La urticaria afecta a uno de cada cinco niños a lo largo de su vida

El pediatra alergólogo es el especialista que mejor puede determinar un diagnóstico correcto

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Foto: E.P./Archivo
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La urticaria afecta a uno de cada cinco niños en algún momento de su vida y llega a suponer hasta un 2% de las visitas a urgencias pediátricas, según datos de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP). Con motivo de la Semana Mundial de la Alergia que se celebra del 2 al 8 de abril y que este año se dedica a esta patología, la SEICAP destaca la importancia de que sea el pediatra alergólogo el que la trate. Este especialista “es el que mejor puede determinar un diagnóstico correcto, prescribir los tratamientos más adecuados a cada caso y enseñar al menor y a sus padres a manejar la enfermedad”, asegura la doctora Mercedes Escarrer, coordinadora del Grupo de Trabajo de Dermatitis Atópica y Alergia Cutánea de la SEICAP. Bajo el lema de la Semana Mundial, La agonía de la urticaria, ¿qué hacer cuando los habones y la hinchazón no desaparecen?, este grupo de trabajo ha elaborado un Decálogo de Consejos para el Tratamiento de la Urticaria en Niños.

Según un análisis realizado en cuatro hospitales españoles por el Grupo de Trabajo de Dermatitis Atópica y Alergia Cutánea de la SEICAP, la urticaria puede suponer hasta un 2% de las visitas a los servicios de urgencias pediátricos, y son más acentuadas en los meses de agosto y septiembre. “Es un problema muy común en las consultas y en las urgencias pediátricas que requiere ser atendido por un pediatra alergólogo que es el que mejor sabrá identificar la causa y podrá indicar el tratamiento más adecuado”, afirma la doctora Escarrer.

La urticaria se caracteriza por la presencia de habones o ronchas en cualquier parte del cuerpo y la aparición de prurito o picor. “Se trata de placas elevadas de la piel que hacen relieve y son grandes y rojas, parecidas a las picaduras de mosquito, y miden más de medio centímetro”, explica la doctora Escarrer. Afecta a las capas más superficiales de la piel. Por otro lado, el angioedema, que se caracteriza por la hinchazón de una parte del cuerpo y no suele producir picor, se localiza en la piel más profunda afectando sobre todo en parpados, labios, lengua, genitales y zonas distales de extremidades. “La urticaria afecta bastante a la calidad de vida de los niños que la sufren ya que tienen una necesidad continua de rascarse, lo que puede influir en la capacidad de concentración en el colegio o incluso en el sueño”, argumenta.

La urticaria se clasifica según su curso y duración en función de un tiempo máximo de seis semanas. Así, se llama aguda cuando los brotes duran menos de seis semanas y la aguda recurrente cuando los brotes son aislados y autolimitados a unos días pero recurrentes. “Hablaremos de urticaria crónica cuando las lesiones van apareciendo a diario o casi a diario, persisten durante más de seis semanas o más”, señala la doctora Escarrer. En la infancia la más común es la aguda, sobre todo en edades preescolares. Sin embargo, en la adolescencia aumenta la prevalencia de la urticaria crónica. Un estudio publicado este mes en la revista Allergy and Asthma Proceedings concluye que la media de edad de los niños con urticaria crónica espontánea es de 8,8 y que la duración media de la enfermedad es de 23 meses.

INFECCIONES, CAUSA MÁS FRECUENTE

La infección suele ser la causa más frecuente en la urticaria aguda durante la edad pediátrica. “Las más comunes son las debidas a virus de las vías respiratorias altas y del tracto gastrointestinal y en el 80% de los casos su duración es menor de cuatro días”, indica la doctora Escarrer. Además, tanto la urticaria aguda como la crónica pueden venir desencadenadas por el calor o el frío, insectos o parásitos, presión sobre la piel o la luz del sol.

El tratamiento de primera línea en niños son los antihistamínicos. Además, “es conveniente una buena educación del menor y de sus padres enfocada a la eliminación de los agentes desencadenantes y agravantes”, explica la doctora Escarrer.







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