La llegada del Granada a Europa, el oasis en medio de la pandemia en este 2020

El 2020 se convirtió en toda una montaña rusa que tuvo su pico más alto en la clasificación para Europa League del Granada CF

Granada CF - PSV Eindhoven
La mayor alegría deportiva llegó en el fútbol | Foto: Antonio L. Juárez
Jero Camero
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El 2020 ha sido un año nefasto en muchos aspectos de la sociedad, pero en el deporte granadino se ha brillado más que nunca. El fútbol traído consigo un poco de alivio para unos aficionados que han tenido que pasar por dos confinamientos y el cierre de todos los estadios al público, pero no ha sido el único. El baloncesto también ha ilusionado con la construcción de un equipo ganador que quiere luchar de forma definitiva por el único ascenso a ACB que hay en juego esta temporada.

Este verano también iba a estar marcado por dos grandes citas deportivas como son los Juegos Olímpicos y la Eurocopa de fútbol. Los primeros iban a llevarse a cabo en Tokio, la capital de Japón, mientras que el evento futbolero se iba a desarrollar en diferentes ciudades de todo el continente por primera vez en su historia. Sin embargo, el coronavirus cerró el deporte durante tres meses, por lo que hubo que reorganizar todos los calendarios y los grandes eventos fueron pospuestos al siguiente verano.

El camino hacia Europa

Los únicos que el día 1 de enero de 2020 podían haber pensado que el Granada iba a terminar jugando en la Europa League eran los propios jugadores y el cuerpo técnico… y aun así hay dudas. Los rojiblancos eran un equipo recién ascendido, que había hecho una temporada magnífica en Segunda División y que bajo el mandato de Diego Martínez ya comenzaba a brillar. A finales de septiembre consiguió vencer al Barcelona en el Nuevo Los Cármenes y pasó la noche como líder de Primera División.

El año del Granada comenzó el 5 de enero ante el Mallorca con un 1-0 y con la ilusión de la Copa del Rey con un viaje a Canarias para medirse al Tamaraceite en la segunda ronda. Partido a partido y gol a gol, los hombres de Diego Martínez se fueron consolidando como uno de los equipos revelación del campeonato. La solidez en la zaga con Rui Silva, Domingos Duarte y Germán Sánchez dio alas a un equipo que vivía de evitar los errores y aprovechar cualquier resquicio que encontraba en ataque.

LaLiga avanzaba con el cuadro nazarí oscilando entre la décima y la séptima plaza, la última que daba acceso a los puestos de Europa. Por otro lado, el camino de la Copa del Rey era tortuoso y complicado. Los partidos contra Badalona, Badajoz y Valencia fueron un drama continuo de prórrogas, goles en el último suspiro y corazones desbocados. Un penalti anotado por Roberto Soldado ante el Valencia en el tiempo añadido devolvió al Granada a las semifinales de una Copa del Rey desde la temporada 68-69.

La semifinal fue la primera ronda que se jugó a doble partido. Los rojiblancos primero tuvieron que viajar hasta San Mamés. Un gol de Muniain en el minuto 42 ponía la eliminatoria muy cuesta arriba, pero al Athletic Club aún le quedaba visitar el Nuevo Los Cármenes. A pesar de que la sombra del coronavirus ya planeaba sobre el mundo entero, no impidió que los aficionados granadinistas se lanzaran a la calle para uno de los mayores recibimientos al equipo que ha visto la ciudad. Tras una primera parte sin goles, Carlos Fernández igualó la eliminatoria y Germán le dio la vuelta a quince minutos del final. Pero el sueño quedó en eso, una ilusión. Yuri Berchiche, con un disparo cruzado, terminó con las opciones del Granada.

Tres días después de aquello y tras un empate ante el Levante, el deporte en general echó el cierre por culpa de la pandemia. Tuvieron que pasar tres meses hasta que el fútbol regresó al Nuevo Los Cármenes, con la ilusión de que llegar a Europa League aún era posible. Puntito a puntito y con varios resultados infartantes, el Granada al final consiguió esa séptima posición que, aunque le obligaba a pasar tres rondas previas, le daba el billete para Europa. Tras un 4-0 al Athletic, los jugadores estaban reunidos en el centro del campo escuchando el final de los otros partidos. Una celebración descafeinada, sin público en las gradas, pero que marcaba un antes y un después en la historia del club.

Los jugadores solo tuvieron un par de semanas de descanso antes de volver a comenzar con el nuevo curso con una saturación de partidos nunca antes vista debido a las rondas previas. “¡Bendito cansancio!”, no paraba de repetir Diego Martínez en cada rueda de prensa cuando era preguntado por el estado de sus jugadores. Teuta Durrës, Locomotive Tbilisi y Malmö cayeron bajo la espada del técnico vigués. Ahora sí se podía decir que el Granada estaba en la Europa League por derecho propio. Todo esto se rubricó con el fichaje de Luis Suárez, que a pesar de las dificultades económicas que trajo la pandemia se convirtió en la compra más cara de la historia del club.

La historia tan solo comenzaba. Los bombos fueron generosos con el Granada: PSV, PAOK y Omonia Nicosia. Viajes largos, pero rivales a priori asequibles. Los rojiblancos venían con ganas y en su primer partido sorprendieron al PSV con una remontada en el Phillips Stadium. Con un total de tres victorias, dos empates y una derrota el Granada se aseguró la segunda plaza en su grupo y, por tanto, la clasificación para los dieciseisavos de final de la Europa League.

Aún le queda mucho por recorrer a este Granada y, pese a que los aficionados no han regresado a los estadios, este equipo quiere seguir enorgulleciendo a los suyos. Diego Martínez ya ha recibido su premio y su rostro aparece en la Puerta de los Entrenadores del Nuevo Los Cármenes tras las gestas conseguidas. El vigués sigue cuidando todos los detalles. El equipo se encuentra a mitad de la tabla en Liga y planta cara a todos los rivales. En el futuro europeo más próximo espera el Nápoles en los dieciseisavos de final de Europa League. Un desafía duro e ilusionante a partes iguales. Un nuevo capítulo está aún por escribir.

Una nueva reconstrucción

El camino del Covirán Granada no fue tan brillante como el que realizaron sus vecinos de Los Cármenes, pero sí igual de ilusionante. La segunda temporada del equipo en LEB Oro comenzó bien en el verano de 2019, pero al llegar a fin de año el proyecto comenzó a desviarse. El comienzo del 2020 fue complicado para la idea continuista de Óscar Fernández-Arenas y Pablo Pin.

Al Fundación se le atragantaron varios partidos y el equipo comenzó a perder comba con el grupo de cabeza. A pesar de que en la jornada 4 llegó a estar líder de la categoría, terminó cayendo inexorablemente hasta la mitad de la tabla, en la que aguantó sin demasiadas dificultades hasta que el coronavirus obligó al cierre de temporada de manera abrupta. El sueño de llegar a la máxima competición tendría que esperar un año más.

Pero este equipo no sabe lo que es pisar el freno. A pesar de que la pandemia hacía  prever una campaña dura en lo económico, el Fundación decidió echar el resto y rearmar a la mitad del equipo. Pablo Pin seguía en el banquillo y Alejandro Bortolussi iba a continuar como su extensión dentro del parqué. Alrededor del núcleo duro se conformó un equipo hecho por y para llegar a ACB.

Llegaron especialistas en ascensos. Bamba Fall, mejor jugador de la última temporada con Alicante; Thomas Bropleh, que ascendió con Real Betis; y Alex Murphy, que también logró subir con Delteco GBC, conformaron una ofensiva temible por toda la Liga. También Llegaron Lluís Costa y Christian Díaz, para manejar los tiempos en la posición de base.

Todos ellos, más Iriarte, Pardina, Germán, Bressan y Manu han conformado una de las plantillas más fuerte de su grupo de LEB Oro para conseguir el más difícil todavía. Porque esta temporada tan solo hay un ascenso hacia ACB. Una liga dividida en dos grupos y una segunda fase entre los mejores de cada grupo. Es decir, toda una batalla campal por un único puesto de gloria.

Tokio 2020, el año no olímpico

El verano de 2020 debían volver los Juegos Olímpicos. La cita por excelencia del deporte mundial. Ese momento en el que reflotan los deportes olvidados, los que parece que solo existen cada cuatro años… La oportunidad de los deportes minoritarios se vino abajo también por culpa de la pandemia. El COI trató por todos los medios de aguantar hasta el último momento para poder ir al hogar del sol naciente, pero fue inviable juntar a deportistas de todo el mundo en una única ciudad en mitad de una crisis sanitaria global.

Deportistas como David Valero, Ainoa Pinedo, Laura Bueno, Alberto Amezcua, Ignacio Fontes, Roberto Carballés o Javi Ruiz, entre muchos otros, vieron su sueño pospuesto un año más. Los entrenamientos durante el confinamiento fueron complicados y muchos de ellos fueron recriminados por estar fuera de casa cuando el resto de personas no podían, a pesar de que la ley les amparaba por ser deportistas de alto rendimiento.

El aplazamiento de los juegos fue una pausa, pero no el punto final. Todos ellos, y muchos más, siguen trabajando duro con el fin de poder llegar a 2021 a la cita nipona. El evento sigue en el aire, pero la ilusión de los granadinos por hacer historia en el mayor evento deportivo del mundo no decrece.







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