El colectivo se impuso a las individualidades

El Granada pudo matar el partido, pero la falta de ejecución ante la portería rival y el egoísmo en acciones claras de contragolpe hicieron sufrir en exceso a los de González

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La plantilla nazarí, tras la victoria en Riazor | Foto: Twitter Andrés Fernández
Daniel Sánchez-Garrido | @Danisgr
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Tres puntazos. Ese es el resumen del triunfo conseguido por el Granada en Riazor. Con doce jornadas para el final del campeonato, poco importa el 'jogo bonito', ganar de tres o ganar por la mínima con un gol desde el punto de penalti. Y así fue, el Granada se llevó la victoria ante el Deportivo. Anotó El-Arabi, tras un penalti cometido por Juanfran sobre Peñaranda. El nuevo míster, José González, ya ha dejado su sello en tan solo noventa minutos. El Granada ganó en solidez, fuerza y oficio, entre otras cosas, por un Doucouré inmenso, y un Granada muy junto y solidario.

El encuentro ante el Deportivo servirá a González para plantear un par de sesiones de vídeo antes de recibir al Sporting el próximo jueves (20:00). El Granada fue peligroso, amenazó a su rival, pero careció de ejecución ante la meta rival. No mataron el partido, y se acabó sufriendo, como en muchos encuentros con Sandoval en el banquillo y con un final no tan feliz como el de esta jornada 26. Sobradamente, el resultado se pudo ir 0-2 al descanso con la ocasión entre El-Arabi y Rochina, que salvó Arribas bajo palos. En los segundos cuarenta y cinco minutos, se pudo matar por completo el encuentro con el 0-3 y ganando años de vida para el corazón del rojiblanco horizontal.

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Peñaranada cae en el área | Foto: LFP

El equipo rojiblanco ha vivido durante toda la temporada de las individualidades de sus niños. Peñaranda y Success han mantenido con vida al equipo, pero no han conseguido alejarlo del peligro de Segunda División. Ante el Deportivo, Adalberto Peñaranda lo bordó en acciones de futuro crack mundial, y desesperó a todos en jugadas propias de un futbolista de 18 años con cinco meses de vida en la élite. Pecó de egoísta con sus compañeros en situaciones del juego donde la evidencia decía 'pásala', pero sus ganas de ser el héroe y asombrar al mundo le aconsejaron disparar.

José González le quitó tras una jugada de contragolpe en la que disparó alto, cuando El-Arabi y Dux esperaban solos a las alas. Un gesto meramente táctico, como él argumentó en rueda de prensa, o quizás para mostrarle que el camino de la gloria es otro. Ese atrevimiento y osadía es parte de su personalidad, pero elegir cuándo debe ser generoso y cuando jugársela debe ser el objetivo de González y su cuerpo técnico. Abrirle los ojos y advertirle de que la mejoría pasa por el bienestar del colectivo más que el individual.

Isaac Success, por su parte, falla en general en cada toma de decisiones. Al revés del venezolano, se excede en la generosidad y no saca beneficio a toda la potencia que goza. Se precipita en el pase, segundos antes o después que privan de ocasiones clarísimas a los demás. Son el presente y futuro del Granada, y marcarán la diferencia en el momento que dispongan su talento y alegría futbolística al servicio de todo el equipo.

En Riazor, los tres puntos fueron obra del colectivo, quien se impuso y dio una lección a las individualidades. En las redes sociales, los rojiblancos mostraban su felicidad por la victoria y posaban ante sus seguidores en una instantánea. Cuando esas individualidades se sumen a lo global, el Granada lo disfrutará y Los Cármenes lo celebrará. Mientras llega eso, continua la 'eterna lucha'.







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