El Granada también falla en Copa (1-0)

El conjunto rojiblanco queda eliminado del torneo del KO en otro partido en el que la pólvora no prendió

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Alberto Soro trata de proteger el balón durante el encuentro | Foto: Granada CF
Chema Ruiz España
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El Granada también falla en Copa. El triunfo en Yecla fue un espejismo que hizo creer que el torneo del KO deparaba otro destino para los viajes del conjunto rojiblanco, pero la visita a Oviedo ha confirmado que lo de perder fuera de su estadio es un mal endémico de los nazaríes. En el Carlos Tartiere, han sido eliminados después de otro encuentro en el que la pólvora no prendió. Obtusos durante buena parte del encuentro, mostraron su flaqueza en un córner tempranero, encauzado a gol por Oier Luengo, tras lo que se le empañó el parabrisas. La incursión de Rochina en el segundo acto aclaró las ideas, aunque la reacción fue fugaz, mitigada por un excelso Tomeu Nadal. La primera evaluación granadinista deja una lectura simple: en casa es intratable y a domicilio es un esbozo romo. 

El Oviedo necesitó muy poquito para desmontar el planteamiento de conservación física de sus hombres habituales que plasmó Paco López. El técnico rojiblanco aprovechó la ocasión para dar refresco a algunos de sus pupilos, como había sugerido en su comparecencia previa, pese a que el contexto del duelo, aislado al borde de las vacaciones, no obligaba a rotar. Permitió que Adri López se enfundara los guantes y tanto Quini como Jonathan Silva se apostaron en los laterales. Miguel Rubio y Víctor Díaz sí repitieron alineación, tal vez porque, sancionados, no podrán jugar el primer partido del año, frente al Cartagena. Bodiger tomó el mando, con Meseguer en casa, y tanto Soro como Bryan Zaragoza tuvieron minutos para desfogar. También Perea, lejísimos de las meritorias participaciones en jornadas anteriores, con Arezo como espectador en el banco, a la espera de que se le encuentre destino. 

Un saque de esquina, esa suerte en que otrora imperaba el Granada, desvistió a los rojiblancos otra vez. Se quedó sin marca Oier Luengo y Koba solo tuvo que templar un centro en el corazón del área. El frentazo del central carbayón no salió muy esquinado, pero sí con potencia para sorprender a Adri López. Un gol tempranero para marcar la diferencia con la precuela liguera, en la que el único tanto llegó en las postrimerías. Hasta la diana local, se había jugado poco, también en términos futbolísticos. Los de Cervera marcaron territorio con un par de acercamientos tímidos y, tras adelantarse, se acomodaron sin necesidad de llevar la iniciativa. Entregaron el volante del encuentro al conjunto rojiblanco y este empezó a sentir su habitual nebulosa mental lejos de su estadio.

El cuadro nazarí vestía su traje de las cenas en casa ajena, obtuso cuando cruzaba la divisoria de los dos campos, incapaz de arañar los guantes de Tomeu Nadal. Solo Bryan Zaragoza imprimía inquina. El malagueño, hiperactivo, fue calentando las gomas con una carrera de presentación, pero había escogido neumáticos para pista seca y la calzada era resbaladiza. Se torció el tobillo al escurrirse en una de sus endiabladas aventuras a toda velocidad, en la que pudo asistir a Jorge Molina, pero pudo continuar generando jaqueca a Abel Bretones. El recreativista conectó más tarde con Quini para acelerar una combinación pastosa del Granada. El lateral encontró a Soro en el área y este trató de cerrar la cadena con Jonathan Silva, pero erró en la entrega. 

El Granada no conseguía fluir y los de Álvaro Cervera se sentían muy cómodos a la espera de una invitación a galopar. Quini golpeó arriba tras una larga construcción visitante que no logró culminar Jorge Molina y, más tarde, Bryan Zaragoza pateó el césped después dejar en la cuneta a Abel Bretones con un recorte eléctrico, pero los nazaríes no infundían sensación de peligro. Sí inquietó Viti, que zigzagueó entre los rojiblancos como si esquivara conos después de robar el balón a Perea. Pisó área con tiempo para pensar, desafió con la mirada a Adri López y empalmó un remate horrible, desviado y sin fuerza. 

El encuentro suscitaba bostezos, en blanco los de Paco López y satisfechos con el marcador los locales, con los polvorones y las vacaciones ya en la cabeza de ambos contendientes. El entrenador del Granada reclutó tras el paso por los vestuarios a Callejón y Rochina, en detrimento de la sombra de Perea y el casi ausente Bodiger. El valenciano. elegido para dirigir el juego, despejó durante un rato la niebla que obstruía la visión nazarí, el tiempo justo para hacer ocasiones suficientes para decantar cualquier encuentro, salvo para el cuadro nazarí. Bryan Zaragoza intentó centrar al área, pero el balón salió desviado para Soro, que, a la media vuelta, forzó una parada de balonmano de Tomeu Nadal. Amagó con dar un paso al frente el Oviedo poco después, pero fue un espejismo que murió con un disparo altísimo de Lucas Ahijado a la salida de un córner. Los granadinistas crecían, aun espesos, y empezaban a creer en que podían pasar de ronda, pero habían vuelto a cargar los rifles de juguete. 

Rochina encontró a Jorge Molina en el área y este habilitó la carrera de Soro hasta línea de fondo. Desde el horizonte, divisó la incorporación de Callejón en el segundo palo y dibujó con la pelota una parábola medida para la bota del motrileño. El atacante armó la volea e impactó el esférico justo en el medio con el interior del pie, con potencia y buena dirección. Reaccionó de nuevo Tomeu Nadal, en esta ocasión con un movimiento más propio de guardameta de fútbol sala. Poco después, el guardameta, que fue erigiéndose en héroe, escupió un remate de Jorge Molina en boca de gol, tras un saque de esquina que peinó Víctor Díaz en el primer poste.

Se debía de plantear Paco López sustituir las vacaciones por un campus intensivo de ensayo frente al gol mientras sus pupilos se desesperaban. Acudió a Sergio Ruiz para tratar de asear la construcciones y a Uzuni, su hombre gol, pero el acierto del albanés es una cualidad que solo desbloquea Los Cármenes. La chispa con que empezó el segundo acto se apagó pronto y el duelo volvió a ser tedioso. Murió en una jugada extraña, en la que Jimmy se dio cuenta de que Obeng iniciaba la carrera y Miguel Rubio la frenó de golpe con un agarrón de frustración. Hernández Maeso le mostró el cartón rojo por segundo encuentro consecutivo y el año bajó el telón entre estériles acercamientos granadinistas. El Granada cierra la primera evaluación con unas calificaciones tan dispares como desconcertantes: sobresaliente en su feudo e insuficiente a domicilio, por mucho que se esfuerce. Tendrá que ir a recuperación a partir de enero, ya sin Copa.

Ficha técnica:

Real Oviedo: Tomeu Nadal; Lucas Ahijado, Oier Luengo, Dani Calvo, Abel Bretones; Jimmy, Mangel (Luimi, 82’); Viti (Hugo Rama, 82’), Koba (Cardero, 61’), Borja Sánchez (Marcelo Flores, 61’); y Obeng (Borja Bastón, 90+1’).

Granada CF: Adri López; Quini, Miguel Rubio, Víctor Díaz, Jonathan Silva (Ricard, 82’); Njegos Petrovic (Sergio Ruiz, 73’), Bodiger (Callejón, 46’); Bryan Zaragoza (Uzuni, 73’), Alberto Soro, Perea (Rochina, 46’); y Jorge Molina.

Goles: 1-0: Oier Luengo, min. 8.

Árbitro: Francisco Hernández Maeso, del comité extremeño. Amonestó a los locales Koba, Abel Bretones y Cardero, así como a los visitantes Jonathan Silva, Ricard, Rochina y Uzuni. Expulsó al visitante Miguel Rubio con cartulina roja directa.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la segunda ronda de Copa del Rey disputado en el estadio Carlos Tartiere.







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