El Zaragoza hace sonar las alarmas rojiblancas (1-0)

El Granada encadena en La Romareda su segunda derrota consecutiva, tras un encuentro en el que produjo poco en ataque y no supo reaccionar al golazo local

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Weissman y Uzuni lamentan una ocasión fallida | Foto: LaLiga
Chema Ruiz España
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Suenan las alarmas en el Granada, y estas inquietan más que las que despiertan de madrugada a los concursantes de La isla de las tentaciones. El conjunto rojiblanco circulaba a velocidad de crucero, aun lejos de la brillantez en su juego, pero dos derrotas consecutivas despiertan la preocupación en su entorno. La última, este sábado en La Romareda, ha dotado de empaque a las dudas que brotaron en la pasada jornada, en Gijón. No hubo un atisbo de mejoría, sino más bien todo lo contrario, una regresión notoria. El equipo, impotente, no supo reaccionar al golazo de Fran Gámez, que mandó el balón a la red con el exterior de su bota, y apenas produjo en ataque para, al menos, rescatar un punto. El Zaragoza, sin sentirse obligado a hacer un sobreesfuerzo, se impuso con solidez en una tarde plácida para su guardameta. Los nazaríes dormirán de nuevo fuera del ascenso directo, que puede alejarse al final de la jornada.

Resultó que el capote que Paco López tendió a Bodiger en sala de prensa era una estratagema de distracción, una argucia con la que despistar a propios y a extraños. Entró Meseguer en el lugar del francés y formó con Pol Lozano la combinación que el técnico ya había probado en la semana anterior tras los muros de la Ciudad Deportiva, en la infructuosa búsqueda de una mezcla que tapara el agujero en la franja ancha sin descompensar al equipo. Un ‘banquillazo’ que también salpicó a Callejón, sin brillo en las últimas jornadas, igualmente señalado tras la escabechina de Gijón. Le sustituyó Perea, premiado por sus actuaciones recientes en los segundos tiempos, con Puertas en casa por un proceso gripal que le sacó de la tripulación a última hora. Quini también alteró el once, incrustado en el carril diestro que abandonó Ricard, aquejado de unas molestias musculares que sintió en el ensayo del viernes.

“Nuevo partido, nueva historia”, argumentó el alquimista rojiblanco, minutos antes de comprobar que la transmutación de su equipo no funcionaba. Los primeros compases en El Molinón desnortaron al Granada, por lo que el cuadro nazarí quiso llevar la iniciativa en La Romareda, ser intenso en la presión y sosegado en la construcción. Salió al césped como quien recita de memoria los apuntes a las puertas de un examen, tembloroso por si se le olvidaba algún detalle. La teoría, sin embargo, no contempla todas las casuísticas en la práctica. Aguardaban agazapados los de Fran Escribá, a la espera de saltar sobre su rival cuando olieran el miedo. Se escapó pronto de su marca Giuliano Simeone, un incordio de corazón indomable, como su padre, pero no logró conectar con Iván Azón en el punto de penalti.

Melendo levantó después la pelota, atento al movimiento de Uzuni en una acción idéntica a la del cuadro maño para evitar la sublevación local. El albanés no consiguió entregar a Weissman, pero el envío alcanzó a Quini en segunda instancia, blando su golpeo a las manos de Cristian Álvarez. La advertencia no amedrentó a Iván Azón, persistente para el agrado de su hinchada. Se coló entre Víctor Díaz y Quini antes de entregar a Giuliano, que se entretuvo. En un segundo envite, Sergio Bermejo anduvo más espabilado que toda la zaga granadina para apropiarse del esférico en el aire. Asistió al delantero zaragozano, solo bajo palos para noquear al Granada, pero el balón se lio incomprensiblemente entre las piernas del canterano. Las manos fueron a la cabeza en ambos bandos.

Los de franjas horizontales trataron de mantener la compostura, pero el susto hizo que el temario se les fuera olvidando con el paso de los minutos. Uzuni buscaba espacio y el conjunto rojiblanco trataba de profundizar por los costados. Todos los envíos terminaban en Jair, un muro que por momentos parecía demasiado alto para ser saltado. Francho intentó sorprender desde su casa, bien situado Raúl Fernández, e Iván Azón encaró a Ignasi Miquel en un contragolpe que pilló despistados a todos los visitantes, sólido el zaguero. Weissman trató de aprovechar un error en la salida posicional de los de Escribá, pero se topó con el cortafuegos maño.

El Granada se fue encogiendo, introvertido como quien se da cuenta de que no conoce a nadie en la fiesta, mientras el Zaragoza se soltaba. Los de Fran Escribá detectaron una grieta en el costado derecho y picaron hasta encontrar oro. Emprendió Fran Gámez la aventura en ataque y combinó con Sergio Bermejo en una doble pared para entrar en el área. Tras la descarga de espuela del delantero, el lateral hizo un escorzo para combar el balón con los tres dedos exteriores de su pie derecho y mandarlo donde duermen las arañas. Un golazo, casi imposible de alcanzar hasta para la mirada de Raúl Fernández. Quedó sonado el conjunto rojiblanco, que tal vez deseó en ese momento la implantación del tiempo muerto en el fútbol. Intentó recomponerse y se acercó a la orilla, pero lo cierto es que lo movía la marea, y que el descanso no despertó reacción alguna.

Simeone sorprendió nada más regresar del vestuario, sin frutos a su empeño, y Bebé montó un contragolpe en el que se llenó de balón. El Granada combinó seguidamente por el costado diestro y Quini culminó con un golpeo demasiado cruzado tras el servicio de Pol Lozano. No fue un punto de inflexión, sino una acción aislada. En un córner posterior, Bebé encontró la testa de Lluís López, poderoso en el corazón del área, pero Raúl Fernández se hizo grande. En el rechace, Jair tiró alto en el intento de tijera. El conjunto rojiblanco se diluía, incapaz. Cada avance se traducía en un contragolpe inquietante del plantel maño. Giuliano se relamía en este contexto; Francho Serrano y Jaume exhibían sus dotes en la dirección.

Quini, el único jugador visitante capaz de disparar hasta entonces, quiso emular a Fran Gámez y conectó un golpeo duro con su pierna izquierda que se estampó en el larguero. Pol Lozano curvó después un impacto con el interior de la bota, por poco desviado. El conjunto rojiblanco, no obstante, seguía en parada y Paco López buscó el desfibrilador en el banquillo. Introdujo Bryan Zaragoza y a Callejón, revoltoso el malagueño desde que pisó el césped. Encaró nada más entrar y probó los guantes de Cristian Álvarez, seguro el argentino incluso para realizar un par de recortes ante la presión nazarí.

La respuesta granadinista fue débil. No hubo un asedio como en Gijón y lo poco que producía el conjunto nazarí no funcionaba. Uzuni se perfiló para el golpeo y la pelota, que iba a la red, aterrizó en la cara de Perea. Saltaron Bodiger y Famara Diédhiou, con lo que Paco López modificó el dibujo. El francés falló en su primera intervención, pero Raúl Fernández escupió el remate de Giuliano Simeone, tras el taconazo de Miguel Puche. Se marchó Neva en lugar de Soro, el x atacante rojiblanco sobre el césped, pero ni siquiera así lograron intimidar los forasteros.

El Zaragoza guardó la ropa, aunque luego no llovió. Las intentonas granadinitas, en ráfagas inocentes, murieron antes de llegar al rompeolas. La Romareda gritó, satisfecha, y el conjunto rojiblanco se marchó cabizbajo. Manifiesta síntomas preocupantes en un momento en el que los errores condenan.


Ficha técnica:

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Fran Gámez, Lluís López, Jair, Carlos Nieto; Sergio Bermejo (Eugeni, 86’), Jaume (Zapater, 68’), Francho Serrano, Bebé (Alejandro Francés, 86’); Iván Azón (Miguel Puche, 68’) y Giuliano Simeone (Gueye, 89’). 

Granada CF: Raúl Fernández; Quini (Bodiger, 78’), Víctor Díaz, Ignasi Miquel, Carlos Neva (Soro, 82’); Melendo (Famara Diédhiou, 78’), Pol Lozano (Bryan Zaragoza, 62’), Víctor Meseguer, Perea; Uzuni y Weissman (Callejón, 62’).

Goles: 1-0: Fran Gámez, min. 36.

Árbitro: Francisco José Hernández Maeso, del comité extremeño. Amonestó al local Giuliano Simeone.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 35ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio La Romareda. Antes del partido, la plantilla del Casademont Zaragoza, recientemente proclamado campeón de Copa de la Reina de baloncesto, saltó al terreno de juego con el trofeo y una de sus integrantes hizo el saque de honor.







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