Más miedo que ganas de ascender (1-1)

El Granada rescata un punto ante el Eibar y es segundo gracias al tanto en propia puerta de Blanco Leschuk cuando mandaban los armeros en el marcador

Granada CF SD Eibar
Uzuni lamenta una ocasión fallida durante el encuentro | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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Nadie parece querer subir a Primera División por la vía rápida esta temporada. Todos tropiezan, ningún candidato es capaz de marcar la diferencia y distanciarse. Tampoco Granada y Eibar, que este domingo expresaron más miedo que ganas de ascender. El conjunto rojiblanco volvió a sufrir vértigo al verse ante la posibilidad de sentarse en el trono de la categoría, por lo que dejó pasar otra oportunidad para ver por el retrovisor al resto de involucrados en la carrera por las dos primeras plazas. Le entró el agobio cuando se vio por debajo, atento Jon Bautista para encauzar una pelota muerta en el área. Respondió con fortuna, pues fue Blanco Leschuk quien puso las tablas al desviar un centro de Bryan Zaragoza. Suficiente para rescatar el punto, pero parece poco para aspirar a un botín mayor. Los de franjas horizontales se sienten en Los Cármenes como Peter Pan en El País de Nunca Jamás, sin preocupaciones ni necesidad de crecer para mantenerse imbatible, pero incluso el protagonista de la fábula tiene que madurar en algún momento si desea ser algo más. Pese a todo, los de Paco López son segundos en un triple empate con Levante y Alavés. 

Se respiraba un ambiente especial en Los Cármenes y quien estuviera allí puede dar testimonio de ello. El multitudinario y cálido recibimiento que la hinchada local brindó a su equipo a su llegada al estadio no escondió la tensión que entrañaba el encuentro, que en la grada se transformó en una inyección anímica constante. No era una fiesta, sino un duelo. Pistolas al atardecer entre dos precisos francotiradores que se olvidaron las balas. Una final con un trono en juego que nadie quiere. No hubo experimentos en esta ocasión en los de franjas horizontales. Paco López confió en los mismos once hombres que anularon a Las Palmas en ese mismo escenario dos semanas atrás, dispuestos en su esquema predilecto. Reclutó de nuevo a Melendo para ordenar las ideas en torno a la zona de castigo y demandó de sus pupilos hasta el corazón. Garitano también saltó con todo, impávido sobre el papel, convencido de ser el primero en clavar su bandera en el Zaidín.

Se encendió la luz verde en el semáforo y los dos bólidos salieron quemando rueda, marimandón de inicio el Eibar. El conjunto armero se adueñó de la pelota y puso a funcionar la imaginación de sus hombres más creativos. Se buscaban Javi Muñoz y Corpas, inclinados hacia la orilla izquierda del ataque, con Sergio Álvarez de centinela frente a los centrales. Hincaban los tacos en la hierba los zagueros rojiblancos para no perder la compostura ante las permutas visitantes, mientras Uzuni y Puertas afilaban el cuchillo. En cuanto pudo, el Granada corrió. Neva, que ha aprendido de sus errores, encontró a ras de césped al almeriense, que se perfiló hacia su pierna diestra y mandó el primer impacto al lateral de la red. Suficiente para intimidar a su rival y bajarle las revoluciones.

Las presentaciones dieron paso a un tanteo más incómodo que una discusión política en plena cena de Navidad. Los de Garitano se amedrentaron y el cuadro local empezó a carburar. Melendo se despegó del carril y se erigió en organizador nazarí, desplazado Petrovic, una suerte de Fede Valverde en esta estructura, con pulmón hasta para pisar línea de fondo. El catalán tiene la capacidad de despejar los nubarrones de un soplido; no conduce el balón, flota la lámpara, aunque demasiado lejos de donde puede resular determinante. Allí, en la zanja armera, fallaba la cobertura. Callejón y Uzuni se llamaban, pero no daba tono. Puertas, insistente, se deslizó a un lado y otro, sin éxito en el desborde.

Se fueron enredando entre sí los dos contendientes hasta que desapareció la capacidad de ambos para argüir con fluidez, como si Homer y Bart Simpson se estrangularan mutuamente hasta que uno de los dos cayera o se durmieran todos en la grada. Mutaron los protagonistas en piezas de futbolín y el balón empezó a volar de una trinchera a otra, aburridos tanto Luca como Raúl bajo los palos. Se soltó de la barra Bodiger en un lance anodino, pisó área y, sin levantar la mirada, combó un centro que, envenenado, obligó al cancerbero visitante a escupir a córner. Quini mandó al tercer anillo la acción de estrategia posterior. Después fue Uzuni quien, enrabietado, intentó sorprender tras un envío largo de Miguel Rubio. Episodios sueltos que escaparon del control que el miedo terminó ejerciendo sobre el primer acto, que concluyó en un amago de tangana en la bocana del túnel de vestuarios.

La función fue por otros derroteros cuando el telón se volvió a levantar, a pesar de que los dos actores principales, acongojados bajo el foco, continuaron trastabillándose al recitar el guion. Las áreas empezaron a vislumbrarse con mayor frecuencia. Corrió Stoichkov más que la zaga nazarí al poco de la reanudación, atento Raúl Fernández para detener su carrera, con el banderín levantado en cualquier caso. Después Neva calibró el tobillo para escupir un centro que Puertas cabeceó a los guantes de Luca Zidane. El artillero eibarrés volvió a la carga y Quini le derribó en carrera. Arbilla armó la pierna para lanzar un obús a la escuadra que probó la elasticidad de las vértebras del guardameta rojiblanco. Logró palmear allí donde se cruzan poste y larguero, pero no repeler el peligro. La pelota cayó sin vida y Jon Bautista, avispado, la mandó a guardar.

Floreció la ansiedad entre la celebración de los alrededor de 200 aficionados armeros que se desplazaron hasta la ciudad para el encuentro. Paco López acudió al travieso Bryan Zaragoza, que no entiende de nervios ni conoce el miedo, casi a la par que Garitano refrescó todo su frente de ataque. Yanis Rahmani, recién ingresado en el terreno de juego, pisó el final del campo y percibió con el rabillo del ojo la incorporación de Tejero desde atrás, que empalmó arriba el remate. Se preparaban también para entrar Famara Diédhiou y Weissman, pero entonces se le encendió la bombilla al revulsivo rojiblanco. El joven malagueño, caído al costado izquierdo, escrutó el horizonte en busca de un aliado en el área. Templó el servicio y Blanco Leschuk, que también acababa de entrar en el partido, lo desvió hacia su portería en un escorzo para sorpresa de Luca Zidane. Estalló Los Cármenes en un grito de júbilo.

Entonces sí, el técnico rojiblanco puso a toda la artillería sobre el césped y protegió la medular con Sergio Ruiz, primero, y Pol Lozano, más tarde, tal vez en previsión de que el combate se iría hasta el último asalto. Los armeros quedaron aturdidos, a excepción de Rahmani, un incordio que no se quedaba satisfecho con el punto. Los de franjas horizontales habían reaccionado y se movían al impulso de una corazonada, con brega y fe, pero sin orden ni fútbol suficientes para atosigar las dependencias de Luca, que no se sintió exigido para proteger el botín.

Al reloj se le cayó el último grano de arena entre paquetes lejanos por los que porfió sin éxito Famara Diédhiou y el eterno Capitán Garfio del Granada volvió a frustrar al conjunto rojiblanco. Aun sin ganar desde hace siete jornadas, conserva la pole position. Inmediatamente por detrás, el cuadro dirigido por Paco López, que necesita madurar si quiere saltarse la promoción. La próxima curva le mide al Alavés, en una cita de la que en buena medida dependerán sus aspiraciones finales. Saltarán chispas.


Ficha técnica:

Granada CF: Raúl Fernández; Quini, Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Melendo (Famara Diédhiou, 74’), Petrovic (Sergio Ruiz, 74’), Bodiger (Pol Lozano, 76’), Callejón (Bryan Zaragoza, 61’); Puertas (Weissman, 74’) y Uzuni.

SD Eibar: Luca Zidane; Álvaro Tejero (Peru Nolaskoain, 89’), Arbilla, Venancio, Sergio Álvarez, Ríos Reina; Javi Muñoz, Matheus Pereira; Corpas (Quique González, 67’), Stoichkov (Yanis Rahmani, 67’) y Jon Bautista (Blanco Leschuk, 67’).

Goles: 0-1: Jon Bautista, min. 60; 1-1: Blanco Leschuk, en propia puerta, min. 71.

Árbitro: David Gálvez Rascón, del comité madrileño. Amonestó al local Quini, así como a los visitantes Stoichkov y Matheus Pereira.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 38ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 17.287 espectadores.







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