Poveda resucita a Lorca

El cantaor deslumbra en la recta final del Festival con su primera actuación tras el parón a causa del Covid-19, en un recital cargado de sorpresas y patrocinado por Covirán

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Miguel Poveda junto a Ángel Ruiz | Foto: Gabinete Vídeo: Javier Gea
Miguel López Rivera
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El flamenco de Miguel Poveda y la poesía de Federico García Lorca son como dos dedos que se tocan cerrando los ojos. Juntos aúnan una sensibilidad táctil tan grande que es capaz de compensar la anulación del resto de los sentidos. Una experiencia musical, artística y poética en la que el catalán rescata de lo más hondo los versos del genio de Fuente Vaqueros para transformar la queja en quejíos. Pasión y ‘duende’ bajo la noche cerrada de un entorno que añade el embrujo y un público dispuesto a recoger todo eso, mezclarlo y olvidar por un momento el ritmo frenético de la vida allí abajo.

Miguel quedó ‘Enlorquecido’ de Federico en ese caminar inquieto del cantaor a través de la poesía y eligió el Teatro del Generalife para volver a los escenarios tras el parón por el Covid-19. El paréntesis en el sector cultural no pudo restar ni un ápice de expectación a la cita más esperada de la 69 edición del Festival de Música y Danza, justo cuando encara su recta final. Un recital patrocinado por Covirán que puso de manifiesto una vez más la decidida apuesta por la cultura de la cooperativa granadina.

“Esta es una de las noches más importantes desde que hago como que canto”, avanzó el cantaor con dosis de humor para driblar la emoción del momento. Al artista se le quebró la voz, pero sólo en su diálogo con el respetable. Al cante no hay ‘pero’ posible para una figura de la talla del catalán, el mismo que describió a Lorca como “el genio más grande, mi Dios y mi guía”. Definición que quiso traer con su espectáculo al tiempo contemporáneo. “Busco un Federico vivo, presente, actual, que todos sepan que no ha muerto”, plasmó.
Los ingredientes estaban sobre la mesa desde el mismo momento en el que la organización confirmó la presencia de Poveda. Sólo faltaba el toque genuino del chef. Y para la ocasión, el de Badalona quiso sorprender a sus exigentes comensales con la aparición in extremis del también betulense Jesús Carmona. El bailaor compareció como invitado de un ‘Flamenco EnLorquecido’ que también ‘enlorqueció’ a los más fieles de esta casi septuagenaria e ineludible cita de Granada con la mejor música.

Música y danza, como reza el mismo nombre del Festival, unidas por dos de los artistas más reconocidos del flamenco actual, la tierra que vio nacer al máximo exponente de la ‘Generación del 27’ y sus versos. Como los de ‘Los cuatro muleros’, ‘Los pelegrinitos’ o ‘Anda jaleo’; compendiados en el popular y povediano ‘Federico y las delicadas criaturas’. ‘La oda a Walt Whitman’ y ‘Alegrías’ fueron las otras dos piezas en las que Poveda y su cuidada selección instrumental compartieron durante algunos minutos el protagonismo con Carmona.

El bailaor ya había hecho un ejercicio de exultante sinceridad días atrás al confesar que “bailar con Miguel las poesías de Federico de su disco ‘Enlorquecido’ es un regalo post-Covid”. Pero así como en las mejores creaciones cinematográficas la realidad siempre supera a la ficción, en las colinas de la Alhambra el resultado fue mejor aún que la expectativa.

Y ese resultado se vio desde el planteamiento inicial hasta el desenlace. Nadie lo esperaba, y como de la nada apareció antes incluso que el propio Miguel Poveda. Ángel Ruiz, el actor que da vida episódica a Lorca en la serie ‘El Ministerio del Tiempo’, entró por la puerta que comunica la Granada de 1934 con la de 2020. “Quiero dormir un rato, /un rato, un minuto, un siglo; / pero que todos sepan que no he muerto”, recitó en el arranque, cuando todo el mundo aún obturaba con los ojos para comprobar que, efectivamente, estaban ante el insigne intérprete navarro.
Por espacio de unas dos horas y media, Poveda abordó la figura de Lorca desde un prisma abierto en el que el cante es imprescindible, pero que no puede entenderse sin la parte instrumental. La empresa hasta parece fácil cuando al lado hay un director de la talla de Joan Albert Amargós, que también estuvo al piano; una guitarra como la de Jesús Guerrero o un batería como Manuel Reina. José Manuel Posada Popo al bajo, Paquito González en la percusión, Los Mellis y El Londro a las palmas y coros, y Carlos Grilo también a los coros completaron un elenco de lujo.
Las sorpresas parecían haber tocado a su fin cuando en el epílogo del espectáculo Poveda apuraba las notas del célebre ‘Anda jaleo’. Pero en esas, otra vez Ángel Ruiz apareció en el escenario, ataviado de un blanco impoluto y con una mirada limpia como la de Federico. En la pantalla-led, un logotipo que traía al recuerdo el de la cabecera de ‘El Ministerio del Tiempo’. Y entonces sucedió. El tiempo se paró y comenzó la leyenda. Con semejante cóctel sólo podía salir una interpretación exquisita de ese poema -‘La leyenda del tiempo’- que otro genio como Camarón llevó al cante jondo y Poveda adaptó para despedirse de ‘su’ Granada. Una ciudad que tanto le ha dado y a la que espera volver y volverá ‘así que pasen cinco años’ o -Lorca no lo quiera- haya otro impasse tan tristemente largo como el de la pandemia.







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