La enfermedad boca-mano-pie: ¿el niño puede ir a la guardería?

Desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) recuerdan que este cuadro puede darse también en adolescentes

niño recreo colegio
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E.P.
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El boca-mano-pie se trata de una más de las enfermedades víricas más habituales de la infancia. Puede en algún caso confundirse con la varicela. A pesar de la controversia y de las indicaciones de algunos pediatras, desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) consideran que dado que es frecuente la infección asintomática, y la transmisión del virus antes del inicio de los síntomas, la exclusión del colegio o guardería resulta "ineficaz" para disminuir la transmisión.

"Por ello, la enfermedad boca-mano-pie no se considera una causa de exclusión escolar estricta. El niño puede acudir al colegio si no tiene fiebre y se encuentra bien y las lesiones de la boca le permiten comer", asegura. Lo malo de esta infección, según advierte, es que se puede padecer varias veces pues hay diferentes especies de virus que causan la enfermedad, y aunque el niño la haya pasado, se puede contraer la enfermedad de nuevo por otro virus diferente.

En concreto, se trata de una infección generalmente benigna de causa vírica, propia de la infancia (máxima incidencia entre 1-3 años de edad) que se presenta en forma de brotes. Puede ser producida, según la AEP, por varias especies de unos virus llamados 'enterovirus'. Se dan casos durante todo el año, pero sobre todo en primavera y verano.

Además, se transmite con facilidad de persona a persona a través del contacto directo por vía fecal-oral (heces) y aérea (secreciones de nariz, boca o gotitas que se lanzan al toser). El virus permanece en las heces sobre todo, o en las vías respiratorias, varias semanas después de padecer la enfermedad. También puede sobrevivir mucho tiempo en los objetos (pañuelos, mesas, sábanas, toallas, entre otros), facilitando su transmisión. De hecho, los niños pueden eliminar y diseminar el virus sin que tengan síntomas de estar enfermos.

Sobre los síntomas, la AEP recuerda que el periodo de incubación es de 3 a 6 días y, tras unos días de fiebre moderada y de malestar general, aparece una erupción con pequeñas ampollas por fuera y dentro de la boca (paladar, encías, lengua), palmas de las manos, plantas de los pies y área del pañal; de ahí su nombre.

"Es más frecuente la afectación de las manos que la de los pies, y también pueden aparecer en los dedos. Las lesiones no causan picor, se ulceran y se curan en 5 a 10 días. Generalmente es un proceso leve y sin secuelas", añade.

En ocasiones, indica que a las 5-6 semanas de la erupción aparece un despegamiento indoloro a nivel de la raíz de la uña (onicomadesis), con caída posterior de la uña. Puede afectar a varios dedos, preferentemente de las manos. También pueden aparecer surcos transversales amarillentos en las uñas. La recuperación completa espontánea de las uñas se produce en semanas o meses. Además, y excepcionalmente, se producen complicaciones neurológicas o pulmonares.

NO ES EXCLUSIVA DE NIÑOS
Desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) recuerdan que este cuadro puede darse también en adolescentes, y de forma ocasional en adultos, aunque hayan desarrollado inmunidad al haber estado en contacto con el virus antes.

Aunque no hay ningún tratamiento específico, se pueden administrar analgésicos para aliviar los síntomas. Asimismo, si en la evolución aparece afectación de las uñas, se tratará con higiene e hidratación. Por otro lado, señala que los niños con inmunodeficiencias y los recién nacidos pueden precisar medidas especiales. En estos casos no se recomienda usar aspirina pues se relaciona con el síndrome de Reye, un problema hepático poco común pero potencialmente mortal.

La AEPAP ve muy importante que los afectados beban muchos líquidos para prevenir la deshidratación. En caso de comer alimentos sólidos, estos deben ser blandos (papillas, cremas, purés o gelatinas). Igualmente considera que hay que evitar los alimentos salados, picantes, muy condimentados o ácidos. Las bebidas frías (por ejemplo lácteos) y los helados pueden aliviar el dolor. Por el contrario, advierte de que los zumos y bebidas con gas, por su acidez, suelen causar ardor en las llagas.

Según alerta, se deberá consultar al pediatra cuando:

el niño no quiere comer ni beber debido al dolor de las llagas de la boca si el cuadro dura más de 10 días si presenta orina oscura o en menor cantidad si está muy irritable, decaído o tiene dolor en el cuello

Finalmente, y para evitar la propagación del virus, la AEPAP indica que "lo mejor" es lavarse las manos, sobre todo después del cambio de pañales, y desinfectar las superficies contaminadas, como objetos y juguetes que hayan estado en contacto con el niño infectado; así como evitar entrar en contacto con otros niños enfermos (como besar, abrazar), o compartir alimentos o bebidas.







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