No es la panacea

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Imagen ilustrativa de una persona teletrabajando | Foto: GD
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Como siempre pasa en las crisis, algunos sectores pierden y otros ganan. Entre los que están obteniendo altos beneficios se encuentra, sin lugar a dudas, el tecnológico. Son muchos los cambios que está generando el coronavirus en el uso de la tecnología. Así las cosas, todas las empresas están implementando en tiempo record actividades como el teletrabajo y el e-learning.

Es cierto que la realidad virtual va a incrementar su importancia a expensas de las reuniones presenciales y los viajes físicos, y que el teletrabajo tendrá un papel más preponderante, pero no tanto. Está por ver si cuando pase esta crisis queda instaurado en más empresas o si volvemos a la situación anterior. No olvidemos que somos un país de pymes y que en determinados sectores no les es fácil prestar servicios a distancia. Por otro lado, la mayoría de las empresas que actualmente están apostando por al teletrabajo lo están haciendo por obligación, no por convencimiento. Aun así, está claro que el trabajo a distancia ha venido para quedarse, por lo que parece previsible que las empresas apuesten por un modelo híbrido, que haga compatible el trabajo desde casa y en las propias oficinas.

Ahora parece que el teletrabajo es la panacea, la solución a todos los males. Sin embargo, España viene de una tradición presencialista muy arraigada. En 2019 solo el 4,8% de los españoles trabajaban desde casa según datos del INE. O eso deben pensar, al menos, los miles de trabajadores que han sido enviados a sus casas para seguir desde allí su actividad laboral. Para los más afortunados, la medida no es una novedad porque, en mayor o menor medida, sus empresas ya habían incorporado el teletrabajo a sus sistemas organizativos. Pero para la gran mayoría, la llegada del trabajo en remoto ha sido como si les arrojaran a los leones. Y es que lo que no habían logrado los avances tecnológicos ni las recomendaciones de los expertos en productividad, parece que lo está consiguiendo el coronavirus.

Gran número de pymes y micropymes se resisten a dar a sus trabajadores la opción de teletrabajar porque carecen de experiencia en esta modalidad y recelan de sus resultados o sencillamente no disponen de los recursos necesarios. Todavía están a tiempo de subirse al carro ante los diferentes escenarios que plantea el momento actual en el que los rebrotes pueden devolvernos a situaciones de confinamiento y, por tanto, a nuevas necesidades de uso intensivo de la tecnología, teletrabajo y prestación de servicios o venta de productos online.

Cierto es que la prestación del trabajo a distancia tiene efectos positivos sobre la sostenibilidad y el medio ambiente, la conciliación familiar y que incluso se trata de un buen mecanismo para atraer y retener el talento, especialmente el de los más jóvenes. Pero no todo son ventajas y beneficios en el teletrabajo. Alguien que trabaja desde su casa, en cierto modo, aislado del resto de la organización, puede perderle el pulso al ritmo de trabajo del resto de sus compañeros. Algo que desde luego no encaja con lo que se nos dice desde las empresas más acreditadas de selección de personal, que no es otra cosa que la importancia del trabajo en equipo. Además, al teletrabajador le cuesta más organizarse en torno a prioridades (tiende a intentar acabar la tarea que está realizando en ese momento) y tiene el peligro de que el profesional pierda la noción de su tiempo de trabajo, ya sea por defecto o por exceso. Sin mencionar el hecho de que la digitalización también trae consigo una mayor exposición a ciertos riesgos que deberán ser afrontados a través de una política de ciberseguridad que los analice, prevea y mitigue. Hay mucho trabajo por delante.

Regulado por el artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores, las relaciones laborales tampoco serán las mismas. Ayer mismo el Consejo de Ministros aprobó una ley para legislar esta nueva forma de trabajar, en la que los teletrabajadores tienen los mismos derechos que los que prestan sus servicios en el centro de trabajo de la empresa.

En definitiva, seis meses después de que la COVID-19 fuese declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud, lo cierto es que solo cabe prepararse para los escenarios más complejos. La pandemia continúa teniendo un impacto muy significativo, tanto a nivel humano como económico. Gobiernos y organizaciones empresariales afrontan el reto de adaptar su estrategia, implementar soluciones tecnológicas y poner en marcha planes de continuidad para dar respuesta a las necesidades de empleados, clientes y grupos de interés. Con la evolución de la crisis, es imprescindible que las compañías trabajen de forma continua para anticipar, adaptarse y gestionar los riesgos, además de evaluar si su estrategia responde de forma adecuada al actual entorno. Sólo las empresas con capacidades digitales y herramientas tecnológicas sobrevivirán al presente.

Nos vemos dentro de quince días, saludos.







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