Sergio Ruiz alegra una fiesta que moría sin goles (1-0)

El Granada gana al Málaga con un tanto del cántabro cuando el público empezaba a asumir el empate; el conjunto rojiblanco, que se queda a tres puntos del ascenso directo, fue el dominador de un duelo por momentos tedioso

Granada CF Malaga CF
Sergio Ruiz y Uzuni, sonrientes, celebran el tanto del cántabro | Foto: Antonio L. Juárez
Chema Ruiz España
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La fiesta terminaba y, como suele suceder con aquellas que más se esperan, dejaba en los invitados una profunda decepción, pero apareció Sergio Ruiz, justo a tiempo, para poner alegría cuando la gente ya se marchaba sin un gol que echarse a la boca. Hasta que el cántabro recibió al borde del área pequeña una entrega de Uzuni, negado dos veces ante un heroico Rubén Yáñez durante el encuentro, la crónica del lunes en Los Cármenes era la de un guateque al que le faltaban el fútbol y los tantos. La aficiones de Granada y Málaga vivieron una gran celebración en la grada que no acompañaban lo equipos sobre el terreno de juego y el empate a nada inquietaba. Pero el tesón del conjunto rojiblanco, dominante en un duelo por momentos tedioso e indigesto, dio su fruto sobre la bocina. Para los blanquiazules, que se contentaban con el punto, el golpe es duro; los locales, que recortan distancia con los líderes, consolidan su esperanza en el regreso a Primera. 

El frío no chafó la fiesta en la grada, aunque sí evitó el lleno de Los Cármenes, donde fallaron los socios. Brincaban los visitantes, alrededor de un millar, animosos en un estadio amigo. La parroquia local, algo más serena, se echaba encima todas las capas de abrigo que su cuerpo pudiera sostener mientras esperaba que lo que sucediera abajo le invitara a bailar, faltos de fútbol durante buena parte del duelo. Paco López dispuso de sus cuatro tenores predilectos, los que interpretan las melodías que más gustan a su público, pero debían de estar acatarrados. En la fila rojiblanca que salía del túnel de vestuarios, con diez de los que la hinchada ya recita de memoria, se coló Cabaco, invitado sorpresa para paliar la baja de Miguel Rubio, sancionado y lesionado en El Alcoraz. Fue otro cameo inesperado, el de Sergio Ruiz, el que resolvió la contienda.

Hechas las presentaciones y con hielo ya en los vasos, empezaron a cantar los del rectángulo. El Granada parece haber asimilado como un dogma esa máxima cinéfila no escrita que dice que una película no es buena si no muere un personaje en sus diez primeros minutos, y trata de aplicarla en cada cita con arranques frenéticos. En esta ocasión, sin embargo, se encontró a un Málaga de orden prusiano que hizo frenar el ritmo del metraje. Los de Pellicer apenas querían saber de qué color era la pelota, aunque desde el inicio demostraron que tienen en sus filas calidad para atracar a cualquiera a poco que tenga espacio. Febas, uno de los máximos exponentes de este talento, empezó a corretear a Quini, que salió sancionado del baile con el malaguista, pero Cabaco, expeditivo cuando tuvo que ir al cruce, no se despegaba de Rubén Castro.

Los de Paco López rumiaban incómodos cada posesión en busca de una grieta en el entramado rival, obligados a tocar en un compás mucho menor del que acostumbran. Aposentados en la trinchera visitante, empezaron a sobar el balón, carentes de pulcritud y sobrados de imprecisión. Callejón dotó de sentido a un contragolpe en el que Weissman se llenó de pelota al verse con campo por delante. El motrileño controló después en el área, cuando Bodiger adivinó en la distancia su movimiento, pero el golpeo de volea se le marchó desviado por poco. Más tarde, Melendo sacó de la chistera uno de esos envíos elevados que tiene ya patentados, en busca de la testa de Weissman. El israelí, solidario, prefirió asistir con la frente a Uzuni, pero el albanés, algo perdido este lunes, se encontró una araña bajo palos.

Alguno en la grada aún tenía las manos en la cabeza tras el paradón de Rubén Yáñez -el que no se la echaba a la boca para disimular el bostezo, claro- cuando un balón llovido cogió malicia al salir despedido hacia Rubén Castro. El canario no necesita mucho más para castigar, aunque el disparo se le fue en esta ocasión muy cerquita del poste, si bien estaba en fuera de juego. El choque fue adquiriendo características de polvorón, pastoso y difícil de tragar. Escassi, en un saque de esquina, remató con inocencia para estrenar los guantes de Raúl Fernández, que debía de echar en falta algunos frutos secos con los que amenizar el visionado en la distancia. Los suyos avanzaban hasta la orilla y Hernández Maeso, entretanto, hacía enemigos en el graderío con su tal vez excesiva permisividad en algunos lances que enrudecieron el duelo. Se llevó la bronca al descanso, amonestado Neva por protestar.

El segundo acto, una vez devorado el bocadillo en los asientos, empezó con visos de ser un tedioso bis, aunque el paso por los vestuarios dio brío al Málaga. Febas gambeteaba por un costado y Lago Júnior hizo estirarse a Raúl Fernández con una internada por el otro lado. La circulación nazarí cortocircuitaba y Paco López aprovechó la lesión de Quini para agitar el avispero. Sacó su manual al más puro estilo Barney Stinson y aplicó la jugada que requería el encuentro. Entraron Torrente, que regresaba tras su grave lesión de rodilla, Sergio Ruiz, con el tobillo afinado, y un siempre revulsivo Bryan Zaragoza para cambiar el guion. Un balón necesitó el malagueño para infundir temor. Levantó la cabeza cerca de la divisoria y dio rosca a un envío al que no llegó Weissman por una talla de bota.

Torrente tomó la batuta y comenzó a dirigir desde una reformulada defensa de tres. Carlos Neva, carrilero desde entonces, recibió un aseado envío del murciano y centró con atino a la cabeza de Uzuni, que remató un poco arriba. El Málaga empezó a ver en Bryan Zaragoza colmillos de lobo y consideró que el punto no sería mal botín, por lo que decidió jugar con el cronómetro. Pellicer refrescó a sus hombres mientras los envites del conjunto rojiblanco morían al alcanzar las dependencias de Rubén Yáñez, que, aunque no sufrió demasiado, sí se vio de nuevo exigido por Uzuni. La centella malagueña que ha emergido en la banda del Granada volvió a levantar el cuero hacia el albanés, que, con un remate picado, obligó al guardameta a hacer una estirada que le debió de hacer crecer un par de centímetros en otro vuelo.

El Granada, desesperado por no desaprovechar otra oportunidad, colocó una diana en el punto de penalti y empezó a colgar balones como dardos, aunque con más corazón que fútbol. Ingresaron Puertas y Famara Diédhiou para añadir pólvora. Los malaguistas apretaban los dientes y Weissman se topó con el poste tras un barullo en el área. Se escapó Uzuni cuando el caos imperaba en la zona de castigo. El albanés recibió y se giró para asistir a Sergio Ruiz, que apareció como por arte de magia para encauzar el gol. Llegó a tiempo para desatar la locura -de hecho, se cayó la valla del sector en el que se ubica la grada de animación durante la celebración-. Los dos equipos se miraban como Mia y Sebastian en la escena final de La La Land, tal vez imaginando lo que podía haber sido de aquella fiesta y pensando en la resaca emocional que tendría, pero el cántabro no quería que la celebración dejara un mal recuerdo. Inyectó alegría e ilusión en la grada, olvidados ya los minutos de zozobra con balón, y permitió que sonara el ‘Volveremos’. La media inglesa, por el momento, sigue validando los cálculos.


Ficha técnica:

Granada CF: Raúl Fernández; Quini (Torrente, 54’), Cabaco (Puertas, 79’), Ignasi Miquel, Carlos Neva; Melendo (Bryan Zaragoza, 54’), Bodiger (Sergio Ruiz, 54’), Pol Lozano, Callejón (Famara Diédhiou, 79’); Uzuni y Weissman.

Málaga CF: Rubén Yáñez; Delmás, Ramalho, Burgos, Cristian (Javi Jiménez, 70’); Lago Júnior, Escassi (Luis Muñoz, 79’), Genaro Rodríguez, Aleix Febas (Loren, 90'); Rubén Castro (Fran Sol, 70’) y Fran Villalba (Álex Gallar, 79’).

Goles: 1-0: Sergio Ruiz, min. 91.

Árbitro: Francisco José Hernández Maeso, del comité extremeño. Amonestó a los locales Quini, Carlos Neva, Ignasi Miquel y Diédhiou


, así como al visitante Febas.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 29ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 17.424 espectadores, alrededor de un millar de ellos procedentes de Málaga. Antes del inicio del partido, José Callejón brindó a la afición local la Bandera Andalucía del Deporte otorgada por la Junta esta semana.







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