Amenaza Aspas

El delantero del Celta ha marcado en ocho ocasiones al Granada desde que se vieron las caras en la fase de ascenso a Primera en 2011; es el equipo contra el que más veces ha ganado

Granada CF - Celta de Vigo
Iago Aspas cae ante Montoro durante la visita del Celta a Los Cármenes de la pasada temporada | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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El día en que el Granada dejó en la cuneta al Celta de Vigo en la promoción de ascenso a Primera división de 2011, algo debió de cambiar en el interior de un jovencísimo Iago Aspas. El de Moaña, que entonces era solo una promesa del conjunto gallego, ya rezumaba un carácter indomable que le llevó a enfrentarse con la grada de Los Cármenes tan solo una semana después de dejar a Roberto Fernández un ojo morado al lanzarse a por el balón con la suela por delante. La tanda de penaltis coronó al portero, y al delantero, pese a que marcó su pena máxima, le programó un algoritmo que le produce un exceso de actividad cada vez que ve las franjas rojiblancas horizontales.

Casi no hay cruce entre Granada y Celta con Iago Aspas en la alineación en el que el ‘príncipe das bateas’ no castigue a los nazaríes de un modo u otro. El granadinista es el club frente al que más ha ganado el delantero gallego, así como el cuarto equipo al que más ha marcado. De los 16 duelos disputados entre el punta y los rojiblancos, nueve se saldaron con triunfo gallego, por cuatro granadinos; en todos ellos, ha sumado ocho dianas, aderezadas con cuatro asistencias. Datos que refrendan lo que deja sobre el césped el de Moaña. Al atacante le mueve una motivación especial y contempla cada lance como una oportunidad de restaurar el orgullo herido.

Aspas no esperó más de un partido tras aquella promoción de ascenso para comenzar a tomarse su particular venganza. En su reencuentro con el Granada, en 2012 tras el ascenso del Celta, se enfundó una túnica negra y una máscara blanca para dejar su primera muesca, en el triunfo rojiblanco por 2-1 en Los Cármenes. No le permitió sumar puntos, pero sí fue su particular advertencia. “Recuerden, recuerden el 11 de junio de 2011”, debió de pensar el de Moaña. En la vuelta, aquel mismo curso, marcó el primer gol y asistió en el definitivo 2-1 con el que sí logró derrotar a los nazaríes.

El Granada pudo respirar aliviado durante la aventura del atacante gallego en Liverpool y su fugaz paso por el Sevilla, en los dos ejercicios posteriores, pero un sudor frío le volvió a recorrer el cuerpo cuando, en la temporada 2015/2016, volvió a enfundarse la camiseta celeste en Los Cármenes. Aliado con Orellana, viejo conocido de la hinchada granadinista, marcó el definitivo 0-2, preludio del doblete que, en Balaídos, endosó al equipo entonces dirigido por José González.

No fue más indulgente en la posterior visita del cuadro granadinista al feudo vigués. En el 3-1 con el que ganaron los celtiñas en la campaña 2016/2017, marcó el primero y regaló el segundo. Se concedió un descanso en la segunda vuelta, en Los Cármenes, donde no llegó a jugar para despedirse de su conjunto fetiche, que al final de aquel curso descendió a Segunda división. Su retorno a la élite ha secado hasta ahora al obstinado goleador. No ha vuelto a ver puerta en ninguno de los cinco duelos entre el Granada y el Celta que se han disputado desde el ascenso rojiblanco en 2019.

El bagaje de Aspas desde entonces se reduce a una única asistencia, entregada en el 3-1 con el que el conjunto vigués venció en Balaídos el ejercicio pasado, pero sin dejar de ser el líder de su equipo. En el presente, en la primera vuelta, erró un penalti. Condicionantes que afilan el colmillo del rebelde gallego, una suerte de ‘peaky blinder’ cuando tiene delante al Granada, que este curso lleva 14 dianas y 4 pases de gol. Este domingo, equipo y delantero se vuelven a ver las caras, con necesidad en los nazaríes y hambre en el de Moaña.







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