La transición a la vida adulta, el paso olvidado en la educación especial

El CEEE Jean Piaget busca dar a sus alumnos la preparación necesaria para llegar a la vida adulta con opciones de incorporarse al mercado laboral

FOTOS El CEEE Jean Piaget educa a sus alumnos para que lleguen a la vida adulta con oportunidades para embarcarse en el mercado laboral (1)
Jero Camero
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Este viernes, como cada 3 de diciembre, se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Un grito por la inclusión de todos en la sociedad de manera activa, pero que en ocasiones se olvida que se debe trabajar desde la mas temprana edad, trabajando y potenciando las diferentes capacidades que cada uno tiene.

Para ello son esenciales los Centros Específicos de Educación Especial, en los que se da cabida a todos los alumnos que necesitan necesidades especiales que no se pueden cubrir en centros ordinarios. A primera vista pudiera parecer que se trata de una forma de segregación, pero desde el CPEEE Jean Piaget aseguran de que se trata de todo lo contrario.

"Aunque el centro específico suene segregador y esté mal visto en las políticas educativas actuales, todos los Centros Específicos somos inclusivos. Nuestro alumnado es heterogéneo y todos tienen cabida. Se respetan los ritmos de aprendizaje de cada alumno/a; modificamos y hacemos accesible el entorno como pasillos, baños, aulas, ascensor, comedor, patio", cuenta la directora del centro Isabel Valverde.

La enseñanza del centro es prácticamente individualizada para cada alumno y con un claro objetivo de intentar conseguir, en los casos en los que sea posible, una transición a la vida adulta. "Pretendemos hacer de nuestros alumnos adultos autónomos, responsables e integrados social y laboralmente", añade.

Mediante trabajos dentro y fuera de las aulas, se refuerzan actividades de la vida cotidiana. Los alumnos incluso van a comprar los ingredientes de un menú al supermercado acompañados de sus monitores. Pequeñas acciones que acercan el día a día y la cotidianidad a niños que en ocasiones se pueden sentir apartados de ella sin saber cómo expresarlo.

Pero no solo se trata de dar hueco a las funciones básicas. Muchos de estos jóvenes terminan su etapa educativa a los 21 años y muchos de ellos cuentan con cierto grado de autosuficiencia que les permite desarrollar diferentes tipos de tareas que pueden ser aplicadas a la vida laboral.

Mikel Escobedo y Tayo Betoret son dos de los alumnos que tiene el centro. Su jornada comienza repasando elementos básicos como el horario que tienen o el menú que van a comer. Alternan actividades curriculares, como trabajar la mejora del lenguaje hablado y escrito, con talleres encarados a la vida laboral. La cerámica, el tratado de la madera, la joyería o la jardinería son solo algunos de los puntos que tocan.

"Lo que más me gusta es la jardinería. Regamos los árboles, plantamos narcisos, geranios, tulipanes... y también cuidamos de las habas y los ajos", cuenta Mikel. Tayo, en cambio, tarda poco en intentar vender a todo el que pasa la lista completa de los productos de ArtePiaget, que elaboran ellos mismos en estos talleres: "Estoy muy contento de estar en este colegio porque estoy aprendiendo mucho. El año pasado estuvimos fabricando tazas, delantales, camisetas, bolsos...".

Tanto ArtePiaget como Innicia son dos iniciativas que coordina Rafael Espartero, maestro de audición y lenguaje. "Transición a la vida adulta y laboral es la última etapa del centro específico. Nos centramos en combinar una parte curricular funcional en referencia a la vida diaria con otras actividades que puedan llevar a cabo en un futuro", explica.

Este tipo de enseñanza requiere de una personalización del trabajo para cada alumno en función de las habilidades que posee. "Trabajamos lecto-escritura de tickets de compra, cartas del Ayuntamiento y otros elementos a los que se puedan enfrentar en el día a día. Luego en los talleres (oficina, jardinería, carpintería y cerámica) nos centramos en la vida laboral. Además con el proyecto 'Innicia' intentamos combinar la producción de los talleres con un terreno más laboral como es hacer facturas o hacer una compra online", añade Rafael.

Pero, cuando estos alumnos cumplen 21 años... ¿qué pasa con ellos? Una vez más, todo se debe relativizar según el caso concreto de cada uno. Los que tienen afectaciones más graves tienen centros en los que se siguen manteniendo sus necesidades cubiertas, pero hay muchos otros que salen preparados ya para la vida laboral.

Jorge Martínez es personal técnico en integración social y tiene a sus espaldas un amplio bagaje en este sector: "Pueden optar a diferentes plazas tanto en administración pública como privada. Muchos de nuestros alumnos pueden prepararse oposiciones para plazas del Grupo V, como son conserjes, ordenanzas o limpiadores. En cuanto a la empresa privada hay puestos para trabajar en grandes superficies con trabajos de reposición o textil, siempre adaptados a sus capacidades".

Educar para la integración de estos alumnos no es una tarea sencilla y requiere de una gran cantidad de recursos y personal. Los centros de educación especial son un motor más de la enseñanza en valores y que demuestran que con un poco de apoyo la inserción de personas con discapacidad en el mercado laboral es posible.







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