Levantarse antes y comer alimentos ricos en triptófano, algunos de los consejos para llevar mejor el cambio de hora

Esta modificación horaria suele generar durante los primeros días un impacto en el organismo

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Imagen ilustrativa | Foto: Archivo
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En la madrugada de hoy se adelantan los relojes una hora, por lo que a las 2:00 serán las 3:00. Esta modificación horaria, que se aplica fundamentalmente como medida de ahorro energético, suele generar durante los primeros días un impacto en el organismo, potenciando la aparición de síntomas como la fatiga, el cansancio, la dificultad para conciliar el sueño y, en ocasiones, la ansiedad.

Desde Super Premium Diet, el servicio de asesoramiento nutricional en farmacias del Grupo NC Salud, se encuentra en la alimentación a uno de los recursos más potentes para evitar que los cambios horarios y de luz afecten de manera negativa. Por ello, ofrece una serie de pautas sobre lo que se debe hacer y lo que no, tanto a nivel alimenticio como de hábitos rutinarios, para que el organismo se adapte adecuadamente al nuevo horario de verano.

¿QUÉ SE DEBE HACER?

Levantarse antes el domingo: al adelantar el reloj en una hora, el domingo contará con 23 horas, lo que suele repercutir en una reducción de las horas de descanso. Intentar levantarse un poco antes de lo habitual este día, hará que se llegue más cansado a la noche y ayudará a que cueste menos levantarse el lunes, mejorando el descanso.

La fórmula Vitamina C + magnesio: durante los días siguientes al cambio de hora, es muy recomendable ingerir por la mañana frutas con vitamina C, como la fresa, el kiwi o la naranja, que ayudarán a mantenerse despierto. Por la tarde, se apostará por aquellos frutos ricos en magnesio, como el plátano, la nuez o la avellana, pues este mineral actúa como relajante muscular y prepara el organismo para el momento de irnos a dormir.

Los alimentos con triptófano: como las legumbres, los frutos secos, la carne, la avena, etc, aliados para regular los ciclos del sueño y mantener un buen estado anímico. Lo logran gracias al triptófano, un aminoácido esencial que aumenta los niveles de serotonina y melatonina, siendo ésta última la hormona que regula el sueño de una forma natural.

Mantener el horario de las cenas: Durante los primeros días, no se llegará con el mismo hambre que antes a la hora de la cena porque se estará ingiriendo alimentos antes de lo que acostumbramos, pero se deberá mantener la cena a su misma hora para evitar desórdenes alimenticios e irse a dormir con sensación de pesadez o molestias. Ayudará apostar por platos ligeros, con verduras y frutas como protagonistas.

EVITA UNOS DÍAS...

Siestas prolongadas: a pesar de tratarse de una práctica muy usual y saludable en el día a día de gran parte de la población, cuando se provocan estas modificaciones en el sueño es importante controlar que las siestas no superen la media hora, ya que no harían más que aumentar el descontrol horario del organismo y su cansancio, logrando el efecto contrario al perseguido.

Comidas ricas en grasas, especialmente por la noche. Alimentos como los embutidos, quesos curados, salsas y frituras suelen desencadenar episodios de acidez de estómago que dificultarán la calidad del sueño y causaran sensación de pesadez e incomodidad a la mañana siguiente.

Acostarnos inmediatamente después de cenar, pues potencia la subida del contenido ácido del estómago al esófago, provocando síntomas como el ardor o las náuseas. Para aquellas personas que afirman cenar justo antes de ir a dormir para evitar sentir hambre durante la noche, se les recomienda que realicen la cena dos horas antes de acostarse y que, justo antes de irse a la cama, tomen una fruta o un yogurt natural desnatado para frenar esa sensación de hambre mientras descansan.







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