenguaje cercano, cómo afronté mi enfermedad y cómo le hice frente (y aún sigo). Expresar mi testimonio personal, por si puede ser de ayuda a quiénes como yo, lo sufrimos. Algunos médicos y amigos me pidieron que lo hiciera porque pensaban podría servir de ayuda, y eso hago modestamente, cuando me he visto con fuerzas para sentarme y expresarlo. Mi mujer me decía que este era el partido que me faltaba por ganar, y en ello estoy.

Y esa esperanza, es la que quiero trasladar a todos esos enfermos como yo de cáncer, diciéndoles: Nunca te rindas.







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