Lucas Alcaraz: "Es un partido que no se juega a 90 minutos, sino a siete días"

El que fuera entrenador rojiblanco, presente en dos permanencias del Granada, es "optimista" con respecto a la salvación nazarí e incide en que los de Karanka deben tener "fortaleza mental"

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Lucas Alcaraz, en el centro de la imagen, se abraza a Fatau tras la consecución de la permanencia en Valladolid | Foto: LaLiga
Chema Ruiz España
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Cuando a Lucas Alcaraz (Granada, 1966) le piden que trate de adivinar el resultado con el que terminará el partido entre Granada y Espanyol del próximo domingo, el técnico no duda. "Uno a cero -responde, sin vacilar un segundo, y se intuye una sonrisa tras el teléfono-. Además, es que va a ser uno a cero", asevera. El que fuera entrenador rojiblanco vivió dos sufridas permanencias en Primera división desde el banquillo nazarí, en la temporada 2012/2013 y en la campaña 2013/2014, y ahora, como un aficionado más, asegura ser "optimista" en cuanto a la salvación del cuadro que dirige Aitor Karanka. "Lo soy por dos razones. La primera es que depende de sí mismo y, en varias combinaciones, sale favorecido. La segunda es que la última versión del equipo es bastante convincente. Las sensaciones a estas alturas son muy importantes y las suyas son ahora muy buenas", argumenta.

Alcaraz ve al cuadro nazarí "más cómodo en el campo, sufriendo menos y bastante convencido". "El equipo ha tenido momentos buenos, momentos no tan buenos y, ahora, se le ve bastante tranquilo. Esto es muy importante para jugártela a un partido, en la última jornada, que el equipo esté seguro de lo que esté haciendo", subraya el preparador, sin equipo desde que en febrero abandonara el Olympiakos de Nicosia. "Está claro que los resultados que se han conseguido ahora mismo como entidad -continúa hablando en primera persona al hablar del club rojiblanco-, y ahora mismo el objetivo del Granada es la salvación. Este era el año después de un éxito que puede ser que surja cíclicamente cada cierto tiempo, pero que no es su hábitat natural", expone.

El granadino conoce bien estas agónicas situaciones. "Las he vivido aquí, en Santander, en Albacete, en Córdoba… En muchos sitios, y sufriendo mucho", revela entre risas. "La que a todo el mundo le viene a la retina es la de Valladolid, en la que necesitábamos ganar. Necesitábamos irnos a 41 o 42 puntos, que son muchos -ríe-. Fue una semana muy difícil. Además, jugábamos fuera, con un equipo que también se jugaba el no descender. Era una final, incluso, más difícil de afrontar", recuerda. Es también la que guarda en la memoria con mayor cariño. "Nosotros teníamos más posibilidades en cuanto a resultados, pero necesitábamos ganar, y cuando eso sucede, es más difícil hacerlo. Veníamos de estar casi salvados, de estar un año y medio entero sin pisar el descenso, y sí que tuvo una carga emocional fortísima", abunda.

"Hay que tener mucha tranquilidad"

A su juicio, aquellas en las que el vestuario tiene tanto en disputa "son semanas difíciles, duras, en las que las jornadas no pasan". "Hay que tener mucha tranquilidad, mucha fortaleza mental y las ideas muy claras de lo que quieres hacer el día de la competición. Esto es para gente que sepa jugar bajo presión", subraya. "Es un partido que no se juega a 90 minutos, sino a siete días. Creo que es imposible durante ese tiempo quitarte el encuentro de la cabeza. Por eso hay que intentar mantener la serenidad", determina.

Precisamente, por ello considera que lo mejor en la charla previa al encuentro es no incidir "en lo emotivo ni en lo motivacional". "Yo iría a cómo hay que jugar el partido, a cómo hay que reaccionar si te pones por delante o si te pones por detrás, a qué mecanismos hay que usar… Yo no iría a lo emocional, porque va a haber 20.000 en la grada que te lo van a recordar cada segundo y tú mismo has estado una semana entera pensando", razona, tras lo que agrega que "siempre se te va la cabeza al final del partido, a las celebraciones, y te puedes olvidar del minuto 1, que es lo importante". "Es un pensamiento obsesivo que no te puede dominar, por muy difícil que sea", sintetiza.

Fue lo que puso en práctica en Pucela, donde a todos los condicionantes del encuentro se unió el retraso del inicio del segundo acto por el derrumbe de una grada en El Sadar. "Hablamos de cuatro o cinco cosas tácticas muy claras y teníamos previsto cualquier escenario. Luego, en el descanso, como teníamos que estar una hora en el vestuario, les dije -a los jugadores del Granada- que se dedicaran a escuchar música, a pensar en otra cosa, y que en los últimos diez minutos nos activaríamos, porque, si no, podíamos salir a la segunda parte totalmente extenuados", recuerda. Con ello, pretendía "sacarlos durante un tiempo para que se volvieran a meter con más fuerza", resume.

"En casa puedo dar gritos"

Ahora, desde su domicilio en Granada, compadece a Karanka y sus pupilos. "La verdad es que tienen que estar pasando una semana difícil. Yo creo que lo van a sacar adelante. El Espanyol se juega menos y va a llegar un momento en el partido en el que se va a notar, pero sí es cierto que desde aquí, les mando todo mi ánimo, porque tienen que estar pasando una semana muy dura de gestionar", se dirige al vestuario nazarí. "Cuando estás jugándote un descenso en su casa, con tu afición y el campo lleno… Son cosas que te van a favor, pero que, evidentemente, te exigen más emocionalmente. Creo que el corazón te va a dar lo que te tiene que dar sin solicitárselo, así que hay que centrarse en la razón, en la cabeza. La emoción no hay que buscarla porque te va a venir sola. No hace falta motivación ni nada, solo que la cabeza esté bien fría y empiece a funcionar", apostilla.

Los Cármenes estará a rebosar, de hinchas que en el presente curso no han visto en su feudo la mejor versión de su equipo. Sin embargo, Lucas Alcaraz sostiene que "estos partidos no responden a ninguna lógica ni a ninguna trayectoria anterior". "Yo no creo en la lógica en estos encuentros, creo en que, a mí, el partido de Valladolid me hubiera gustado jugarlo en casa", resuelve. Tal vez, él sea uno de esos aficionados que acudan en el estadio, aunque no lo tiene claro. "Posiblemente vaya, pero le estoy dando muchas vueltas -ríe-. Soy abonado, el número 543, pero no sé. Lo tengo que decidir. La verdad es que en casa puedo dar gritos y hacer cosas que en el campo no puedo -vuelve a reír-". Confía en la permanencia rojiblanca, y espera un triunfo nazarí por la mínima. "Si puede ser 4-0, mejor, pero yo me conformo con 1-0", desea.







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