NADIE está a SALVO de esta PANDEMIA: la mejor vacuna es mayor higiene de manos, autolimitar los contactos y quedarse en casa

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Consejos para lavarse las manos | Foto: Joan Carles March
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Nadie está a salvo de la pandemia global por coronavirus, independientemente de su lugar de residencia. A nivel individual no hay que sobre-preocuparse. Si tenemos síntomas leves, y si no somos contacto de un infectado por coronavirus ni hemos viajado a lugares de riesgo, solo hay que leer las instrucciones del Ministerio de Sanidad y no saturar los centros sanitarios por el miedo.

Y si se toman el tipo de medidas en España, Italia u otros países, no es solo para protegernos a cada uno de nosotros del coronavirus, sino especialmente para proteger a las personas vulnerables y especialmente para que los/as sanitarios/as no se saturen ni enfermen y puedan curar y cuidar a todas las personas enfermas. Minimizar la transmisión comunitaria es el objetivo con el fin de bajar el pico de nuevos infectados.

La mejor forma de prevenir la enfermedad es evitar la exposición a este coronavirus COVID-19. Las medidas preventivas cotidianas para ayudar a prevenir su propagación incluyen:

⁃ Lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón por al menos 20 segundos, especialmente después de ir al baño, antes de comer, y después de sonarse la nariz, toser o estornudar.
⁃ Si no cuenta con agua ni jabón, usar un desinfectante de manos que contenga al menos un 60 % de alcohol.
⁃ Lavarse las manos siempre con agua y jabón si están visiblemente sucias.
⁃ Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca.
⁃ Cubrirse la nariz y la boca con un pañuelo desechable al toser o estornudar y luego botarlo a la basura.
⁃ Limpiar y desinfectar los objetos y las superficies que se tocan frecuentemente, usando un producto común de limpieza de uso doméstico en rociador o toallita.
⁃ Evitar el contacto cercano con personas enfermas.
⁃ Quedarse en casa si se está enfermo.

Por tanto hace falta reducir la velocidad de contagio. Y sobre todo, hace falta que nuestro sistema sanitario no se colapse, sobre todo las UCI. Por eso hay que respetar todas las medidas de contención, de cuarentena, de aislamiento que nos recomienden las autoridades sanitarias. Y hay que tener sensatez y autolimitarse los contactos. Esa es la clave.

Y todo viene porque el coronavirus es un virus nuevo y la ciencia sabe muy poco aún de él. Y por tanto no es fácil predecir. Lo que se sabe: Los coronavirus son una gran familia de virus que causan desde resfriados leves hasta neumonías mortales. Afectan a numerosas especies de animales, como perros, gatos, vacas, cerdos, dromedarios, murciélagos…. Siete de ellos (incluido el descubierto en China) pueden afectar a personas. Su envoltura, vista al microscopio electrónico, parece una corona. De ahí su nombre.

El coronavirus es bastante más contagioso que la gripe, entre otras cosas quizás porque mal que bien contra la gripe tenemos algo de inmunidad pasada, pero frente a este virus estamos totalmente inermes. Los primeros casos se detectaron en diciembre en personas que habían estado en un mercado de pescado de Wuhan donde también se venden otros animales –especialmente aves y serpientes-. Como otros coronavirus, el coronavirus es un virus procedente de otra especie ha adquirido la capacidad de infectar a personas. La especie de la que procede aún no se ha identificado.

Hay dos precedentes de epidemias graves causadas por coronavirus:

1. el SARS (síndrome respiratorio agudo grave), que causó más de 8.000 casos y casi 800 muertes en 2002 y 2003,
2. y el MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio), que ha causado unos 2.000 casos y unas 700 muertes desde 2012.

Los signos habituales de la infección incluyen síntomas respiratorios, fiebre alta, tos y dificultad para respirar, disnea con sensación de fatiga. En casos más graves, la infección puede causar una neumonía mortal.

El hecho de que los principales síntomas sean respiratorios hacen pensar que la principal vía de contagio, aunque no necesariamente la única, es respiratoria. Se cree que el virus se propaga principalmente:

• Entre las personas que tienen contacto cercano entre ellas (dentro de unos 1 metro de distancia).
• Mediante gotitas respiratorias que se producen cuando una persona infectada tose o estornuda.
• Estas gotitas pueden llegar a la boca o la nariz de las personas que se encuentren cerca o posiblemente entrar a los pulmones al respirar.

Además, podría ser posible que una persona contraiga el COVID-19 al tocar una superficie u objeto que tenga el virus y luego se toque la boca, la nariz o posiblemente los ojos, aunque no se cree que esta sea la principal forma en que se propaga el virus. Se cree que las personas son más contagiosas cuando presentan síntomas más importantes. Podría ser posible que haya propagación antes de que las personas presenten síntomas.

Una persona que esté enferma y mostrando síntomas de COVID-19 puede propagar la enfermedad a los demás. Por esa razón, se recomienda que estos pacientes sean aislados en el hospital o en casa hasta que estén mejor y ya no representen un riesgo de infección para las otras personas, según los profesionales sanitarios.

Si las cifras que hay hasta ahora (que cambian diariamente) son representativas del conjunto de las infecciones por el nuevo coronavirus, la mortalidad se situaría en torno al 2% de los casos. La mortalidad por el coronavirus parece ser superior que la de la gripe, pero el grupo más vulnerable es parecido. Hay que tener especial atención con gente con patologías previas de varios tipos y con gente de mayor edad: la mortalidad en China por coronavirus aproximadamente se duplica con cada década de edad, llegando al 14,8 % para los mayores de 80 años. Es una cifra inferior a la de los coronavirus del MERS (con una mortalidad del 36%) y del SARS (10%). Sin embargo, su capacidad expansiva es extraordinarimente elevada.

Dado que se trata de un nuevo virus, aún no se ha desarrollado ninguna vacuna para prevenir la infección. La mejor vacuna es lavarse las manos La prevención se basa en evitar que portadores del virus puedan transmitirlo. Y con medidas higiénicas, donde el lavado de manos es la principal de éllas, junto a protegerse al toser o al estornudar con el codo o con un pañuelo de un solo uso. Se pueden tratar los síntomas, pero no la causa de la infección. Al estar causada por un virus y no por una bacteria, los antibióticos son ineficaces.

Alguna información más: El virus ataca más a los hombres que a las mujeres, y que la edad media de los pacientes se sitúa en torno a los 55 años. Como ya sospecharon los científicos desde el momento en que se dio a conocer el coronavirus, los pacientes autoinmunes o con enfermedades crónicas corren el mayor peligro, concitan las mayores tasas de mortalidad. En un momento determinado, el virus se transmite, y a partir de este punto ya resulta impredecible por dónde y en qué dirección se va a expandir, y a cuántos lugares y personas podrá afectar.

Tampoco hay un tratamiento antiviral específico que se recomiende para el COVID-19. Las personas con el COVID-19 deben recibir cuidados de apoyo para ayudar a aliviar los síntomas. Y en los casos graves, el tratamiento debe incluir atención médica para apoyar el funcionamiento de los órganos vitales.

Y en todo esta situación, es evidente que el que no se puede poner en cuarentena es EL
MIEDO. El miedo se propaga más rápido que el peor de los virus. Cuando la emoción generada por un temor se impone a la razón es muy difícil mantener la calma. Otra vez queda demostrado que el miedo es, comparado con los virus conocidos, el más contagioso e incontrolable.

El coronavirus tiene todos los ingredientes para favorecer la propagación del miedo y temores entre la ciudadanía. Todas las prevenciones para evitar el contagio son necesarias, pero sin perder la calma y atendiendo a los consejos de las autoridades.

Una emoción negativa sólo la elimina o cambia otra emoción más fuerte positiva que se impone a la primera razonando sobre el tema o aportando información creíble sobre la reducción del peligro. Así que el miedo a este desconocido virus sólo se superará con informaciones que generen emociones positivas, como asumir que esa enfermedad tiene en estos momentos un bajo índice de mortalidad o creerse que se trabaja en buena dirección para controlar su propagación.

En estos momentos las emociones negativas que disparan el miedo ganan la batalla. Este mes de enero la venta de mascarillas en farmacias de España se han triplicado respecto al mismo periodo de 2019.

La alerta por el coronavirus genera cierto temor por las incógnitas sobre esta enfermedad. Si la ciudadanía gestionara la situación recurriendo a información científica, razonamientos lógicos o contrastando la realidad con otras experiencias, llegarían a la conclusión de que en estos momentos no hay justificación para un miedo intenso irracional.

Las autoridades tienen que calmar, transmitir seguridad, ofrecer pautas y convencer a la ciudadanía, a poder ser. Si eso no se consigue, las emociones colectivas pueden conducir a respuestas masivas descontroladas.

La comunicación oficial transparente y contrastada, con portavoces creíbles, se torna hoy imprescindible con las alarmas sanitarias para combatir las mentiras y desinformación que corre por las redes. Hay que informar sin alarmar y sin ocultar datos relevantes, dejando la comunicación en manos de los técnicos. Ninguna arma es más efectiva para combatir el miedo que la información veraz.

Las noticias falsas son el mejor caldo de cultivo para generar inquietud y propagar el miedo. Un estudio publicado en la revista Science revela que las fake news triunfan en las redes sociales y se propagan con más rapidez que la información veraz. Otro estudio nos dice que entre el 24 y 27 de enero se detectaron en redes sociales 13.000 entradas con mensajes que desinformaban sobre el coronavirus. El miedo se propaga hoy como nunca con la desinformación que corre. Una información que genera miedo tiene más números de ser compartida, aunque sea mentira, que una noticia veraz. Y eso dispara el miedo. Un mal para el que no se encuentra remedio.

La mejora y el cambio de tendencia está en las manos de todas las personas, lavándonoslas. Y si nos quedamos en casa, MEJOR.







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