Lucas Macías, director artístico de la OCG, clausura la temporada con el Réquiem de Fauré

La soprano madrileña Natalia Labourdette y el barítono veronés Gianfranco Montresor, junto al Coro de la OCG, completan la plantilla

LUCAS MACÍAS, DIRECTOR ARTÍSTICO DE LA OCG,
La Orquesta Ciudad de Granada. | Foto: Gabinete
Gabinete
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Lucas Macías clausura este próximo fin de semana su primera temporada al frente de la Orquesta Ciudad de Granada. El director artístico de la formación granadina, de la que se hizo cargo como tal desde el pasado mes de noviembre, ha seleccionado un programa que es "toda una declaración de intenciones", según han apuntado desde la OCG. Las obras del programa son la Fanfarria para el hombre común de Copland, la Sinfonía “Clásica” de Prokofiev, para finalizar con el Réquiem de Fauré, entendido este “como una feliz liberación, una aspiración a una felicidad más elevada”. La soprano madrileña Natalia Labourdette y el barítono veronés Gianfranco Montresor, junto al Coro de la OCG, completan la plantilla artística.

La Fanfarria. En plena Segunda Guerra Mundial, Eugene Goossens, director y compositor inglés, quiso contribuir al esfuerzo bélico de los aliados incluyendo en los programas de la temporada 1942–43 de la Orquesta Sinfónica de Cincinatti (CSO), de la que era titular, himnos nacionales de los países que luchaban contra la Alemania de Hitler y una serie de dieciocho fanfarrias que encargó a diversos compositores. Estas piezas llevaban títulos como 'Una fanfarria para los aviadores', 'Una fanfarria para los franceses en lucha' o 'Una fanfarria para los héroes americanos', y entre sus autores se encuentran Darius Milhaud, el propio Goossens y varios compositores estadounidenses de importancia, como Walter Piston, Henry Cowell, Paul Creston, William Grant Still, Virgil Thomson o Morton Gould. Solamente una de ellas ha alcanzado un lugar en el repertorio, la impresionante Fanfare for the Common Man, compuesta por Aaron Copland y estrenada por la CSO el 12 de marzo de 1943.

La 'Fanfarria' de Copland es una de las más grandes obras de su género, comparable en su impacto al del inicio del 'Así hablaba Zaratrusta' de Richard Strauss. Escrita para metales y percusión, se basa en una idea sencilla pero extraordinariamente poderosa que va creciendo en intensidad de una forma natural y orgánica, tan segura de su fuerza que no necesita aspavientos para imponerla.

La 'Sinfonía clásica. Sergei Prokofiev concibió la idea de escribir su primera Sinfonía en 1916. El carácter de la Sinfonía Clásica no permite adivinar las circunstancias políticas y sociales en las que fue compuesta y estrenada, pues fue terminada durante el verano de 1917, durante el cual pudo trabajar lejos de San Petersburgo, entonces ya llamada Petrogrado, en la que tuvieron lugar acontecimientos decisivos para la Revolución Rusa. Para Prokofiev fue especialmente importante la decisión de no componer su Sinfonía al piano, como había sido su costumbre hasta entonces. Su propósito de escribir una obra moderna en el espíritu clásico tenía mucho que ver con la influencia de su profesor de orquestación Nikolai Cherepnín, el cual le había enseñado a apreciar la belleza de la orquestación en las sinfonías de Haydn y Mozart. En palabras de Prokofiev “me parecía que si Haydn viviera en nuestro tiempo hubiera mantenido su propio estilo, pero aceptando algo de lo nuevo al mismo tiempo. Este era el tipo de Sinfonía que yo quería escribir”. 

El Réquiem. Sobre el carácter de su op. 48, el propio Fauré dijo lo siguiente: “Se ha dicho que mi Réquiem no expresa el temor a la Muerte (…). Pero es así como yo veo la Muerte: como una feliz liberación, una aspiración a una felicidad más elevada, más que como una experiencia dolorosa (…) [Q]uizás también he intentado instintivamente escapar de lo que se considera correcto y apropiado, después de tantos años acompañando servicios fúnebres al órgano. Los conozco de memoria, y quería escribir algo diferente”.

Después de su primera interpretación pública, incompleta, en enero de 1888 con motivo del funeral por el arquitecto Joseph Lesoufaché en la Iglesia de La Madeleine (donde Fauré era organista titular), el compositor siguió trabajando en el Réquiem, dando lugar a una versión que se podría considerar de concierto, con una orquestación más completa y publicada en 1901.







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