De informático a escultor, la historia de José Miguel Pino

El artista granadino dejó a un lado su trabajo para dar rienda suelta a su verdadera pasión durante los meses de confinamiento

Jose Miguel Pino, escultor granadino
Jose Miguel Pino durante la creación de una de sus esculturas | Foto: Javier Gea
Ainoa Morano
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Durante los meses de confinamiento, miles de ciudadanos ocuparon sus días con actividades que antes, por cuestión de tiempo, no podrían realizar. Este es el caso de José Miguel Pino, escultor granadino que desarrolló todo su potencial artístico a raíz de la pandemia. La vida de Pino ha pasado por muchas etapas, pero el arte siempre ha estado presente de alguna forma. Cuando comenzó con sus estudios su intención era estudiar biología, pero su entorno más cercano lo convenció para que estudiase informática, una profesión que tenía más "salida".

Durante su etapa como informático, el escultor reconoce que no se "sentía muy a gusto". Con el paso de los años, su pareja lo animó para que desarrollase su lado artístico y ahí fue cuando decidió apuntarse a la Escuela de Artes y Oficios, donde recibió el primer premio de la Fundación Robles Pozo por su obra 'Chrysaetos', un águila en metal que se ha convertido en una de sus obras más conocidas. Tras dos años en los que de descubrió cuál era su verdadera pasión, se licenció en Bellas Artes por la UGR, pero al salir de la facultad su interés por la escultura ya no era el mismo, hasta que llegó el confinamiento. Nuevamente, su mujer tuvo un papel fundamental en su vida ya que lo instó en retomar su pasión, lo que a él realmente le gustaba. Fue en ese momento cuando comenzó toda esta aventura.

"Siempre tuve el tema del arte ahí, pero nunca terminaba de meterme del todo. Siempre he estado dibujando y con el tema del 3D, pero no lo veía como una salida real. Cuando entramos en el confinamiento mi pareja me volvió animar para que siguiese con el tema de la escultura. Ella es la que se encarga de mover todo mi trabajo por las redes sociales", confiesa José Miguel. Tras apenas seis meses, el escultor ya cuenta con más de 2.000 seguidores en sus redes sociales, además de una gran cantidad de personas y galeristas interesados en sus obras. "En la parte norte de España sí se han interesado mucho por mi obra. Fuera de aquí, la parte de Hispanoamérica, Estados Unidos, Alemania, Austria e Inglaterra están muy interesados".

La pandemia le dio al granadino la oportunidad de fomentar su verdadera pasión, pero actualmente, las restricciones están haciendo que la expansión de su obra se encuentre con demasiadas trabas. "Las primeras esculturas se las vendía a amigos, ahora sí que estoy en contacto con compradores de arte. Ahora mismo, con el tema del Covid-19, estoy teniendo muchos problemas. He vendido unas piezas a una galería de Londres y se han quedado en la frontera retenidas. Ni las he vendido, ni las puedo usar para exponerlas. También para montar exposiciones es muy complicado, porque la gente no quiere salir mucho", explica Pino.

La obra del escultor se basa en la representación de figuras animales esculpidas en metal, muchas de ellas a tamaño real, un trabajo que requiere muchísimas horas de estudio. "Puedo tardar entre una semana, si es una figura pequeñas o incluso dos meses si es una escultura a tamaño real. Tienes que buscar los materiales, ver cómo lo vas a colocar para que no se caiga... Son muchas horas de estudio y luego cuando te pones a trabajar de das cuenta de que a lo mejor lo que tenías planeado no sirve. También depende mucho de la inspiración, hay días que no doy pie con bola y otros en los que todo me sale muy fácil".

En cuanto a su inspiración, José Miguel reconoce que su intención era hacer algo distinto a lo que hacían el resto de artistas. "En Bellas Artes todo el mundo se dedicaba a hacer figuras humanas, pero creo que en el tema de la animalística hay muy pocos artistas conocidos. Los animales tienen tantas formas, colores y movimientos que lo veo como un horizonte sin fin. Además siempre he estado muy apegado, siempre he tenido muchos amáinales y me siento más cómodo representadlos a ellos que a la figura humana".

La vida del escultor granadino ha cambiado completamente, de dar clases de informática a trabajar desde su pequeño taller en su casa de Monachil. Para el futuro, Pino espera llegar a ser un artista reconocido que pueda transmitir el amor que él siente por los animales a las personas que contemplen sus obras, al igual que uno de sus referentes más admirados. Además, José Miguel tiene un sueño y es "exponer mis esculturas en el Palacio de Carlos V". De momento, ese deseo tendrá que esperar, pero sus obras sÍ que estarán en Jaén, en la sala Moneo del 2 al 26 de marzo y en Nerja, en la sala Calle Cristo, del 10 al 26 de Junio.







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