Granada participa en la reconstrucción de la Historia Genética de la Península Ibérica

El estudio internacional ha concluido que en la Edad del Bronce hubo en la Península un reemplazo de la población por otra procedente del Este asiático

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Imagen de la mandíbula de Carigüela, uno de los elementos más destacados en esta investigación, datada genéticamente entre unos 8000 y 5500 BCE. Se trata del resto humano más al sur de la península con datos genéticos.
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Dos científicos granadinos -el profesor de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, Juan Manuel Jiménez Arenas, y el director del Museo Arqueológico, Isidro J. Toro Moyano- han participado en el estudio internacional publicado en la revista Science, que ha concluido que en la Edad del Bronce hubo en la Península Ibérica un reemplazo de la población por otra procedente del Este asiáticoToro Moyano ha aportado a la investigación las muestras de 42 de los nuevos individuos de los diferentes yacimientos de la provincia

El estudio abarca los últimos 8.000 años ha analizado los genomas de 271 habitantes de la península de diferentes épocas históricas y los ha contrastado con estudios previos de otros 1.107 individuos antiguos y de 2.862 modernos. Según los investigadores los resultados muestran una imagen inédita hasta el momento; una de las conclusiones es la influencia genómica norteafricana y asiática desde época romana hasta la nazarí, pese a que “los individuos de las estepas dejaron menos huella en el Sur debido a que las poblaciones en esta zona estaban más estructuradas”.

 Cueva de la Carigüela

Tras la expansión de los primeros humanos modernos por la Península Ibérica, hace más de 40.000 años, el primer gran cambio genético y poblacional se produjo con la llegada de la economía de producción. En la cueva de la Carigüela (Píñar, Granada) se ha secuenciado el genoma de un individuo cuyo haplotipo (variante) presenta un claro sustrato de las poblaciones de recolectores-cazadores (Epipaleolíticos), aunque no se han encontrado evidencias materiales de este periodo cultural; según la investigación, ello podría ser indicio de que individuos o grupos ancestrales adoptaron y se adaptaron a las novedades culturales y sociales del Neolítico.

Reemplazo de la población masculina

La llegada de grupos descendientes de pastores de las estepas de Europa del Este hace entre 4.000 y 4.500 años supuso el reemplazo de aproximadamente el 40% de la población local y de casi el 100% de los hombres. “Los resultados genéticos son muy claros”, afirma Carles Lalueza-Fox (Instituto de Biología Evolutiva, CSIC y Universidad Pompeu Fabra): “de forma progresiva, durante unos 400 años, los linajes del cromosoma Y en la Iberia de la Edad del Cobre fueron casi totalmente sustituidos por un linaje, R1b-M262, de ascendencia esteparia”. 

Por su parte el profesor de la UGR Juan Manuel Jiménez ha señalado que el sur de la península fue la región menos afectada por este avance de hombres esteparios; el registro arqueológico muestra que muchos individuos de la Edad del Bronce se entierran en megalitos (sepulcros típicos de la Edad del Cobre), como lo muestran evidencias halladas en Panoría (Darro, Granada), donde excava la Universidad de Granada bajo la dirección de Jiménez

Invasiones ‘bárbaras’

Los yacimientos granadinos de época romana indican el gran peso de la ancestralidad norteafricana y, en menor medida, oriental. El colapso del Imperio Romano no supuso en el sur un reemplazo importante de la población: el estudio cuestiona el papel de las “migraciones (invasiones) bárbaras” y ponen de manifiesto la continuidad de población de sustrato norteafricano y la aparición de individuos de origen anatólico (actual Turquía). Esto último se debió, seguramente, a un episodio histórico poco conocido: la Recuperatio Imperii, una empresa promovida por Justiniano I en el siglo VI de nuestra era para recuperar los territorios ocupados por las poblaciones centroeuropeas. Las tropas del prefecto Liberio ocuparon solo una pequeña franja del sur de Hispania, hasta Cartago Nova.







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