El trasplante de cara podría hacerse más si hubiera fármacos más inocuos para evitar rechazos

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El cirujano francés Bernard Devauchelle, autor del primer trasplante de cara que se realizó en el mundo, asegura que si no se han generalizado más este tipo de intervenciones es por la falta de fármacos inmunosupresores "más inocuos" para evitar que el sistema inmune rechace el tejido implantado.

Así lo ha asegurado en una entrevista con motivo de su participación en el I Congreso Internacional de Cirugía Maxilofacial organizado por el Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, en el que se han analizado los avances que se están produciendo en este ámbito.

Devauchelle y su equipo del Centro Hospitalario de la Universidad de Amiens (Francia) entraron en la historia en 2005 al realizar con éxito el primer trasplante de cara del mundo, a una mujer que entonces tenía 38 años, Isabelle Dinoire, que había resultado gravemente herida por su perro.

En la intervención se trasplantaron nariz, labios superiores e inferiores, mentón y las partes adyacentes de las mejillas, y en menos de un año la paciente recuperó la sensibilidad de su rostro.

Pero la recuperación física no es lo único que importa en estas intervenciones, reconoce este experto, ya que cuando se realiza la intervención se busca una curación "en cuatro dimensiones", tanto física como mental. "No tratamos de reconstruir sólo la cara, sino también su calidad de vida, sus relaciones sociales, su autoestima, etc."

El problema es que el riesgo al que debe enfrentarse el paciente también es doble, el de la propia intervención y el del cambio de vida que suele provocar en estos pacientes. "Y no todos los pacientes los llevan igual de bien", añade la profesora Sylvie Testelin, que formó parte del equipo de Devauchelle en la operación de Dinoire.

 







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